Cuando los primeros rayos del sol de primavera empezaban a iluminar la isla de Sacrificios, mi querido amigo y compañero de buceo Manuel “Dorado” Victoria y yo estábamos disfrutando de un suculento desayuno muy jarocho, en conocido restaurante ubicado en el mismo malecón. El desayuno consiste en huevos tirados, jugo de naranja fresco y por supuesto un famoso café lechero con bombas con mantequilla y con las doradas canillas. La plática era alegre y contagiosa, pues los jarochos para eso se pintan solos.
Veracruz es mi Estado natal y es aquí a donde empecé mi carrera como buzo profesional. Recuerdo con claridad las primeras veces que visité el alegre puerto de Veracruz. Me gustaba mucho ver cómo la gente traía con ella una silla en la cajuela de sus carros y en cualquier lugar bonito, junto al malecón, la extraían y se sentaban a ver el mar, que durante siglos ha sido su compañero y el de sus antepasados, aunque algunas veces se vuelva altivo e intratable, pues no tenemos que olvidar que es el mar el que determina los cambios climáticos. También ha llevado de un lugar a otro a los barcos y a las civilizaciones, como fue el caso del conquistador Hernán Cortés.
Surcar el mar es, sin duda alguna, bonito. Pero descender bajo su superficie nos hace entrar en el reino de las maravillas, sentir la ingravidez y moverse en tres dimensiones es sentirse tan libre como un pájaro. Esa fue la sensación que sentí las primeras veces que me sumergí en ese mar tan azul del Golfo de México, desde ese mismo momento supe que eso era lo que quería hacer de mi vida.
Poco a poco se fue abriendo ante mis ojos una ventana al mar y fui descubriendo, a través del tiempo, a sus habitantes marinos. Nunca olvidaré que lo primero que llamó mi atención fue la gran cantidad de corales duros que con sus formas tan diferentes de cuernos de alce, cuernos de venado, corales cerebros y corales castillos me invitaban a seguir más adentro, entre esa cañadas y laberintos que desafiaban a mi imaginación.
En los corales encuentran refugio un sinfín de peces de exuberantes colores y tamaños, entre los que destacan: las pesadas chernas, los plateados sábalos, los llamativos ángeles reina, los peces payaso, los muy buscados meros, las aguerridas cabrillas y las veloces sierras. En sus fondos arenosos los caracoles caminan lentamente junto a las muy preciadas langostas. Es increíble que la vida marina sea tan vasta en un solo lugar, por eso decimos, entre los aficionados al deporte del buceo, que Veracruz tiene un arrecife lleno de vida, magia y color. Y por si fuera poco, los fondos marinos de Veracruz no sólo tienen arrecifes y peces, sino también barcos que datan de todos los tiempos, Así, amigo lector, no se sorprenda, si en alguna de sus buceadas se encuentra con un ancla, un ánfora o un pedazo de cadena.
Sin duda alguna, las autoridades vieron lo mismo que tantos y tantos buzos han podido ver y sentir sobre los fondos coralinos del puerto de Veracruz y para su protección lo nombraron Parque Nacional.
El Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzano, fue decretado para evitar el saqueo desmedido de corales y la explotación irracional de sus recursos pesqueros, así como para establecer programas que regulen el desarrollo turístico y la descarga de aguas residuales de los centros urbanos. El sistema está integrado por numerosos bajos, varias islas, como son: la isla de Enmedio, Sacrificios, Santiaguillo, Anegada de Adentro, Anegada de Afuera, Isla Pájaros, La Gallega, y más de 20 colonias arrecifales localizadas en la porción interna de la plataforma continental.
Como resultado de este programa de gobierno puedo asegurarles que Veracruz tiene uno de los fondos marinos más interesantes, bellos y llenos de vida que he podido observar a lo largo de mi carrera de buzo profesional. Los visitantes quedarán maravillados y no querrán salir de ese mundo azul.
Después de haber buceado en varias partes de nuestra República mexicana puedo decirles que el Sistema Arrecifal Veracruzano es uno de los más sorprendentes y ricos que posee nuestro país. A mí me parece que es un deber de quienes lo conocemos tratar de conservarlo por todos los medios posibles para el bien de nuestras futuras generaciones.
Texto: Alberto Friscione Carrascosa ± Foto: Alberto Friscione Carrascosa.