El siglo XIX fue sinónimo de decadencia social en Francia. Elegante, extravagante y explosiva, la Belle Epoque fue testigo de cambios radicales en moda, arte, arquitectura, tecnología y turismo. París estuvo en medio de ese movimiento y en poco tiempo se volvió el destino más querido y adorado por el jet set de esa época.
El hotel Edouard VII fue la respuesta a la popularidad que París gozaba. Construido en 1877 con el estilo y la influencia de la arquitectura Haussman, el hotel ofrecía el lujo, opulencia y elegancia que sus huéspedes requerían.
El Príncipe de Gales fue uno de los clientes más notorios del hotel y cuando subió al trono y se volvió el Rey Edouard VII, los dueños del hotel en homenaje a su querido amigo y cliente lo bautizaron “Hotel Edouard VII”.
Como el único ubicado en la Avenida Opera, el Edouard VII está excelentemente bien situado, ya que se encuentra entre los mejores restaurantes, boutiques, teatros y galerías de arte.
La decoración del hotel está hecha por el reconocido arquitecto F. Foucaut y el concepto es entre moderno y tradicional, que le da al edificio una exclusividad única y original. Mármol de Saint Croix, madera tallada a mano, detalles en oro y materiales de seda son algunas de las materias primas que escogió Foucaut para la decoración del lobby, restaurante, bar y las lujosas habitaciones. Todas las alcobas cuentan con un baño de lujo y amenidades de primera así como pantuflas y batas.
El restaurante del hotel está operado por el chef Gilles Choukroun, un gran creador culinario galardonado con una estrella Michelin, y reconocido por su originalidad y por traer a la mesa sabores distintos y eclécticos. Además de las elegantes habitaciones y lujosas suites, el hotel cuenta con dos salas de juntas y un salón para Internet.
Tanto para una estadía de negocios como para una romántica o familiar, el hotel Edouard VII ofrece un excelente servicio, una ubicación única y una gastronomía de primera calidad.
Texto: Anais de Melo ± Foto: Hotel Edouard VII