Frente a las ventanas de los talleres de IWC en la ciudad de Shaffhausen el río Rin fluye con una tranquilidad que contrasta con el estruendo de sus cataratas, que se encuentran poco más adelante. Estas cascadas y aquella fábrica se encuentran entre los motivos que han hecho famosa a la ciudad.
Este año marca la culminación de la expansión más ambiciosa en los 137 años de historia de la firma. Se trata de sus instalaciones nuevas, con las que IWC se ha hecho de 3000 m2 de espacio adicional, 80 empleados ahora disfrutan de un ambiente de trabajo atractivo e inspirador.
El cuarto de herramientas, producción de las cajas, grabado, pulido y desarrollo de prototipos eran áreas que se encontraban dispersas por los alrededores, ahora esta construcción, con su fachada asimétrica de cristal las acoge en un solo lugar. El edificio de cuatro pisos es una estructura elegante que se adapta perfectamente a un lado del edificio principal, donde Florentine Ariosto Jones fundó IWC en 1874.
Con sólo 24 años, aquel ingeniero y relojero americano, en lugar de viajar en busca de la fortuna en el oeste, hizo justo lo contrario y atravesó el Atlántico para fundar la International Watch Company.
Sus primeros relojes de bolsillo presentaban desde entonces características de calidad excepcionales, como el volante compensador de temperatura, espiral curvada a mano y el ajuste de la precisión sobredimensionado.
En los años 30 conquistó el espacio aéreo con sus primeros relojes especiales para aviadores, su modelo Mark 11 permaneció por mucho tiempo como el reloj oficial de la Royal Air Force.
Hablar de IWC es referirse al desarrollo y perfeccionamiento constante de sus mecanismos en un afán por dominar la mayoría de las indicaciones, como el calendario perpetuo, el doble cronógrafo, el tourbillon o la repetición a minutos.
Respaldados por investigación, y sobre todo por la experiencia en el arte relojero cuyos principios son parte importante en la calidad donde nada se deja al azar, después de todo la mayoría de los fabricantes están establecidos en Suiza occidental y se puede decir que IWC en Shaffhausen es como un anacoreta relojero, lo que ha obligado a que sus valores y principios permanezcan inalterables al paso de los años.
Texto: Tonatiuh ± Foto: International Watch Company.