Se imaginan tener que estar agazapado por horas en un mismo lugar, expuesto a picaduras de mosquitos, noche tras noche durante días, pasando calor o frío tan sólo por obtener una buena imagen de un tapir o de aves exóticas? Éste es el tipo de incomodidades que los fotógrafos naturalistas tienen que padecer para traer las imágenes que disfrutamos en libros, revistas o documentales que vemos por televisión.
La fotografía naturalista fue una de las primeras formas en que se mostró el mundo que nos rodeaba, y fue por mucho tiempo el único medio por el que la gente pudo conocer animales o lugares que quizá nunca hubieran conocido. Más tarde, el cine y luego el video han contribuido a expandir nuestros horizontes. Seguramente todos hemos visto en imágenes un jaguar, pero, ¿cuántos hemos estado frente a uno en su medio ambiente? Quizá muy pocos, y es ahí donde radica la importancia de quienes se dedican a fotografiar la naturaleza y nos permiten observarla de cerca, sin ningún riesgo o incomodidad.
Además de dar a conocer nuestro mundo, la fotografía naturalista ha sido una herramienta muy valiosa para el estudio de las especies, facilitando el trabajo de científicos dedicados a su conservación. Y en muchos casos estos científicos se han convertido en grandes fotógrafos. En México la fotografía naturalista aún no ha encontrado los espacios adecuados para su difusión, ya que no se cuenta con una sola publicación dedicada exclusivamente a esta rama de la fotografía. A pesar de que nuestro país es uno de los cuatro con mayor biodiversidad en el mundo, no son muchos los fotógrafos mexicanos que se dedican a ello. Afortunadamente hay algunas publicaciones, sobre todo de corte turístico, que han abierto espacios como éste para poder apreciar la gran diversidad de especies y paisajes que nuestra República ofrece. He aquí una muestra del trabajo fotográfico dedicado a México y sus maravillas naturales.
Texto: Eduardo Lugo ± Foto: Eduardo Lugo.