El Mercedes-Benz 300 SLR ‘Uhlenhaut Coupé’ 1955 se convirtió en el auto más valioso jamás vendido en una subasta y entró en la lista de los diez artículos más valiosos jamás ofertados en una subasta, reportó RM Sotheby’s, compañía que ofertó el vehículo. Fueron pagados 142.5 millones de dólares por el modelo alemán.
El diseño monoposto del chasis W196 se adaptó para dejar espacio para dos asientos en un 300 SLR descapotable, además de la adición de faros, mientras que la cilindrada del motor se aumentó a 3.0 litros, para desarrollar 290 km/h. La idea era que compitiera en eventos de resistencia.
La retirada de los deportes de motor por parte de Mercedes-Benz tras el mortal accidente de Le Mans en 1955, significó que el papel de Rudolf Uhlenhaut había cambiado, quitando el énfasis de la ingeniería de las máquinas de competición y centrándose en cambio en los modelos de producción en serie como Jefe de Desarrollo de Turismos.
El 300 SLR ‘Uhlenhaut Coupé’
Uhlenhaut creó dos de los chasis rodantes 300 SLR basados en el W196 como autos de carretera. Debajo de su piel, el 300 SLR en forma de cupé hay un bólido de carrera. La difícil postura de conducción, a la que se accede a través de las innovadoras puertas “ala de gaviota”, obligaba a los ocupantes a plegarse en su posición; la mayoría de los conductores tenían que quitar el volante de liberación rápida para ingresar.
El peso del 300 SLR ‘Uhlenhaut Coupé’ se calculó en 998 kg, una hazaña de ingeniería, posible gracias al uso extensivo de material ultraligero de magnesio “Elektron” para la carrocería.
Posición incómoda
Al igual que el auto de F1, el funcionamiento mecánico del 300 SLR domina su espacio interior, con los pilotos sentados a horcajadas sobre un gran túnel de transmisión con pedales a cada lado.
El pedal del acelerador está revestido de cuero para reducir el deslizamiento del pie durante la conducción. Un sistema de calefacción es tan rudimentario como una aleta con bisagras en el cortafuegos del motor que permite que el calor escape del compartimiento del motor hacia la cabina. Un gran depósito de combustible llena el maletero, coronado por dos ruedas de repuesto, sin duda la señal de un coche de carreras apto para luchar a lo largo de grandes distancias.
De hecho, el diseñador de origen inglés no se mostró tímido a la hora de conducirlo. De los dos fabricados, asumió la propiedad de uno para usarlo como automóvil de su empresa. Uhlenhaut conducía el 300 SLR con regularidad y se dice que, llegando tarde a una reunión, aprovechó al máximo el rendimiento del 300 SLR, cubriendo aproximadamente 230 km entre Stuttgart y Múnich en menos de una hora.