La isla Isabel está situada a 28 kilómetros de la costa de Nayarit y pertenece al Municipio de Santiago Ixcuintla. La primera vista que uno tiene al llegar es lo verde de la isla y dos peñascos denominados "Las Monas", restos de un edificio volcánico ya erosionado, de 15 metros de altura sobre el nivel del mar.
Con una superficie de 194 hectáreas fue decretada Parque Nacional el 8 de diciembre de 1980, por lo que para visitarla es necesario tramitar un permiso en las oficinas de la CONANP, en San Blas.
La isla no tiene asentamientos humanos perma- nentes, sólo un campamento de pescadores de la Boca de Camichín durante los meses de noviembre a mayo.
De origen volcánico, en ella se encuentra un cráter inundado por un lago verdoso muy salado que se cree no tiene salida al mar, su profundidad máxima es de 20 metros, tiene poca visibilidad y el fondo es fangoso.
La característica más importante es la variedad de avifauna que la visita y mucha de la cual anida allí, la más destacada por lo vistoso de su cortejo es la fragata (Fregata magnificens rothschildi). El macho, para llamar la atención de las hembras, construye un nido sobre los matorrales y luego infla el buche de un rojo brillante sacudiéndolo de lado a lado y emitiendo un gorjeo que resuena y llena de color el ambiente.
Otra ave marina que anida en esta isla es el pájaro bobo café (Sula leucagaster), que quiere decir sula de pecho blanco. Esta especie se caracteriza por su especial tolerancia a la presencia humana, pues permite que la gente se acerque a su nido y cuando uno está prácticamente encima huye dejando a la vista los huevos que ha puesto.
El bobo construye sus nidos en el suelo y a pesar de su nombre vulgar es un animal de gallardía y extrema hermosura. Por la tarde se puede ver cuando emprende el vuelo hacia el mar, en el cual se zambulle tras sus presas: sardinas y peces voladores.
Durante el día cientos de bobos curiosos o inquietos por sus crías vuelan a escasos centímetros de nuestra cabeza. Los nidos se cuentan por cientos, lo que nos obliga a caminar con precaución.
Casi en cualquier época del año es común encontrar a los pollos de plumaje blanco y pico negro rodando en las islas, mucho más belicosos e intimidatorios que sus padres. Como la distancia entre los nidos en algunas zonas es aproximadamente dos metros y la cantidad de aves adultas y jóvenes es inmensa se forma una algarabía descomunal.
Para el bobo la competencia por el alimento comienza en el mar, después de haber capturado un pez, y siempre habrá una fragata que intentará arrebatárselo. Ya que las fragatas no pueden zambullirse se han especializado en la piratería aérea, forzando a las demás aves marinas a soltar sus presas para luego ellas atraparlas en pleno vuelo.
La isla Isabel se localiza en la zona de transición entre las aguas tropicales y subtropicales y en cierto sentido es considerada la puerta del Mar de Cortés, lo que la convierte en un lugar extraordinario para la obser- vación de cetáceos y delfines.
Por sus condiciones climáticas y corrientes oceánicas en ella confluyen tanto animales tropicales, como el delfín moteado (Stenella attenuatta), como animales más propios de lugares fríos, por ejemplo la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), e incluso las oreas (Ortinus orea).
Así que, si en tierra el espectáculo lo brindan las aves, en el mar lo hacen los mamíferos marinos, pero también los tiburones y la gran variedad de peces que podemos encontrar en sus aguas, o el buceo o el simple snorkel son un gran atractivo de este lugar.
La isla Isabel junto con todas aquellas islas aún desconocidas se han convertido en un laboratorio ecológico que puede ayudar a crear en las nuevas generaciones la conciencia que tanto necesitamos para conservar la naturaleza de nuestro planeta.
Texto: Eduardo Lugo ± Foto: Eduardo Lugo