Brasil es mucho más que futbol, samba y ritmo, también hay raíces arraigadas que habitan en sus pueblos listas para ser descubiertas.
Con el primer mundial sustentable casi en puerta, es muy pertinente hablar de esa parte de la cultura de este país sudamericano que quizá sea desconocida: su consciencia por el medio ambiente.
Desde 1988 los brasileños cuentan con el derecho constitucional de tener un medio ambiente ecológicamente equilibrado y por esta razón el Estado está obligado a conservarlo. Quizá por eso existan tantos lugares protegidos y una muy creciente cultura del respeto y la responsabilidad por la naturaleza.
Manos a la obra
Una de las primeras acciones del gobierno fue la creación de un Sistema Nacional de Unidades de Conservación, es decir, áreas protegidas. Estas zonas ya existían en varios lugares del mundo y datan de 1872. Finalmente, Brasil entró en el grupo de países que protegen bosques, selvas; regiones enteras, pero también se han preocupado por la gente, sus costumbres, su comida y las tradiciones ancestrales que conviven con su tan bien impuesta modernidad.
Así, se dividieron las unidades de conservación en dos grandes categorías: de uso sostenible y de protección integral. Las razones para crear estos espacios son para preservar los lugares sagrados en los que no está permitida la presencia del hombre, y la conservación de reservas naturales. Vaya, que lo que se busca es que la explotación no sobrepase la realidad, es decir, constantemente renovar lo que se utilizó. El objetivo es que los recursos sigan existiendo pero que las comunidades también puedan aprovechar lo que ofrece la naturaleza: equilibrio.
Así es como actualmente se vive Brasil. De hecho, la iniciativa lanzada por el gobierno y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente lanzaron un programa llamado Pasaporte Verde, con la finalidad de influir en el comportamiento de los turistas, por un respeto y conservación, además de incentivar la compra y contratación de productos y servicios sostenibles.
Lugares a explorar
En la parte más profunda de la selva tropical más grande del mundo se encuentra un paraíso, cuna de leyendas, en donde los protagonistas son serpientes mortales, peces fantásticos que pueden devorarte, agua cristalina y purísima, árboles con ramas que forman figuras exquisitas y pájaros que no podrías siquiera imaginar. Estas aventuras son para un nicho muy particular: esas personas que ya han visto muchas cosas en el mundo… y siguen con hambre de aprender. Aquí se experimenta el contacto directo con la naturaleza como en pocos –si acaso- sitios del mundo. Este tipo de turista está preocupado por la naturaleza y su conservación.
Paraty: primera parada del pasaporte verde
El estado de Río de Janeiro ha sido el primer destino sostenible del país. Aquí podrá gozar de un turismo distinto, donde la gastronomía local será un punto básico en el recorrido. Los restaurantes ofrecen productos generados por familias y pesca artesanal. Por supuesto, no puede faltar un tour por las destilerías de la zona, en donde la estrella central es un típico de la región: el cachaça, una bebida alcohólica de azúcar de caña.
Pero esta no es la única razón para visitar Paraty, por algo la eligieron para el pasaporte verde. Es una ciudad rodeada de vegetación, la cadena montañosa de Bocaina la enmarca, mientras que las cristalinas y azuladas aguas de la bahía Grande complementan el paisaje. Sus calles empedradas con casas coloniales de paredes blancas siempre soleadas, sus iglesias barrocas y su casco antiguo (del 1600) son Patrimonio Nacional.
Paraty es también la entrada a más de 50 islas y sus playas son el destino perfecto para descansar entre la alegría de los habitantes; su muy mestizo pasado (ingleses, italianos y alemanes se establecieron en la región, mezclándose con los nativos) le da un toque muy particular.
Hasta el sur
La que es la estrella principal sin duda es el Parque Nacional y Patrimonio de la Humanidad Cataratas de Iguazú.
Sus caídas de agua son tan impactantes que superan cuatro veces a las del Niágara.
La gente de esta zona también es famosa. Los Indígenas Guaraní habitan una gran región que incluye el sur de Brasil. Son una tribu semi-nómada, guerrera y antigua, que llenan de sabiduría a la naturaleza. Así es: ellos saben cómo, cuándo y por qué intervenir en espacios determinados, lo que nos lleva de nuevo a la intención de Brasil de regresar a sus orígenes de equilibrio con el medio ambiente.
Mejor época para ir: de abril a octubre.
Amazonas: el rey de la selva
Una quinta parte de la reserva de agua dulce se encuentra aquí, 10 ríos convergen en sus tierras, plantas medicinales, especies únicas, árboles inmensos nativos de la región y animales amigables, terminan de delinear el paisaje y la aventura amazónica.
Para hospedarse, nada mejor que Manaos, en donde podrás observar un espectáculo particular: el encuentro de las aguas del río Negro y el Solimões, que una vez unidos, forman el río Amazonas.
Dentro del territorio de la reserva del Amazonas se encuentran el Parque Nacional do Pico da Neblina y el Parque Ecológico de Janauary, ambos con secretos especiales.
Una experiencia indispensable en este tipo de turismo es la que te acerca con el muy particular folclor de los nativos locales: el Festival de Parintins. A finales de cada junio, la ciudad del mismo nombre se llena de colores, música y tradiciones. De hecho, se considera la manera de difusión cultural más importante del norte de Brasil. Durante tres noches dos bueyes sagrados exploran las leyendas, costumbres y rituales indígenas, por medio de escenarios, bailables y alegorías.
Parque nacional de la Sierra de Capivara
Este Patrimonio de la Humanidad tiene un highlight único: las pinturas rupestres de más de 50,000 años que se encuentran en sus cuevas. La zona arqueológica es testigo de los habitantes prehistóricos que pasaron por aquí. El paisaje en sí también es una razón para visitarlo: rocas calizas erosionadas con formas caprichosas son el escenario de la foto perfecta y totalmente inesperada en Brasil.
Este parque se encuentra al sudeste del estado de Piauí, en el este y es la zona con mayor concentración de sitios arqueológicos de este continente.
Y si cree que esto es todo lo que la naturaleza brasileña ofrece… está equivocado. Hay tanto que ver, que no alcanzarían muchas ediciones para abarcarlo. Pero usted tiene oportunidad de ser testigo ocular de estas maravillas, ¡adelante!
Texto: María Mendoza ± Foto: WPS / Brownspoon / getty images / pescavison /espacio sustentable/ sdf