“Caminito que entonces estabas Bordeado de trébol y juncos en flor, Una sombra ya pronto serás, Una sombra, lo mismo que yo...”

Sombras que han perdurado porque el Caminito, Carlos Gardel y el tango están anclados en el corazón de cada argentino. Nacido alrededor de 1880, el tango era un baile y una música vulgares de los arrabales de la capital argentina. Dicen que nació en un pequeño antro de La Boca y era la música de la primera generación de porteños, hijos de los pobres inmigrantes europeos. Expresa el llanto, la desesperación, la ansiedad, los amores malditos, la dura vida del porteño, los dramas.

Gardel nació en Francia, el 11 de diciembre de 1890, y llegó a Buenos Aires a los 3 años. Eso dice la historia, la leyenda cuenta que no es cierto y que nació en Buenos Aires, aunque otros dicen que en el Uruguay. Después de cantar a dúo con José Razzano empezó su carrera como solista en 1917 y encontró un éxito popular enorme gracias a su encanto y carisma, aunque despreciado por la alta sociedad de ese entonces. Su fama se extendió a América Latina, la gente acudía a ver todas sus películas. Entonces la elite de Buenos Aires, anteriormente escandalizada por el tango y su sensualidad, lo aceptó y se volvió adicta a Gardel. Él fue quien popularizó el tango por el mundo entero, su sonrisa era famosa, su voz inconfundible, las mujeres se enamoraban de él. Cuando murió en un accidente de avión en Medellín, Colombia, en junio de 1935, las mujeres de Nueva York y Buenos Aires intentaban suicidarse.

Su entierro en Buenos Aires fue un acontecimiento nacional y el duelo fue mundial. El “Zorzal Criollo” se volvió un dios, y diariamente la gente visita su tumba para llevarle flores y estar cerca del varón del tango.

 

 

Texto: Silva Montevideo ± Foto: Silva Montevideo.