Cobijo de diversos pueblos y civilizaciones
Los primeros asentamientos fueron los de las tribus íberas en las colinas del interior, como Liria o Sagunto; más adelante, durante las Segunda Guerra Púnica (218-2012 a.C.) se disputaron el litoral los cartagineses en pugna con los romanos, venciendo finalmente estos últimos. Las legiones romanas fueron pacificando la península Ibérica y tras vencer a los lusitanos (futuros portugueses) fundaron Valencia en una isla del río Turia. Se repartieron las tierras de cultivo, urbanizaron la ciudad con un foro, un circo, un mercado y la curia administrativa.
Los visigodos dejaron como legado hermosas basílicas en honor de san Vicente Mártir quien sembró la semilla del cristianismo con su martirio hacia el 304 d.C.
Los árabes protagonizaron la siguiente oleada de invasores de este hermoso litoral, siendo los responsables del sistema de riego que daría fama, riqueza y prestigio a su rica huerta, por medio de ocho grandes canales o acequias. Instituyeron en la puerta de su Mezquita Mayor el tribunal de las Aguas, en el que los ancianos juzgan oralmente, los jueves al mediodía, sobre el uso y el abuso del agua en su fértil campiña.
Vinieron a arrebatarles el poder los cristianos levantados en armas el año 1238, con la entrada, el 9 de octubre, de las tropas de Jaime I de Aragón.
Los recién llegados reinstauraron el cristianismo, construyeron una hermosa catedral gótica, levantaron la imponente Lonja de la seda como homenaje en piedra al buen comercio entre los pueblos, que respetan la palabra dada.
La Edad Moderna despertó la vocación exportadora del empresario valenciano, que comenzó desde principios del siglo XVIII a llevar, hasta el norte de Europa, toneladas de ese fruto dorado, de sabor agridulce y piel rugosa, que es la magnífica naranja valenciana. Se elevaron monumentos públicos al progreso como el modernista Mercado de Colón en estilo gaudiano, el impactante Mercado Central, el segundo más grande de Europa, la esbelta Estación del Norte y los tinglados del Puerto.
El siglo XX conoció una terrible inundación destructora, de la cual la ciudad se levantó airosa para construir el hermoso parque del río Turia y la sorprendente Ciudad de las Artes y de las Ciencias.
Horizonte de una voluntad autónoma
La región en la que actualmente se asienta la Comunidad Valenciana, conformada por tres provincias: Alicante, Castellón y Valencia, brinda espectaculares paisajes; conformada por una estrecha franja montañosa que desciende en graderío hasta su llanura litoral que se extiende a lo largo de 632 km, haciéndolo el más amplio de España. Esta región mediterránea, por su excelente clima, invita a disfrutar de sus playas durante todo el año; sin embargo, esto no es todo lo que se puede disfrutar en la Comunitat, ya que las grandes culturas que habitaron estas tierras han dejado huella de su actividad, aunque el influjo moro (por su dominio de ocho siglos en la península Ibérica), es la que mayor presencia tiene, desde la agricultura, hasta la gastronomía. Debido a esta gama multicultural, es que las fiestas celebradas son tan diversas y coloridas, además de presentar una gran relevancia histórica; tanto que han sido declaradas como de interés turístico internacional, siendo las principales Las Fallas, Moros y Cristianos y Semana Santa. La Comunidad Valenciana ofrece lugares únicos y característicos, que han permeado en costumbres que maravillan a cualquier turista.
El palpitar de Alicante
Al sureste de la Comunidad Valenciana la Costa Blanca, con sus playas de ensueño, invita a disfrutar días de fiesta y actividades como el golf, pero también brinda una importante oferta cultural, como la que se hace presente en las zonas arqueológicas, como conjunto del arte rupestre del arco mediterráneo, que permanece como testigo del paso de la sociedad prehistórica postpaleolítica que ahí habitó; motivo de orgullo de la península Ibérica al ser Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Un recorrido por las calles del casco antiguo de Alicante, coloquialmente conocido como El Barrio, y por su puerto, da la posibilidad de reencontrarse con la historia arquitectónica de la ciudad, debido a la diversidad de estilos que la conforman y hacen de ella un destino donde la modernidad se funde con la tradición.
En lo alto del monte Becantil, un silente vigía resguarda la demarcación, se trata del castillo de Santa Bárbara. Esta fortaleza, aunque de origen árabe, conserva las huellas de las civilizaciones que se dieron paso por Alicante, dejando mayores rasgos de la arquitectura del siglo XVI. En este lugar se puede apreciar una hermosa vista de toda la demarcación.
En las faldas de la montaña se encuentra lo que en algún tiempo fuera la ciudad amurallada, sus calles angostas aún guardan una atmósfera de épocas pasadas, llenas de interesantes construcciones y monumentos. Algunos de los más sobresalientes son: frente a la Basílica de Santa María, edificada sobre la Mezquita Mayor de la ciudad (de la misma forma que sucedió en Valencia y otras localidades), la más antigua de Alicante, se encuentra el museo Casa de la Asegurada, en el que se resguardan obras de artistas contemporáneos de gran reconocimiento como Salvador Dalí, Chagall y Picasso, entre otros; la concatedral de San Nicolás, que data del siglo XIII, guarda pocos elementos de su construcción original, en contrapartida presenta su herencia barroca del siglo XVII; si bien su vista exterior resulta sobria, el interior suele dejar absortos a sus visitantes, sobre todo al conocer la Capilla de la Comunión.
El casco viejo de la ciudad, conforme se acerca la puesta del sol, exhibe su carácter bohemio en donde bares y cafeterías, invitan a las tertulias y vivir el ambiente festivo de esta zona de la ciudad, la cual presenta mayor bullicio durante el verano, sobre todo en el puerto.
Playas
La franja costera de Alicante, contrasta con el azul intenso del Mediterráneo y sus habitantes suelen presumir de contar con las mejores playas de la Comunidad Valenciana: idóneas para la relajación junto al mar. Algunas de las principales playas son: Playa de Postiguet, caracterizada por su extensa longitud de arena blanca y considerada como la segunda playa más grande de Alicante, cuenta con un paseo marítimo o malecón con bares y cafeterías; la Cala Granadella es una playa de grava, que invita a la práctica del esnórquel y el buceo; Carabassi, en la zona sur, es un lugar visitado en el verano por su fácil acceso; en Albufereta, de aguas tranquilas y fácil acceso, existen interesantes yacimientos arqueológicos que rebasan los orígenes de la fundación de la ciudad.
Fiestas
Sus más importantes celebraciones son la Semana Santa, en donde fe, tradición y folclor, van de la mano; en esta época del año, los serpentenates empedrados de las calles valencianas sirven de escenario para las procesiones de las cofradías, las cuales se prepararon durante todo un año para hacer única la representación de la Semana Grande; velas y flores decoran la solemne festividad, mientras las bandas de música le añaden un toque festivo pero respetuoso.
Moros y Cristianos, representación celebrada en diferentes regiones y en distintas fechas, conmemora la reconquista de las tierras ibéricas sobre los árabes. En Alicante, por ejemplo se celebra el 6 de diciembre.
La Hoguera de San Juan es una de las fiestas más esperadas, en la que se celebra la llegada del verano. Con varios meses de anticipación se prepara para que cada año se distinga como una de las fiestas más espectaculares del mundo; gracias a esto, ha sido declarada de interés turístico internacional. Los orígenes de esta tradición son inmemoriales, se remontan a épocas cuando los pueblos paganos hacían una pira en la víspera del solsticio de verano, de ahí pasó a la tradición cristiana y en la década de los veinte se agregaron figuras humanas que, año con año, fueron creciendo hasta llegar a las actuales que generan inmensa admiración.
Valencia sin par
Una ciudad mediterránea hecha de historia, luz y color; de aromas marinos, fragancias de huerta, pólvora y azahar. Se trata de una tierra que deleita los sentidos y se abre al visitante generosa, extrovertida; Valencia invita a ser explorada sin prisas, regalando a cambio emociones inolvidables.
Andar por sus calles se convierte en una experiencia sonora, pues el tañido de las campanas de la Catedral de Valencia, consagrada en el año 1238 por el rey Jaime I, el Conquistador, bajo la advocación de “Nostra Dona Santa María”, marca el pulso vital de la metrópoli. Entre todas, hay una que sobresale por su especial bordoneo, se trata de la campana de El Miguelete o Torre del Micalet, cuyo repique envuelve el ambiente en pleno corazón de la ciudad, junto a la plaza de la Reina de donde parte la visita a esta hermosa ciudad. Sorprendente y privilegiada, pocos núcleos urbanos pueden presumir de estar rodeados de huertos bañados por las cálidas aguas del Mediterráneo y junto a un parque natural como La Albufera. Sin duda, el eje noble de Valencia es la elegante calle de los Caballeros, que hoy se llena de contrastes, al fusionar el refinamiento de sus palacios con el ambiente vanguardista de sus tiendas y la vida nocturna del Barrio del Carmen.
Un parpadeo por Valencia
El barrio de la Seu, antiguamente Plaça de la Seu, uno de los centros neurálgicos de Valencia, todavía conserva la huella del urbanismo romano en las calles que llegan hasta ella. Ahí, en el corazón del Centro Histórico, se encuentran la Catedral y la plaza de la Virgen, donde tradicionalmente se han concentrado las instituciones y estamentos de poder, lo que la convierte en uno de los referentes históricos de la ciudad. Muy cerca está el Palau de la Generalitá; este edificio, que hoy alberga la sede del gobierno autónomo valenciano, fue erigido en el siglo XIV, como sede de la diputación general y su torre es uno de los símbolos representativos de la imagen tradicional de la ciudad. La zona también presume su historia de nobleza y burguesía, cuando en el Siglo XV en el Palau de Les Corts, mejor conocido como Palacio de Borgia, hoy convertido en el Parlamento Valenciano residió la noble familia.
En la plaza de la Limosna o Plaça de l’Almonia, considerada la más antigua de la población, bajo la cual fueron hallados los restos de la ciudad que ahí se asentó tanto en época de la Roma republicana como en la imperial. Hoy el espacio lo ocupan los restos arquelógicos en un complejo museístico. Otro testigo silente del pasado es la bella Cripta Arqueológica de la Cárcel de San Vicente Mártir, una capilla funeraria debajo de lo que fuera la casa del Chantre hasta la desamortización de 1835.
El andar por sus calles nos recuerda cuando, tras la invasión a la península Ibérica por las tropas musulmanas provenientes del norte de África, se le conoció como la Balansillá. Fueron cinco siglos (de los ocho que duró el dominio árabe) los que pasaron para transformar las costumbres y fisonomía de la ciudad, pero es en el paisaje ganado al agua donde queda su huella más profunda: la huerta y sus regadíos.
El paso del tiempo también dejó sus hitos, como la batalla del Puig en 1237, donde el rey Jaime I da el último paso para culminar con la conquista de Valencia, gestada años atrás, y que con su incorporación a la corona de Aragón, se convertiría en el Reino de Valencia, la capital del nuevo reino cristiano.
A las afueras del núcleo valenciano, la calle San Vicente sirve de guía hasta la iglesia de San Martín, una de las parroquias edificadas sobre antiguas mezquitas en el siglo XIII; asimismo, conduce a la plaza del Mercado, cuyo origen se remonta a la época islámica y conformó el núcleo comercial hasta el siglo XX en que se construyó el Mercado Central, que hoy en día es el segundo más grande de Europa. Un lugar especial ocupa la Lonja de la Seda, una joya arquitectónica de la ciudad y Patrimonio de la Humanidad desde 1996.
Huella implacable
Donde antes se alzaban mezquitas, hoy se levantan iglesias que buscan acallar la memoria del vencido. La mejor muestra de ello se eleva ante la mirada de sus visitantes, la Catedral de Valencia, que se levantó sobre lo que fuera la Mezquita Mayor. Alrededor de su consagración rondan diversas leyendas; la más conocida coincide con el relato de Josef Teixidor en su libro Antigüedades de Valencia, la cual dice que el rey Jaime I, armado con un martillo de plata, destrozó las paredes del templo musulmán, faena a la que se sumarían sus hombres para que, en pocas horas, la mezquita fuera convertida en ruinas. Sin embargo, se trata de un mito, pues en realidad la Mezquita Mayor sirvió de catedral hasta la construcción del actual templo y cuya edificación se prolongó en diferentes etapas. Desde 1262 hasta el siglo XIX; hecho que la convierte en una maravillosa síntesis de la historia de la ciudad y conjugación de la mejor arquitectura valenciana de todos los tiempos. Así, el recuerdo románico se hace presente en la Puerta del Palau; la elegancia del gótico está en la Puerta de los Apósteles, donde todos los jueves, a las 12 del día, se reúne el Tribunal de las Aguas desde el año 880; la novedad renacentista de la obra nova, es apreciada en la bella Aula Capitular; el audaz prodigio del gótico también se aprecia en cimborrio octagonal, obra de Martí Llobet; la espectacularidad teatral barroca recibe al parroquiano en la Puerta del Cerros. Esto es en una majestuosa edificación.
Convite levantino
Por las playas de Valencia se encuentran con facilidad lugares antiguos, que sorprenden por su antigüedad de más de 120 años. Malvarrosa, una de las playas principales, ofrece diversos lugares para disfrutar de un trago refrescante, como el Agua de Valencia, además que sus maravillosas vistas muestran al Golfo de Valencia.
La más importante celebración se conoce como las Felles o Fallas, dedicada a la llegada de la primavera; celebrada el día de San José (19 de marzo), fecha en que se elaboran esculturas de madera y cartón para prenderles fuego; durante toda una semana Valencia vive un carnaval que se engalana con corridas de toros. Ésta es una tradición heredada de los antiguos carpinteros, quienes recibían el día de San José –su patrono–, quemando los pedestales y aparatos de madera viejos, que empleaban para sostener los candiles con los que se iluminaban durante el invierno; frente a sus talleres o en la plaza principal.
Castellón el ambivalente
Castellón es la provincia con más montañas en la Comunidad Valenciana y la segunda de España, su zona costera también refleja un gran territorio ya que tiene una extensión de aproximadamente 120 km de litorales, donde los turistas disfrutan de hermosas playas. Un alto número de ellas con bandera azul, calificación que las distingue con una singular belleza y que han sido conservadas evitando su contaminación. Las mejores playas de esta provincia son las del Morro de Gos.
Se dice que éste es un destino ambivalente por sus contrastes, por un lado lo enmarca una riqueza natural sin par, pero a la vez sobresale el atractivo cultural, que abarca desde el arte rupestre, el cual debido a su importancia le valió ser incluido en 1998 en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, hasta el arte vanguardista del Espai d’art contemporani de Castelló (EACC), inaugurado en 1999, como parte del Proyecto Castelló Cultural, el que, a través de un programa de exposiciones, difunde la vida cultural de la ciudad.
Además, en la ciudad se aprecian los vestigios de la arquitectura romana, que se hermanan con el modernismo valenciano. A manera de ejemplo, un recinto que muestra esta disparidad es el Museu de Belles Arts de Castelló, edificio moderno en el que se exhibe una colección de arte histórico que va desde la era paleolítica, hasta la Edad Media; también está el Museo de la Cerámica de l’Alcora, donde se exponen trabajos de cerámica que comprenden desde el siglo XVIII hasta la actualidad.
Por su parte, el municipio de Morella es una parada obligada, para admirar el histórico castillo, construido sobre un peñasco por los antiguos levantinos o íberos como les llamaban los griegos. En la actualidad, vale apreciar la fortaleza que durante la época morisca fue de gran trascendencia y pasar un tiempo frente a sus murallas de 2.5 km de longitud, complementadas por 14 torreones y seis puertas, entre las que destaca la gótica de San Pedro; adicionalmente, resguarda algunas oficialías como el Palacio del Gobernador, las prisiones, la plaza de armas o la torre Celoquia. Durante alguna época sirvió como prisión en la cual estuvieron recluidos el infante Alfonso de la Cerda en 1288; Margarita de Monferrato (1364-1420) condesa de Urgell y madre de Jaime II de Urgell, entre 1414 y 1420, y el príncipe Carlos de Viana de 1460 a 1461.
Parada obligada
La Ciudad de las Artes y las Ciencias es un amplio complejo arquitectónico conformado por L’hemisferic, el primer recinto abierto al público en 1998, se trata de un edifico con forma de ojo, una de las características de los diseños del arquitecto Calatrava, en cuyo interior se encuentra una impresionante sala iMax de 900 m² y 24 m de diámetro. El Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, que abrió en el 2000, se conforma por amplios espacios interiores y exteriores; dedicado a las Ciencias Naturales, también funge como sede de diferentes eventos sociales y culturales de la ciudad. L’Oceanogràfic, inaugurado en 2002, es un complejo de cerca de 100,000 m2, concebido por el arquitecto Félix Candela, el cual representa a los diferentes ecosistemas marinos. El Palau de les Arts Reina Sofía, es un majestuoso edificio el cual se presenta como una gran escultura de alto contenido simbólico. El último gran componente de este desarrollo que en 2007 se convirtió en uno de los 12 Tesoros de España, es el Ágora, situado entre el puente de l’Assut de l’Or y l’Oceanogràfic.
Si bien la Entrada de Toros y Caballos, se trata de una popular fiesta celebrada en Segorbe, durante la segunda semana de septiembre, en la que 12 jinetes arropan y guían a una manada de toros por la calle Colón hasta la plaza de la Cueva Santa sin otra protección que su caballo, su importancia ha es de tal relevancia que se elevó a nivel de festividad declarada de Interés Turístico Internacional.
Es por ello que en la actualidad el Centro de Interpretación de la Entrada de Toros y Caballos es un espacio museístico en el que se recrea, durante todos los días del año, la esencia de esta celebración.
En la primera planta del recinto, se comienza con un recorriendo por los escenarios de la fiesta: el río, la subida por el Rialé, la reunión y la carrera; otras salas muestran, en una gran exposición, los elementos principales: el caballo, el toro, el jinete, los garrotes. Todo se complementa con una proyección que lleva al espectador al siglo pasado y muestra los elementos que todavía se conservan de la fiesta. En la segunda planta, está la sala de exposiciones y cuarto de proyecciones, donde el visitante vive la emoción de la Entrada de Toros y Caballos de Segorbe, al visualizar, mediante cinco pantallas simultáneas, las imágenes y sonidos que caracterizan esta fiesta.
Texto: Vicente Niclos Albarracin / Jesus Peraza ± Foto: WPS / las providencias / living valencia / BUNGALOWS / GUIDO VALENCIA / JULIE LOB / VENTS FESTA / SPAIN COAST / Javiewr Guijarro / Vibotest / NACHO BARCO ALICANTE YE / TRES IRADAS / MOROS