Centro de  impresionante de desarrollo

Shanghái es la capital financiera y motor de la economía china. Es la mayor ciudad del país con 20 millones de habitantes. El Centro Financiero Mundial de Shanghái es el edificio más alto de China (492 m) y tiene la plataforma de observación más elevada del mundo. La ciudad es atravesada por el río Huangpu, que ahí desemboca en el río más largo de Asia: el Yangsé, de 6,300 Km.

 

Día 1 

Volamos por Aeroméxico y aterrizamos a la una de la tarde. Apenas llegar, nos dirigimos a una exclusiva zona comercial: Nanjing Lu West. En el Shanghai Centre Serviced Apartments tomamos posesión de nuestro apartamento, opción preferida por grupos familiares, viajes en grupo y para viajes de trabajo de varios días. Son dos torres de apartamentos, la Este y la Oeste, con el hotel Portman Ritz Carlton entre ellas. A pocos pasos de ahí se abrían mil posibilidades de compras y puntos de interés, paseos, cajeros automáticos y refinadas tiendas de comestibles.

El apartamento tenía dos habitaciones con baño y mobiliario completo. Por el precio de una habitación de hotel teníamos cocineta, refrigerador y lavadora-secadora, muy útil si se viaja con poco equipaje. La renta incluye desayuno en las 4 cafeterías del conjunto. Y como huéspedes de los apartamentos, teníamos acceso a los restaurantes del Ritz. La ubicación era excelente, justo en Pudong.

Al ver las camas decidimos contrarrestar un poco el desfase de horarios. Habíamos despegado a las diez de la mañana y aterrizado a la una de la tarde, la media noche en México. Optamos por  dormir unas horas.

Despertamos a las 6 de la tarde, hora local (5am en México). Era domingo, así que revisamos la lista de lugares que nos habían sugerido para visitar en los ratos libres que nos dejaran las visitas y reuniones de trabajo que motivaron nuestro viaje. 

 

 

 

 

Caminamos por el hermoso paseo de la calle peatonal Bund, en la vera oeste del Río Huanpu. Bund es un “apodo” de esta calle, cuyo nombre en chino es Zhongshan Dong Yi Lu, que se traduce como 

primera Calle del Este de Zhongshan. Fue fue asentamiento británico pero en 1846 se pavimentó y se reforzó el malecón para dar lugar a este agradable lugar. Me fascinó ver gente de cerca, su tranquilidad, su lenguaje corporal relajado como si estuviera en una reunión familiar o escolar.

El Bund fue uno de los principales centros financieros de Asia hace un siglo. Es un paseo con los edificios más significativos de la etapa colonial, como el corporativo del banco HongKong Shanghai Banking Corporation, HSBC, edificado en 1921 y sede del Ayuntamiento de 1950 a 1990. Otro emblemático es el edificio del Hotel Peace, con su verde techo piramidal.

Buscamos al azar dónde cenar y nos topamos con lo inesperado: un restaurante español atendido por su propietario y Chef, Guillermo “Willy” Trullas. Sus croquetas de jamón al centro nos mejoraron el humor, lo mismo que poder hablar en español. Siguió un rico gazpacho, cómo no, si el lema de El Willy es “Happy Spanish Restaurant”. Escuchamos sugerencias y triunfamos con el pulpo cocinado a baja temperatura envuelto en jamón serrano. ¡Ozú, qué platillo éste! Con un excelente tinto riojano seguimos hasta la tabla de quesos, pan y aceite de olivo, que rematamos con un carajillo. Una última mirada a la ciudad a través de los enormes ventanales de El Willy, y al hotel por nuestra siguiente tanda de sueño, para trabajar al día siguiente.

 

 

Día 2

La jornada terminó a las 6, tal vez por compasión. Aún cargábamos la fatiga por el “decalage” de horarios, teníamos hambre y las juntas se habían dado sin intermedio desde las 8. Afortunadamente la primera había sido un desayuno en el Waldorf Astoria Shanghai on the Bund. El personal multilingüe fue amigable, un toque de distinción que luce más que la decoración impecable de la cafetería de suave luz y ventanales enmarcados por pesadas cortinas rojo vino. 

La sencillez de los platillos Yin había armonizado con lo perfecto de su preparación: melón con miel de abeja sobre dos rebanadas de jamón, huevos poché y un perfecto café exprés.

Al final de la última junta caminamos hasta los jardines Yuyuan, magnífico modo de relajarnos. Tienen más de 400 años, fueron construidos en tiempos de la dinastía Ming. Son un remanso de paz rodeado por la vorágine del distrito financiero. Es uno de los parques más grandes de China, con 20,000 metros cuadrados, y el más famoso. Yuyuan significa salud y felicidad, un nombre bien puesto.

 

 

 

 

Atravesamos el río Huangpu por abajo, por el Túnel Renmin, hasta el lado oeste de Shanghái. Fuimos al restaurante Jade on 36, en el piso 36 del hotel Pudong Shangri-La. El restaurante bien valió el viaje subterráneo. Tiene el mejor menú francés de Shanghái, a cargo del Chef de Cuisine Franck-Elie Laloum. De la decoración destaca la generosa iluminación, casi igualada por la del paisaje citadino, tan amigo de los ventanales.

Para empezar, Fraicheur de Legumes Retour du Moyen Orient: aguacate con limón y aceite de olivo, Hummus ligero del Líbano, Espárragos verdes al vapor, Pesto a la menta y Yogurt al aceite de piñas de pino a la parrilla. Segundo tiempo: la selección Oeuf Fumee Iodee (Huevo ahumado e iodizado): Huevo tibio cocinado a 65ºC, Espárragos verdes ahumados, Caviar Kaluga Real, Jugo de espárragos y Láminas de espárragos.

De la lista de postres elegí  “Puissance Acidité et Douceur” (Energía de lo amargo y la dulzura): Crujientes raíces de legumbres y Sabayon al café arábica fuerte. Un blanco Marsanne de las Côte du Rhône nos hizo excelente compañía.

 

 

Día 3

El sol brillante nos hizo percatarnos de que los tres días anteriores habían estado algo nublados. Ese día trabajamos visitando la Universidad de Jiaotong, donde más de 1,500 extranjeros estudian principalmente el idioma chino. El plantel cuenta con 835 profesores de planta, 15 miembros de la Academia China de Ciencias, 20 de la Academia China de Ingeniería, 24 profesores investigadores y más del 70% de sus catedráticos tienen doctorados o post-doctorados. Sus programas en inglés son reconocidos por la Universidad de Michigan, en Ann Arbor. El Campus Xuhui, el principal, fue construido hace casi 100 años y aún conserva los edificios de esa época. Construcciones más recientes albergan aulas y laboratorios de disciplinas científicas. El Campus Ming Hang es mucho mayor que el Xuhui; se comenzó a construir hace 20 años y sigue creciendo.

Luego de obtener la información que requeríamos, pensamos en una comida típica china. Mucho se habla de que hay platillos preparados con perro, pero nos informaron que no es muy común ya encontrar un lugar que los sirva. Son típicos del sur del país; en Shanghái se ha generalizado la comida a base de puerco y res, principalmente.

Fuimos al Yuanyuan, no lejos de la Universidad, en Xingguo 201. Su carne roja asada es exquisita, invita a comer, y la leche cuajada de soya también destaca tanto por su sabor como por su olor. Descubrí por qué es famoso su Xien Huan Ke, deliciosos huevos de cangrejo. Calmada el hambre, regresamos a nuestra base para descansar.

 

Día 4 

Desayunamos temprano en el Din Tai Fung, calle Xin Ye número 123. Su arquitectura nos hizo recordar Europa, aunque tiene también elementos de la llamada Shikumen, amalgama de los estilos oriental y europeo surgida a principios de los años 1900. Estábamos decididos a probar los famosos bollos tradicionales Dim Sum, diferentes a los que conocemos. Se preparan al vapor con harina, se rellenan sobre todo con cerdo y se sirven bien calientes, crudos o ligeramente fritos, con salsa de soya. A los de trufa les precedía una fama muy bien merecida. Fue un descubrimiento que disfrutamos con un tazón de te. Luego nos daríamos cuenta de que estos bollos son la comida rápida que los paisanos desayunan en la calle rumbo a su trabajo. La cadena de restaurantes Din Tai Fung ha sido reconocida como lo mejor de Shanghái en comida típica china.

Terminamos de trabajar a medio día y teníamos la tarde libre; ya en 24 horas abordaríamos nuestro vuelo de regreso. Decidimos aprovechar ese tiempo recorriendo algunos de los lugares que nos faltaban: habíamos estado en los jardines Yuyuan, con sus edificios tradicionales, sus estanques y prados, todo rodeado por el Muro de los Cinco Dragones; habíamos paseado por el Bund y admirado la Torre Jinmao, edificio de 420.5 metros y 88 pisos, en la orilla opuesta; conocíamos ya Pudong, abundante en rascacielos, centros comerciales de lujo, hoteles de prestigio mundial y restaurantes gourmet.

 

 

 

Fuimos a la Torre Jinmao, que sólo habíamos visto por fuera, para visitar su elegante bar Cloud 9. No lo encontrábamos, porque el edificio no cuenta con señalamientos. Dice el dicho que “Preguntando se llega a Roma”, y también al Cloud 9. Acomodado ante un panorama de ciudad y mar que impacta, pedí mi cerveza Corona. En la plática supe más detalles sobre este bar del Grand Hyatt: que es el hotel más alto del mundo, que el Cloud 9 es el bar más alto del mundo, que en el piso 53 hay un Piano Bar y en el 56 un Patio Bar. Claro, las palmas se las lleva el Cloud 9 del piso 87. Sus ventanales rodean el lugar, así que la vista es espectacular de día y más de noche. Los visitantes de occidente tienden (tendimos) a subir un piso más, hasta el 88, para lo que no imaginábamos: apreciar la suave curvatura de la tierra, perceptible a esa altura.

Por conocer más, interrumpimos ese momento fascinante y por una recomendación fuimos a buscar dónde comer en la parte antigua de la calle Wujiang, en Suzhou, en el este de Shanghái. De nuevo, como en el Bund, el espectáculo lo hizo una gran cantidad de gente caminando, pero no veíamos turista alguno. Bicicletas estacionadas, andando, peluquerías y una cantidad impresionante de restaurantes, eso sí. Los nombres estaban escritos en caracteres chinos que no podíamos descifrar ni memorizar. De cualquier manera, el consejo era comer donde nos pareciera apetitoso y limpio. Así lo hicimos y ordenamos a señas. Quedé satisfecho con tres brochetas de cangrejo, pescado y camarón con verduras, exquisitas más allá de mis expectativas, y de nuevo unos bollos rellenos de res, de cerdo y de trufa. Tres, también, con la cerveza disponible: Tsingtao. Los ingredientes estaban frescos, el lugar limpio y muchos comensales comían de pie afuera del restaurante, ya que Wujiang es una calle peatonal. Estuvimos en un lugar auténticamente shanghiano.

Seguimos con una fascinante visita al Museo de Arte de Shanghái, en la Plaza del Pueblo, cuyo edificio tiene forma de vasija china antigua. La galería de cerámica y porcelana de la dinastía Tang, es brillante. La colección de pintura tiene obras que datan de las dinastías Tang, Song, Yuan y Ming. No perderse las salas de monedas, arte de las minorías, de jade antiguo y de esculturas.

Cenamos en el bar del Portman Ritz Carlton. Su decoración es exótica y bien planeada, domina el color negro decorado con luz suficiente para hacer agradable la estancia. La barra es enorme y el surtido de licores también. Debíamos cenar sin tardarnos demasiado para proceder a empacar, así que pedí una papa con costra de hierbas en salsa tártara, pechuga de pollo con tomate y papas a la francesa, y como postre un “brownie” de chocolate amargo. Como era de esperarse, empacar nos tomó mucho tiempo entre la plática, la euforia del regreso y las compras que nos mostrábamos unos a otros, hechas en escapadas rápidas en la calle Nanjing, camisas en WW Chang & Sons Taylor -en el hotel Hilton- y seda en Yuyuan. No hubo tiempo para más.

 

 

 

 

Día 5 

Despertamos con sueño, pero durante el vuelo ya lo recuperaríamos. Desayunamos el Bufette que ofrecían los departamentos: frutas frescas, jugos, jamón y quesos, deliciosos sobre un pan más que digno. A las nueve partimos rumbo al aeropuerto de Shanghái (Pudong), uno de los más activos de China. Si a la llegada habíamos salido pronto de ahí, en esa ocasión tuvimos tiempo para ver con detenimiento la arquitectura ultra moderna del edificio, sus tiendas, cafeterías, restaurantes y su gente. Siempre es entretenido ver pasar gente, y un aeropuerto es el mejor lugar para hacerlo. Así se nos pasó el tiempo, entre caminar, comprar recuerdos de última hora, tomar café y ver gente, hasta que abordamos de regreso a México. Ahí terminaba nuestro viaje que, a pesar de haber tenido motivos de trabajo, nos dejó el tiempo suficiente para paladear un poco de esa impresionante megalópolis. Hasta luego, Shanghái.

 

 

Texto: Antonio López Garfias ± Foto: DREAMERON / MadGrin / clownjoke / mariusetsylvie / VACAZIONAVIAJES / XCHNG / GOWAY / Impress PR / ENTENDENCIA