En el marco de la celebración de la Capital Europea de la Cultura 2008, la Tate  Liverpool presenta, por primera vez en el Reino Unido, una exposición exhaustiva en torno al artista austriaco Gustav Klimt. Gustav Klimt: Painting, Design and Modern Life in Vienna 1900, recrea el sofisticado mundo de la Viena de principios de siglo XX. Y presenta no sólo pintura, dibujo y gráfica del artista, sino también muebles, diseño, objetos de plata, joyería, moda, diseño gráfico y material documental de la época, recopilado de todas partes del mundo. La exhibición por un lado, apunta a la articulación entre las llamadas ‘artes finas’ y las artes aplicadas; por otra parte, rescata la espacialidad más bien arquitectónica en la pintura de Klimt. La cultura vienesa del principio de siglo que atestiguó el ocaso del imperio Austrohúngaro, dio a su vez nacimiento al pensamiento de Sigmund Freud y Ludwig Wittgenstein -en el psicoanálisis y la filosofía, a la música de Arnold Schoenberg, y por supuesto, el arte de Egon Shiele y Oskar Kokoschka. A la vuelta del siglo, Viena, fue una de las capitales culturales europeas más importantes, la creciente clase media aspiraba a liberarse del pasado y a explorar nuevas formas de expresión en la arquitectura, las artes, la literatura y la música.

 

 

La Secesión vienesa, fundada y liderada por Gustav Klimt en 1897, fue un grupo progresivo de artistas cuyo trabajo abarcaba indistintamente los aspectos arquitectónicos,  artísticos y artesanales. El espíritu de la época, se veía animado por la búsqueda de un arte total que cortara los lazos con el pasado y estableciera el modernismo en Austria. Esta joven generación -que adoptó el estilo internacional art nouveau- perseguía el renacimiento de las artes aplicadas convocando a un grupo de arquitectos, artistas, diseñadores, artesanos, grabadores; algunos Naturalistas otros Simbolistas.

 

 

 

Joseph Maria Olbrich, diseñó el icónico edificio que ocupaba la Secesión como lugar permanente para sus exposiciones. A propósito de una exposición dedicada a Ludwig Van Beethoven, Gustav Klimt pinta el Friso de Beethoven en 1902. Una copia en tamaño original se presenta en la exposición que organiza la Tate. El friso original está basado en la interpretación de Richard Wagner de la Novena Sinfonía de Beethoven. Alude a la liberación de la <<débil humanidad>> a través de arte y el amor. La obra original fue producida para la exposición y no estaba programado que duraría más tiempo. Debido a esto, Klimt la trabajó con materiales pobres como tachuelas, trocitos de espejo, botones, bisutería de cristal tallado, cuestión que ha sido francamente problemática para su restauración.

 

 

 

Esta mítica obra de Klimt, estuvo guardada por doce años y el estado la adquirió en 1970, después de un periodo largo de restauración -en el que aprovecharon para hacer la copia que se pudiera exhibir de manera itinerante- el friso original fue colocado en el año de 1986 de manera permanente en la Secesión.

Cito a Herbert Lachmayer, director del Instituto Da Ponte en Viena: “El modernismo vienes, que comienza alrededor de 1880, puede ser descrito como implosivo. La sociedad católica, conservadora, más o menos aristócrata o burguesa de estos tiempos perpetuaba una moral rígida y unos valores culturales que reprimían la emancipación social con autoridad y confianza. El modernismo reaccionó en contra de este ridículo conservadurismo a través del la ironía y la ambigüedad.” Y más adelante apunta: “La ambigüedad ha sido también un instrumento poético que cruza las fronteras entre el conciente y el inconsciente.”

 

 

 

 

El camino del inconsciente descubierto por Freud, visualiza la existencia humana desde sus absurdos, sus contradicciones, sus temores y el humor. La idea del trabajo del sueño que Freud desarrolla en La interpretación de los sueños, establece una conexión con el modernismo vienes de principios de siglo. Pensemos en la obra no sólo de Gustav Klimt, sino también de Egon Shiele y de Oskar Kokoschka. De acuerdo con Freud, el sueño es el cumplimiento disfrazado de un deseo reprimido, <el sueño disminuye la censura y permite evitar la resistencia>. Este conflicto del deseo que pone en tensión las esferas de la realidad privada y la moralidad publica, se vio reflejado en la producción artística de la época. Los retratos de estos artistas nos hacen dar cuenta de un malestar en la cultura, de un síntoma que emerge en el cuerpo del retratado mediante gestos y malformaciones. Estos retratos sintomáticos, han sido interpretados como portadores de una nueva conciencia social e incluso de una nueva ética. En todo caso, sería una ética que recoge los hijos bastardos de la razón, aquel familiar denegado de la cultura occidental: el deseo.      

 

 

 

Texto: Anarela Vargas ± Foto: Tate Liverpool.