Audacia sin límites, seductor y temible adversario, así definían a Onassis.

Con un boleto de tercera clase destino a Uruguay, 250 dólares y una gran esperanza para el futuro, el chico griego de 17 años de edad, Aristóteles Onassis (1906-1975), inició una aventura que lo llevó a ser uno de los hombres más poderosos del mundo.

El más famoso magnate naviero hizo su primera travesía marina en 1923, de su natal Izmir (Esmirna), Grecia (antes parte del Imperio Otomano), a Uruguay, para posteriormente trasladarse a Argentina, donde trabajó como lavaplatos, ayudante en una lavandería, electricista y finalmente como trabajador de la British United River Plate Telephone Co.; ahí parecía tener un futuro prometedor, hasta que, tras juntar una suma considerable de dinero, producto de la especulación en la Bolsa de Buenos Aires, inició la importación de tabaco, actividad que conocía de cuando trabajó en el negocio de su padre, Sócrates Onassis, reconocido productor de tabaco turco, aunque no tuvo el éxito que esperaba. Sin embargo, gracias a su don de gentes, persuadió a Juan Gaona, dueño de la más importante empresa tabacalera argentina, para que mezclara el tabaco, que su padre le enviaba, en la fabricación de sus cigarros Piccardo. Tiempo después, en la segunda mitad de la década de los 20, cuando el consumo de cigarrillos entre las mujeres se puso de moda, sobre todo en los altos círculos sociales, aprovechó la ocasión para producir sus propias marcas: Osman y Primeros.

Al crecer el negocio del tabaco y para evitar que los barcos regresaran vacíos a Grecia Onassis comenzó a exportar pieles, granos y lana; así fue como impulsó su segundo gran negocio: el transporte marítimo; el siguiente paso fue comprar barcos para ampliar su capacidad de transporte de tabaco.

 

 

 

La primera flota

 

Aristóteles adquirió su primera flota en una subasta de remate de la Canadian Pacific Railway, se trataba de seis barcos antiguos por los cuales negoció hasta obtener “un precio justo”: 20,000 dólares cada uno; esa flota de buques de vapor fue el inicio de un emporio naviero que llegó a incluir barcos cargueros, petroleros, balleneros y cruceros.

Posteriormente, obtuvo de la Metropolitan Life Insurance Company un préstamo por 40 millones de dólares para la construcción de barcos nuevos, dejando en garantía el contrato de flete que tenía con una empresa petrolera y para 1939 ya poseía una importante flota de petroleros. En 1957, fundó la Olympic Airways (hoy Olympic Air), la primera línea aérea de bandera griega.

Tanto Peter Evans, en el libro Ari; como Terry Christen, en La Verdadera Historia de Onassis, y Peter Adams, su biógrafo oficial, cuentan que Ari podía oler el dinero y las oportunidades de ganarlo. Con tesón, pero con una mayor dosis de ambición, Aristóteles Onassis cimentó un imperio de inmuebles, salas de espectáculos, hoteles, una aerolínea y casinos, entre ellos el de Montecarlo, asociado con diversos empresarios y reconocidas personalidades como su amigo el Príncipe Rainiero.

 

 

 

 

 

 

La reina de los mares

 

De nacionalidad canadiense, Christina vio la luz en 1943 y fue la preferida de las embarcaciones de Ari Onassis. Originalmente ensamblada como fragata clase river, para la Real Armada Canadiense, llevó el nombre de Stormont; participó en la Segunda Guerra Mundial escoltando convoyes marítimos.

Ari adquirió la embarcación en una subasta en 1954, por 34,000 dólares, dándole el nombre de la hija que tuvo con su primera esposa Athina “Tina” Livanos, hija del magnate de barcos griego Stavros Livanos. Sin embargo, no llegó a ser conocida como la reina de los mares, sino hasta que convirtió al navío en el yate más lujoso del momento y con una inversión de 4 millones de dólares en su remodelación, lo transformó en una lujosa residencia flotante.

Sus 99 metros de eslora, 18 suites dobles y taburetes forrados con piel de pene de ballena, fueron titulares de la mayoría de los medios de comunicación buena parte de la segunda mitad del siglo XX; pero su fama como emblema de poderío y lujo se la dieron los personajes más famosos y poderosos de las décadas de 1950, 1960 y 1970 que solían dejarse ver sobre la popa de este buque. Figuras de la política como Winston Churchill y John F. Kennedy, quien pasó en él varios días por el Mediterráneo; estrellas del cine y el espectáculo como Elizabeth Taylor, Richard Burton, Marilyn Monroe, Frank Sinatra y, por supuesto, la soprano Maria Callas –el amor eterno del magnate naviero–; así como Jacqueline Lee “Jackie” (Bouvier) Kennedy Onassis.

 

 

 

 

Ari gozaba estando en el mar, por lo que pasaba días enteros en el Christina, inclusive Athina afirmaba que Onassis amaba más a su barco que a ella misma. Y eso también lo sabían los miembros de la tripulación, pues cualquier desperfecto o la más pequeña mancha generaba un escandaloso despido dejando al responsable del disgusto en el siguiente puerto que fueran a atracar.

Con el paso del tiempo el barco envejeció y después de la muerte de Onassis en 1975, fue heredado a su hija Christina, quien tres años después lo cedió al gobierno griego para ser usado como yate presidencial, función que cumplió hasta el 2001 cuando pasó a manos privadas; fue remodelado y recobró su nombre, al cual se le añadió la O para que no perdiera el apellido de su dueño original.

En el 2013 el mega yate se subastó por 32 millones de dólares y actualmente se puede disfrutar de esta histórica embarcación por una renta.

 

Texto: Yolanda Bravo Saldaña ± Foto: VOLIMLE / YACM / THE EPOCHTIMES / LEGACY / digiman / WPS / CICERO