La buena vida de Miami nos había conquistado y llevábamos seis días llegando de madrugada al The Tides Hotel, en el centro de Ocean Drive. El hotel The Tides es un clásico, representativo del Art Deco tropical, diseñado en 1936 por L. Murria Dixon. Hay que destacar que aquí se alojaron integrantes de la familia Kennedy y Clark Gable. Su terraza The Terrace es el lugar ideal para ver y ser visto y el l 220 es su lujoso restaurante de alta cocina francesa.

En South Beach, desde South Pointe hasta Lincoln Road, la fiesta nunca termina, el ambiente latino envuelve a la ciudad que no descansa nunca. Miami es la nueva capital latina, y parece que se ha constituido en el punto de encuentro de gente de todas partes del mundo. Allí se mezclan las músicas y ritmos y los idiomas se confunden mientras los encuentros estallan. Es la ciudad que atrae por su permanente oferta de diversión, tanto de día como de noche, y en la que los turistas buscan ver de cerca a algún personaje famoso que siempre hay en ella.

En Joe’s Stone Crabs Restaurant hay que ir a comer cangrejos y a vivir buenos encuentros; en Nemo encontramos a los famosos amigos del dueño de Amnesia, la gran discoteca de onda europea; y Joia pertenece a unos amigos de Madonna (Ingrid Casares y Chris Paciello), es un ambiente estilo Armani, donde se come pescado fresco y tiramisú, y es común encontrarse con Mariah Carey o Al Pacino, entre otras figuras de la farándula.

 

 

 

Nuestros días en Ocean Drive empezaban a las 10:30 en el famoso News Café, sitio en el que se encuentra a medio mundo, y al que siempre iba Gianni Versace, cosa que hizo hasta el día de su muerte. Nuestro duro trabajo era escoger el mejor restaurante para la comida o la cena e irnos de shopping o a la playa. Disfrutamos de A Fish Called Avalon, que sirve las cosechas de los pescadores y su famoso champagne-brunch los domingos, de Lario’s on the Beach con su comida cubana, cuyos socios cuentan con Gloria Estefan, y tuvimos varias paradas en el irrefutable Mango’s Tropical Café con su música en vivo y su ambiente que desborda de sensualidad. La cena en el Les Deux Fontaines no deja de ser una de las mejores, pero no podíamos fallar a la cita en el Café Cardozo, de Gloria Estefan.

Por la tarde íbamos al Bar None, con Jack Nicholson y rodeados por las pinturas de Silvester Stallone; en el Bash, un bar-disco, propiedad de unos amigos de Sean Penn, tuvimos la ocasión de conocer a un excelente DJ francés, en The Living Room at Strand para cenar y en el Chaos o en el Liquid para bailar. The Clevelander Bar sigue siendo la mejor barra al aire libre de Miami Beach, donde se puede comer hamburguesas o langostas. Nuestra vida nocturna llegaba hasta Collins Avenue en el Sha Been con su cocina jamaiquina, Washington Avenue con el Macarena, auténtica taberna española, o en los clásicos de Lincoln Road, como el Sushi Samba con excelente sushi y buen ambiente, el Pacific Time y su ambiente minimalista o el Touch y su decorado de la Belle Époque.

La fiesta es continua, la vida es como una novela de farándula, las noches nunca terminan, las playas son momentos de descanso.

 

 

Finalmente, durante las dos últimas noches nos instalamos en el agradable Sonesta Hotel & Suite Coconut Groove, lejos de las tentaciones y cerca de nuestro yate que se encontraba en la hermosa marina de Key Biscayne. Mientras preparábamos los últimos detalles pudimos visitar los encantadores barrios de Key Biscayne, Coconut Groove y Coral Gable, sin faltar a Little Havana.

Llegó el día de zarpar. Dedicamos la mañana a visitar los canales de South y Central Miami Beach, descubriendo las hermosas mansiones a la orilla del agua, donde destacan las de Julio y Enrique Iglesias y la de Ricky Martin, entre otros famosos.

 

Desde Miami hasta Key Largo

Navegamos por el Parque Nacional Biscayne, de aguas tranquilas protegidas por algunos cayos (Eliot y Sand Keys) de arena blanca. Rápidamente llegamos a uno de los cayos más largos, Key Largo, que protege el John Pennekamp Coral Reef State Park. Aquí buceamos y pudimos observar gran variedad de peces de colores. El arrecife resguarda al conjunto de delicados seres que allí se desarrollan y, entre otras riquezas maravillosas, alberga a 55 tipos de coral.

Visitamos el Christ of the Deep, hermosa estatua de Cristo que está hundida en el arrecife en recuerdo de los marineros que murieron en esas aguas traicioneras. En este lugar es necesario estar siempre pendiente de la profundidad, debido a que los arrrecifes son peligrosos por ser muy cambiantes.

El atardecer se anunciaba hermoso cuando entramos en la Tavernier Creek Marina, en un canal que comunica el océano con el Golfo de México. Key Largo, de 30 millas de extensión, se hizo famoso por la película que se rodó allí en 1948, con Humphrey Bogart y Lauren Bacall, en la que un terrible huracán azotaba la isla. Además, en esa zona hay edificios de principios del siglo XX, y muchos hoteles y restaurantes, como el Bayside Grill, todo lo cual es un magnífico marco para disfrutar de un soberbio atardecer.

 

 

Everglades National Park

Al siguiente día decidimos explorar las aguas de Florida Bay, parte del Parque Nacional Everglades, esa gran extensión de tierra casi inundada. Esta zona, llena de lagos y pantanos, es el hogar de muchos cocodrilos americanos y aligatores, de la pantera de Florida, del venado de cola blanca, del manatí, de águilas, de garzas y de la cigüeña del bosque.

En la bahía pasamos por un sinnúmero de cayos cubiertos de vegetación, incluyendo mangles, por lo cual se necesita un buen mapa de navegación y un radar detector de fondos para seguir los canales y no quedar encallado. Es un paisaje muy extraño de islitas repartidas dentro de la bahía como si hubieran sido lanzadas desde muy lejos, sorprendente paraíso habitado solamente por pájaros y peces.

Explorando esos asombrosos cayos llegamos a Flamingo, un centro para los visitantes, adonde llega la carretera que cruza el parque. Atracamos el barco en la marina, allí nos encontramos con Jorge para explorar los sitios de interés y observar los cocodrilos. Uno de ellos fue más curioso que nosotros y empezó a acercarse demasiado. Cuando empezó a levantar su cuerpo y a correr sospeché que quería algo más, y ... ¡ay, tuvimos que refugiarnos en el coche!

El paisaje es insólito, unas palmas surgen de las islas que son las partes más altas rodeadas por las partes bajas que se inundan con las lluvias. Varios canales recorren esa región que se eleva a 2.60 m sobre el nivel del mar en su punto más alto. Es un lugar maravilloso para observar la su fauna y su flora tan características. Al final del día cruzamos la bahía entera, esquivando las islas, exploramos Corine Key y Bob Allen Keys hasta llegar a Islamorada, la que sigue de Tavernier. A la noche atracamos en Coral Bay Marina, justo a tiempo para gozar de una hermosa puesta de sol sobre el Golfo de México.

Islamorada es conocida como “Capital Mundial de la Pesca” porque es un buen lugar para pescar en alta mar; sin embargo, lo más fascinante es bucear en San Pedro Underwater Archeological Park, donde unos galeones españoles se hundieron durante el terrible huracán de 1733, que tiene su memorial en recuerdo de esos temibles vientos. Island Grill es la mejor opción para disfrutar de una buena langosta, de camarones o de carnes, y ofrece la comodidad de tener un acceso para los barcos.

 

 

Lower Keys

Fue un placer navegar al día siguiente por las aguas turquesas que rodean ese collar de islas unidas por puentes de diferentes longitud y diseño, como el Long Key Bridge (dos millas de largo), que une Long Key con Middle Key, para alcanzar Duck Key y llegar a Marathon. Situado a la mitad del camino, entre Key Largo y Key West, Marathon es el corazón de los cayos, con una de las ciudades más grandes y su propio aeropuerto, formado por un conjunto de islas, con una hermosa ciudad-marina en Bonefish Bay y su interesante Dolphin Research Center en Grassy Key para encontrarse con los delfines. Marathon se considera también como uno de los mejores lugares de playas, para bucear y pescar, con la casi certeza de un encuentro con un pez espada, con un tiburón mako, o con un atún y otros peces grandes.

Visitamos el Boot Key Harbour, puerto natural delimitado por Vaca Key y Boot Key, antes de recorrer el 7 Miles Bridge, que une a Vaca Key con Bahía Honda Key, inaugurado a principios de 1980. Junto a él corre el antiguo puente construido entre 1908 y 1912, por Henry Flagler, para el tren que unía los cayos. Era indestructible, hecho con los mejores materiales, hasta que el terrible huracán de 1935 torció las vías y el puente fue convertido en angosta carretera de una sola vía. Hoy en día es sólo para peatones y los dos puentes representan obras maestras de ingeniería reflejando las diferentes épocas en las que fueron realizados.

 

 

 

Entonces, entramos en las aguas turquesas de la Bahía Honda State Recreation Area, zona protegida, de aguas cristalinas, de playas de arena blanca, adornada por palmas y senderos. Anclamos en el Spanish Harbor para recorrer Big Pine Key, una verdadera isla que permite el crecimiento de pinos endémicos. Aquí pudimos observar al venado originario de esa isla, un venado de cola blanca algo más chico que el que colonizó la isla cuando todos los cayos estaban atados al continente. Es un precioso animal, muy confiado, fácil de encontrar en las calles o alrededor de un ojo de agua dulce. También habitan ese lugar unas tortugas de concha blanda y algunos aligatores. Un detalle en este sitio: No Name Pub, vale. Un pub con muros tapizados por billetes de un dólar, en el que según el dueño hay unos 60,000 dólares en papel-tapiz.

Seguimos nuestro recorrido a lo largo de los últimos cayos, Lower Keys, antes de llegar a Key West. Del lado del Atlántico se encuentran los mejores lugares de buceo, y Looe Key Marine Sanctuary es el mejor sitio para observar corales, rayas, pulpos y peces de colores, todos habitantes del arrecife de aguas cristalinas.

Navegamos a lo largo de los cayos, que se definen con una serie de bahías y pequeñas islas, y entramos de nuevo del lado del Golfo de México por el Cow Key Channel, pasando por debajo del último puente que une a Key West, la enigmática ciudad, al continente. Atracamos en el Historic Seaport, donde los más hermosos yates rivalizan en belleza y los mejores restaurantes se llenan, atrayendo a la gente bronceada por el sol del trópico.

Llegamos a tiempo para navegar en las aguas de Key West Bight y observar el magnífico atardecer con las Sunset Key y Christmas Tree Island como marco. Las puestas de sol en Key West son una celebración, recuerdo que se escuchaba el clamor de la gente que las observaba desde el muelle o Mallory Square, espacio donde siempre hay espectáculos callejeros.  

 

 

 

 

Key West

Key West conserva su atmósfera romántica surgida del pasado. Es una invitación a pasear por sus calles sombreadas, donde desborda la vegetación tropical, y descubrir sus antiguas casas de madera, tan singulares por sus terrazas o columnas o sus ventanas o los colores vivos que las destacan.

Más cerca de Cuba (90 millas) que de Miami (150 millas), Key West fue colonizada en 1822. En ese entonces la gente vivía del negocio de rescatar los barcos encallados y apropiarse de sus mercancías. De ese modo se volvió una verdadera industria, y a mitad del siglo XIX Key West era una de las ciudades más ricas de Estados Unidos.

De este modo se fue desarrollando con el esplendor propio del lugar, las bellas casas se levantaron con elegancia y con el tiempo, se instalaron varios cubanos y la colonia griega contribuyó a la prosperidad de la isla. No obstante, la depresión agotó la isla, aunque ahora surge de nuevo como uno de los mejores destinos turísticos.

 

 

La gente es encantadora, relajada, y se hacen llamar “conchs” para diferenciarse de los turistas o de la gente originaria de otras partes. Duval Street es la calle de las tiendas, los bares y los restaurantes. Paradas obligadas son: Sloppy Joe’s con su música en vivo y su ambiente de otros tiempos, Captain Tony’s Saloon (original Sloppy Joe’s, donde Hemingway conoció a la que fue su tercera esposa) y Hog’s Breath Saloon. Cada uno escoge su ambiente, su comida favorita y donde sea, la velada es un éxito.

Al final de Duval Street encontramos el “Southernmostpoint”, el punto más sureño de Estados Unidos, con las bellas mansiones que se instalaron a la orilla del mar. La casa de Ernest Hemingway conserva el secreto encanto del escritor que aquí pasó varios años escribiendo sus mejores novelas como El viejo y el mar y Adiós a las armas.

El faro, que está muy cerca, regala una hermosa vista sobre la ciudad, en que es muy recomendable visitar las impresionantes mansiones, como Curry Mansion, Porter Mansion (Heritage House Museum) y las elegantes casas de Caroline y Greene Street.

Cada calle es una sorpresa, cada fachada es una obra de arte, y los museos, así como los fuertes Zachary Taylor o el East Martello, son paseos en el tiempo para descubrir los tesoros rescatados de los barcos hundidos. Key West invita a participar a su vida nocturna, de bar en bar, con encuentros sorprendentes. Es un lugar fabuloso para admirar la puesta del sol desde Mallory Square, con su ambiente festivo, y de tomar un tequila a la orilla del mar. Key West es una perpetua fiesta.

 

 

Dry Key Tortuga

Después de tres días dedicados a descubrir la alegría de Key West y su interés histórico, zarpamos en dirección de los últimos cayos. Son islas sin puentes y aisladas, sin embargo en una isla privada vimos una soberbia mansión, en la zona más cercana a Key West, y donde Marquesas Key parece un verdadero atolón.

A 70 millas de Key West llegamos a los cayos que constituyen el Dry Tortugas National Park, formado por siete islas. Es una reserva ecológica en la que anidan variedades de pájaros, y entre ellos el “sooty tern”, de cuerpo negro y cabeza blanca, que deposita sus huevos en el matorral. Las aguas son especialmente cristalinas y de colores, y pasan del turquesa al azul claro o profundo, además de sus playas de arena blanca, que son encantadoras. Este lugar fue llamado “Tortugas” por el navegante español Juan Ponce de León, debido a que al llegar al lugar se encontró con muchas tortugas. A su nombre se le agregó “Dry” para avisar de la falta de agua dulce en las islas.

 

 

Garden Key es la isla ocupada por Fort Jefferson, un insólito fuerte construido en 1846 que ofrece un panorama excepcional al llegar en barco, con esos muros rojizos que surgen por encima del agua turquesa. Desde lo alto de sus muros la vista es la imagen de un paraíso, la isla desierta de arena blanca. Es un lugar ideal para atracar en la bahía bien protegida y bucear. A lo lejos se aprecia Loggerhead Key, la isla más lejana, la última, como un espejismo surgido del mar. No pude resistir la tentación de regresar en hidroavión para tener las mejores vistas del impresionante fuerte desde el aire, un sexagonal rojo rodeado de tonos azules que varían según la profundidad del agua. El avión sobrevolaba esas islas misteriosas escondidas en medio del océano, a la puerta del Golfo de México, y la vista de Key West desde el aire es otra de las bellas imágenes de la región.

El viaje iba terminando, y quedaba el sabor profundo de la verdadera aventura en el maravilloso mundo de los cayos de Florida, donde los arrecifes de coral han formado uno de los sitios más sorprendentes del planeta. Además, la riqueza natural en general y los desarrollos aportados por los seres humanos han agregado detalles más que valiosos a esta vida de placeres a cualquier hora del día. Desde Miami hasta Key West siempre hay fiesta y buen humor, y la belleza original de la región la torna una ruta excepcional.

 

 

 

Texto: Patrick Monney ± Foto: Patrick Monney.