De Bella-Bella a Prince Ruppert

En el noroeste de Canadá, como surgida de una leyenda, se esconde una de las regiones más bellas del planeta: las montanas dibujan fiordos majestuosos, las islas son soberbias, los glaciares pintan cimas. En Whistier se esquía casi todo el ano. en Vancouver se navega, en Victoria brilla el sol sobre las flores y en el norte los osos son los dueños de escenarios extraordinarios. British Columbia es una región de gran belleza natural, un espectacular entorno para navegar.

 

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Vancouver

Ciudad rodeada por mar. al pie de las montanas, doode el rio Fraser desemboca. Vancouver es una ciudad de ensueños, en la que sus calles bordeadas por altos edificios conservan la atmósfera de gran pequeño pueblo.

Tiendas y restaurantes sorprenden por su diversidad. El Barrio Chino a través de sus comercios invita a vivir en un ambiente asiático. Yaletown atrae por ser la mejor zona de restaurantes y tiendas. Y por supuesto, las fantásticas caminatas por la orilla del mar gozando de un clima moderado y húmedo.

Gastown es un área de Vancouver, famosa por su pasado y la herencia arquitectónica, con calles empedradas, su famoso reloj de vapor y los pequeños bares y tabernas. Se visita caminando o en bicicleta, gozando de Stanley Park, un gran parque de bosque lluvioso en la punta norte, donde también se aloja el extraordinario acuario. Descubriendo Granville Island con su ambiente de barrio, repleto de comercios, Point Grey con sus calles pintorescas y su zona de grandes mansiones, el campus de la Universidad of British Columbia, donde se puede visitar el impresionante Museo de Arqueología que guarda la más bella colección de tótemes, y el Jardín Botánico.

Gracias a su clima Vancouver ofrece variedad de jardines para visitar, destacan el jardín Dr. Sun Yat-Sen Classical Chínese Garden y VanDusen Botanical Garden. Son muy hermosos los paseos en la Grouse Mountain gracias al teleférico, también por el puente colgante de Capilano Rivery las posibilidades de lan- zarse en rafting o kayak de mar. La torre Vancouver Lookout es un mirador excepcional para admirar la gran ciudad con corazón humano, donde los picos blancos del centro de exposiciones Cañada Place compiten en belleza con los grandes cruceros, donde los veleros pintan la bahía y donde la cultura es mul- tirracial con una inmersión en un mundo armonioso. Vancouver Art Gallery expone arte en el centro de una ciudad que vibra a cualquier hora del día en Yaletown o en Davie Village con su encantador ambiente.

Saliendo de la marina, al pie de Devonian Harbour Park, navegamos por el Coal Harbour para admirar el suntuoso Waterfront con sus elegantes edificios y el famoso Lions’ Gate Bridge que une Vancouver con la costa norte al pie de montañas nevadas. Rodeando el Stanley Park la vista es hermosa, con sus playas que se llenan de gente en el verano y el hermoso Skyline de Vancouver.

 

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De Bella-Bella a Rescue Cove

Después de sobrevolar Vancouver Island y la costa norte durante más de dos horas llegamos a Bella Bella, pequeña aldea donde nos esperaba el velero Island Odyssey dirigido por el capitán Randy, acompañados por el skipper Dustin, la botanista Kitty y Debra, la cocinera, para llevarnos a descubrir el Great Bears Rainforest.

Empezamos nuestra navegación hacia el norte en una zona llena de islas, canales y fiordos entre las montanas nevadas, y suntuosos bosques e impresionantes cascadas. Gracias a ese intricado relieve la navegación se hace en un mar muy protegido, tran- quilo, pero las pocas veces que estuvimos expuestos al mar abierto el oleaje fue fuerte.

En ese primer día de navegación, después de enfrentar las olas cerca del Faro Ivory, navegamos por Mathieson Channel para observar extrañas pin- turas rupestres a la entrada de Oscar Pass, pintadas sobre una empinada roca por los nativos que se denominan ahora "First Nation People". Esa gente vino de Asia, fueron los últimos en llegar y se instalaron en esa parte fría e inhóspita, viviendo en pequeños campamentos, cazando, pescando. Anclamos en Rescue Cove, excelente bahía protegida por las altas montanas acariciadas por la neblina.

 

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De Rescue Cove a Windy Pass

Después de navegar en kayak levantamos el ancla bajo un cielo encapotado para dirigirnos hacia Finlayson Channel, un largo canal natural bien protgido, donde nos encontramos con ocho orcas a las que seguimos durante un tiempo para observarlas. Fue una maravillosa experiencia, salían a respirar, ensenando su cuerpo blanco y negro, sus colas, y a veces estaban tan cerca que podíamos oír el sonido que producen cuando expulsan el aire, y ver sus ojos. Una ballena jorobada se acercó al Island Odissey mientras seguíamos a las orcas hasta Oscar Pass.

Nos encaminamos hacia el norte, ayudados por un viento moderado, y llegamos al pequeño pueblo de Klemtu, protegido dentro del canal Finlayson. Una breve caminata nos permitió observar la sencilla vida de la gente de rasgos esquimales y la Gran Casa (Big House) donde Francis nos explicaba la vida de la aldea, la posibilidad de observar el white spirit, esos osos negros que por una degeneración de los genes tienen el pelo blanco. Es la única región donde se pueden observar y son difíciles de encontrar.

Big House fue terminada en 2002 y tiene postes magníficamente esculpidos y pintados que repre- sentan el blasón de los kitasoo y xaixais, tribus regionales. Grizzlis, osos negros, orcas, águilas y ranas son representados en esos tótemes de manera estilizada y elegante. Águilas calvas nos observaban mientras visitábamos la aldea, al pie de los montes cubiertos de bosque húmedo, donde el mar sufre sus mareas y parece un lago.

Siguiendo nuestra ruta, observamos leones marinos antes de penetrar en Sheep Pasaje, donde hay una hermosa cascada antes de terminar nuestro día anclados en Windy Pass, un tranquilo refugio al pie de los altos glaciares.

 

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De Windy Pass a Kynoch Inlet

Una matinal caminata en el bosque nos llevó a conocer los liqúenes, hongos, musgos y las flores que crecen en ese bosque húmedo, donde la nieve cae en altura todo el arto y poco al nivel del mar, y donde la lluvia es abundante. Navegamos por Sheep Pasaje para observar las hermosas cascadas en esas enor- mes montabas costeras, hasta llegar a Mussel Inlet, donde anclamos para caminar por el estuario en el que surgen tormentosos ríos que bajan de los glacia- res. Observamos cuatro osos grizzlis comiendo en el estuario, atentos a nuestros desplazamientos, mien- tras otros dos caminaban en un deslave de hielo. Es un animal impresionante y tuvimos la suerte de vivir la experiencia de la cercanía de uno de ellos, se acercó tanto que sólo el río nos separaba de él.

Pasando Heikish Narrows, estrecho pasaje donde observamos un león marino en una roca, penetramos en Kynoch Inlet, largo fiordo angosto donde encon- tramos una cascada digna de leyendas, donde el agua cae abruptamente en el mar. El velero se acercó hasta meter la proa dentro de la cascada, provocando fuertes emociones, propias de las más exóticas aventuras. Anclamos al final de Kynoch Inlet, reco- rriendo Culpepper Lagoon en zodiac, donde los gansos habían elegido domicilio.

 

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De Kynoch Inlet a Khutze Inlet

De regreso por Sheep Channel encontramos seis marsopas dall’s porpoise que nos acompañaron un rato, jugueteando con la proa del velero. Entramos en Cárter Bay, donde sale a superficie la proa del S.S. Ohio que naufragó hace más de 100 ahos. Caminamos a lo largo del río por el misterioso bosque húmedo de cuentos de hadas antes de seguir nues- tro recorrido por Princess Royal Channel y entrar en Khutze Inlet, donde anclamos para pasar la noche, frente a una hermosa cascada, dentro de esa suntuo- sa bahía dominada por las montabas blancas.

Exploramos el estuario en kayak, entrando en un brazo del río, y de repente nos encontramos con dos jóvenes osos grizzlis comiendo en el pasto y jugueteando. Los observamos de muy cerca, uno de ellos se levantó para llegar hasta al agua y beber. Estábamos a una distancia de menos de 50 metros de él, admirando sus impresionantes garras y su imponente cuerpo. Fue uno de los momentos más emocionantes del viaje, observándolos hasta que decidieron desaparecer en el bosque. Focas, patos arlequín, cisnes trompeta, cangrejos y pájaros animaban el maravilloso escenario.

 

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De Khutze Inlet a Bishop Bay

Después de explorar Aaltanhash Inlet y caminar en el bosque a lo largo del mágico río, seguimos nuestra tranquila navegación hasta Butedale, antigua aldea donde enlataban el salmón. Después de haber tenido hasta 2,500 habitantes, cerró en 1966, y ahora parece un pueblo fantasma donde los edificios se están derrumbando hacia el mar y donde sólo vive Lou, el cuidador, con su perro, Bert, y algunos gatos, en medio del bosque, al lado de la cascada que baja de un soberbio lago.

Ese día, Lou tenía un invitado, un hombre joven que venía en kayak, solo, desde Seattle, acampando en la orilla donde los osos son siempre una amenaza. Por la noche anclamos en Bishop Bay, donde chapoteamos en agua muy caliente del manantial, en medio del bosque, algunos también se echaron al mar helado. El bosque vibraba por nuestras risas y comentarios, las montanas se estremecían.

 

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De Bishop Bay a Hartley Bay

Fue una verdadera expedición científica en Monkey Beach, aprovechamos la marea baja para estudiar la gran variedad de estrellas de mar, cangrejos, conchas y anémonas. Y visitamos los restos de un antiguo campamento indígena en una playa blanca de peda- citos de conchas. Siguiendo el canal alcanzamos la parte sur de la isla Gribbell famosa por sus white spi- rít, pero no encontramos ninguno.

Hartley Bay es un pequeño pueblo que acogió el velero en su muelle flotante que sigue la marea y donde las calles son tablas perfectamente puestas. Visitamos la iglesia, la Big House con sus columnas labradas pintadas y tótemes, el vendedor de helados y el hermoso lago atrás del pueblo. Anclamos en Coghlan Bay, observando la gran diferencia entre marea baja y alta.

 

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Desde Hartley Bay hasta Baker Inlet

Marvin, un personaje del pueblo, nos llevó con su lancha de aluminio por Douglas Channel para conocer el fabuloso Kishkosh Inlet, fiordo que termina en un impresionante conjunto de montañas coronadas por glaciares y animadas por cascadas. Un venado cruzó

el fiordo nadando, vimos una osa negra con dos pequeños y un lobo que los observaba a buena dis- tancia, obligando la familia a esconderse en el bos- que, encontramos un visón que andaba por la orilla y observamos las águilas calvas que volaban de pino en pino. Visitamos Kitkata Inlet, donde conocimos el sitio del antiguo pueblo, en la desembocadura del río Quaal, con sus intrigantes piedras labradas con caras, pájaros y motivos geométricos. Marvin nos contaba la vida de sus ancestros, cómo cazaban y pescaban. Un solitario oso negro nos observaba a lo lejos y en nuestro recorrido admiramos de cerca otro oso en una playita.

De nuevo a bordo del Island Odissey navegamos hacia el norte por Grenville Channel, acompañados por oreas, observando cómo las corrientes norte y sur se encontraban en ese largo canal natural. Finalmente, penetramos en un estrecho canal, Watt Narrows, hasta anclar en el tranquilo Baker Inlet para pasar la noche.

 

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De Baker Inlet a Prince Ruppert

Fue emocionante recorrer Watt Narrows durante la mañana, observando la fuerte corriente debido a la bajada de la marea. Nos acompañaron unas orcas en Grenville Channel. Pero una vez desprotegidos, pasando Lewis Point, el mar se volvió muy agitado, la lluvia y el viento nos asaltaron hasta llegar a Prince Ruppert, importante puerto y ciudad de buen tama- no. Allí visitamos el interesante museo First Nation People, con su fabulosa colección de tótemes y obje- tos artesanales.

Del puerto al aeropuerto y de Prince Ruppert a Vancouver, la aventura había terminado, abandonábamos esos majestuosos fiordos, la belleza de la naturaleza del bosque húmedo, la grandeza de esas montanas cubiertas de nieve cuando junio anunciaba el verano, la emoción de observar osos, orcas, ballenas y águilas. 

 

Whistler

Alcanzamos Whistler por la carretera que sigue Horseshoe Bay, llegando a esa seductora estación de esquí, con sus exquisitos restaurantes y lujosos hoteles. En ese fin de primavera los árboles brillaban y la nieve cubría las cumbres rocosas.

Jugamos golf en sus hermosos campos, esquia- mos en las magníficas pistas de Blackcomb Mountain, fuimos en tirolesa de árbol en árbol sus- pendidos por cables encima de un torrente en una cartada. Fue una gran aventura recorrer las acciden- tadas pistas en bicicleta todoterreno y encontrar osos.

Whistler, en un magnífico escenario de montanas boscosas es un sitio fantástico para descubrir la naturaleza en cualquier época del aho y con mucha diversión.

 

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Victoria

Alcanzamos esa parte sureha de la Isla Vancouver en hidroavión, que nos llevó al bello puerto protegido al fondo de una ría. El hotel Empress Fairmont domina ese puerto y la ciudad donde la energía rozagante de la costa occidental de Canadá armoniza con las tradiciones inglesas.

Los antiguos edificios delinean las calles en las que la gente camina o se sienta en las terrazas, el Victoriano edificio del gobierno reina cerca del mue- lle, donde unos barcos invitan a pasear o a visitar Fisherman’s Warf con sus casas sobre el agua y las focas esperando su comida, los museos convocan a gozar del arte del tótem y, por supuesto, a vivir el placer de los excelentes restaurantes, como L’École. Los parques son verdaderas joyas y la estrella es Butchart Garden, donde los rododendros compiten en belleza con todo tipo de iris, margaritas o rosas. También Abkhazi Garden, Glendale Gardens and Woodlands, New Marine Center at Sydney, etc. Victoria y sus alrededores son una extraordinaria comunión de la cultura y el entorno.

British Columbia es un mundo aparte que nos hace saber la armonía que puede existir entre el ser humano, la naturaleza y la magnificencia del paisaje. Es uno de los lugares más hermosos y equilibrados de América del Norte, donde los fiordos dibujan una de las costas más enigmáticas y soberbias, y donde la gente sabe vivir en comunión con el territorio. British Columbia es un auténtico tesoro. 

 

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Una gran aventura ecológica

La provincia de British Columbia es uno de los mejores lugares del mundo para observar la fauna en su propio hábitat.

En Whistler, al lado del pueblo, los osos negros son fácilmente observables, conviven con la gente, pero, claro está, se les debe tener respeto, son her- mosos pero no dejan de ser peligrosos. También es muy factible encontrarse con un oso grizzli, el más grande, impresionante por sus garras y su estatura. En los bosques hay venados, alces, borregos de gran- des cuernos, cabras de montanas y lobos. Las mon- tanas y los fiordos menos habitados del norte son los mejores lugares para observarlos, y tal vez descubrir el white spirit, oso negro de color blanco debido a una deformación de un gen.

En el cielo es fácil admirar el águila calva, suntuo- so animal, majestuoso en su vuelo o en la copa de los pinos. Se puede gozar de ver las aves, como urraca canadiense, gansos, patos, loons, búhos de las nie- ves, pájaros carpinteros, colibríes, cisnes, etcétera.

En el mar es posible el encuentro con oreas, así como la observación de ballenas, nutrias marinas, focas, delfines, marsopas o leones marinos. En las playas, cuando la marea baja, las estrellas de mar compiten en belleza, y una gran variedad de con- chas, cangrejos y algas forman parte de un mundo impresionante.

Para los amantes de la pesca, el mar y los ríos son una maravillosa aventura con salmones, truchas, meros y lubinas, entre otros.

El mundo de árboles, flores, liqúenes, hongos y plantas es un casi interminable placer en la observa- ción de esta naturaleza que vibra, palpita, en una región que fascina por su belleza. 

 

 

Texto: Patrick Monney ± Foto: Patrick Monney