La Península de Yucatán no deja de sorprenderme, aunque llevo ya casi 30 años de conocer estos lugares. Siempre puedo ver cosas muy bonitas, como sucedió en el reciente viaje al Cuyo, pequeña comunidad pesquera, ubicada en el vecino Estado de Yucatán. Todo comenzó con una invitación que nos hizo el actor Fernando Carrera, quien, entre sus múltiples actividades, filma para Animal Planet.

Fernando tenía que hacer una nota de los flamencos de Yucatán. Por tal motivo, nos invitó, al infalible Armando Gasse y a mí, para que lo acompañáramos en esta bella aventura. Un día, de principios del mes de mayo, ya por la tarde, nos encontramos en la carretera federal que va de Cancún a Mérida, desde donde tomamos una desviación en el kilómetro 80. Y a través de una serie de pequeñas carreteras llegamos al Cuyo, que se encuentra prácticamente en los límites de Yucatán y Quintana Roo.

 

 

El Cuyo es una pequeña comunidad, conformada en su mayoría por gente que se dedica al mar. Es tan tranquila que, cuando Armando y yo llegamos, como a las 9:30 de la noche, todo estaba en silencio y casi nada abierto. Con un poco de dificultad encontramos una fonda abierta, donde nos sirvieron, con orgullo, los platos típicos, como papatzules, salbutes, panuchos y los dietéticos  tacos de lechón, todo acompañado de una fresca horchata de coco. Con el estómago lleno y el cuerpo cansado nos hospedamos en un céntrico hotel a esperar que llegara Fernando, desde Mérida, y a tratar de descansar las pocas horas que nos quedaban de la noche, pues nos teníamos que levantar muy temprano.

El sol todavía no había salido y nosotros ya estábamos en una lancha, acompañados de los biólogos y de Rodrigo Migoya, que es una de las personas que más saben de flamencos en México. Nos dirigimos en silencio hasta una pequeña lengua de tierra. Desde antes de poder ver lo que teníamos enfrente se escuchaba gran algarabía. Nos explicaron que es fundamental llegar casi en la oscuridad, pues es la manera de poder acercarnos más a los flamencos, sin que se espanten. Nos movimos con cautela y ocupamos nuestros lugares, previamente asignados.

No tardó mucho en salir el astro rey, como lo que es, una gran bola de fuego. Enfrente de nosotros se empezaron a dibujar, cual fantasmas, las primeras siluetas de esas hermosas aves, de llamativos colores. Nervioso, yo no sabía qué hacer, si filmar, fotografiar o simplemente disfrutar de tan bello espectáculo.

 

 

 

Poco a poco, el lugar se empezó a llenar de vida y alegría, pues las aves, pelícanos y gaviotas, levantaron vuelo. Pero lo que más llamó mi atención fue una flecha de fuego que pasó frente a nosotros: eran los primeros flamencos que llegaban al lugar donde nos encontrábamos. Nuestras cámaras empezaron a funcionar, aunque la luz era todavía muy pobre.

Los expertos nos platicaron que los flamencos se reúnen en el mes de mayo para cumplir con su ciclo de crianza, que es el punto culminante en las actividades rutinarias que realizan durante el año. Todo lo que acontece gira alrededor de este evento central. La obtención de alimento, las exhibiciones prenupciales, la formación de parejas, la construcción del nido, todo contribuye a la postura e incubación simultánea del máximo número posible de huevos fértiles, meta que no es alcanzada por la colonia de flamencos todos los años. Aunque cada día, por fortuna, y gracias al cuidado de los guardaparques, la colonia de flamencos es mayor.

 

 

Ya con buena luz, pudimos observar que los nidos tienen forma de cono, su construcción es de arena, arcilla y conchas. Que se alimentan de moluscos y algas clorofíceas que extraen del fondo de las rías y tienen un alto contenido de materia orgánica.

Fernando escogió esta fecha pues es cuando la postura se inicia, teniendo un periodo de incubación de aproximadamente 28 días, realizado por ambos progenitores. El nacimiento de las crías tiene lugar desde junio, prolongándose hasta  principios de agosto. Antes que inicien sus primeros vuelos se lleva a cabo un evento muy importante llamado “Niños y crías”, que consiste en que los niños de varias partes de México y del mundo se dan cita en el Cuyo para participar en la captura y “anillamiento” de las crías de los flamencos. Lo recomiendo, no se lo pierdan. Los pichoncitos inician sus primeros vuelos en julio, llegando a dominarlos en octubre, con lo cual se incorporan a las actividades de los adultos, tiempo en que tendremos que regresar a filmar y a fotografiar a toda la colonia junta.

 

 

Cuando llegamos me sorprendió la presencia de un mapache y de muchas huellas de otros animales, como zorras, que buscan los huevos o a los recién nacidos, para completar su dieta alimenticia. También me platicaron de la presencia de un  jaguar, que lastimó mucho a la colonia. Pero, sin duda alguna, lo que más daño hace es la presencia humana, que durante mucho tiempo capturó a estas raras y bellas aves color rosado con fines de venta de ornato o para usar sus huevos en la industria de panadería local.

Sería una gran pérdida para México acabar con esta flecha encendida que son los flamencos del Cuyo, Yucatán, sólo por cumplir el  capricho de unos pocos.           

 

 

      

Texto: Alberto Friscione Carrascosa ± Foto: Alberto Friscione Carrascosa.