Suiza posee una Reserva de la Biosfera de la Unesco y sitios Patrimonio Natural de la Humanidad, donde se procura armonizar las actividades humanas con la preservación de la biodiversidad y el uso sostenible de los recursos naturales.

Mientras el mundo iniciaba la cruenta Primera Guerra Mundial en 1914, ese mismo año, en Suiza era inaugurado el Parque Nacional Suizo, en una superficie de 17,000 hectáreas, lo que refiere el interés de esa nación por la protección de su entorno.

Ubicado en el cantón de Grison, al este del país helvético, fue el primer parque alpino, considerado en la actualidad como ejemplo de conservación y lugar perfecto para comprobar y estudiar los cambios medioambientales del último siglo. Gracias a su óptimo estado, desde 1979, un área de 17 hectáreas del Parque Nacional Suizo fue declarada por la Unesco como Reserva Alpina de la Biosfera, junto con cuatro sitios suizos, Patrimonio Natural de la Humanidad también por la Unesco.

Con este nombramiento, Suiza posee una de las más de 700 reservas de la biosfera, donde se intenta conciliar las actividades humanas con la preservación de la biodiversidad y el uso sostenible de los recursos naturales. La finalidad de la Unesco es fomentar prácticas innovadoras en materia de desarrollo sustentable y contrarrestar la pérdida de especies, apoyando a las comunidades para que conozcan mejor, valoren y salvaguarden la riqueza biológica del medio ambiente donde habitan.

Los animales y vegetales del Parque Nacional de Suiza, conocido actualmente como Reserva de la Biosfera Val Müstair-Parque Nacional, están protegidos, en un lugar caracterizado por sus caudalosos arroyos de montaña, coloridos prados y bosques, que pueden ser visitados con las debidas consideraciones y respeto hacia la biodiversidad local.

Las normas de conservación son muy estrictas para el visitante, a quien no le es permitido desviarse de la carretera y solo puede pernoctar en el refugio del parque. Esto ha mantenido intacto el paisaje, siguiendo la filosofía de sus fundadores, pioneros en la protección medioambiental, que era asegurar que parte de la vida en las colinas helvéticas se desarrollara de forma natural; a lo largo de este siglo, cualquier cambio ha sido estudiado a fondo, convirtiéndose en un laboratorio de campo.

Una de las solicitudes de los guardabosques locales es evitar la intimidación innecesaria a los ciervos, íbice alpino, rebecos, marmotas y águilas reales que habitan ahí, especialmente en invierno, debido a que al hacerlos huir, necesitan mucha más energía para alejarse; al resultarles extenuante desplazarse sobre la nieve y aunado a las bajas temperaturas, agotan sus reservas de energía, poniéndose en riesgo su existencia. La observación es bienvenida, no así el contacto.

Un área de 17,000 hectáreas del Parque Nacional Suizo fue declarada por la Unesco Reserva Alpina de la Biosfera, un santuario de la vida animal. 

El aullido de los lobos

Casi extinto del territorio suizo hace 25 años, el lobo volvió a ser reintroducido, y en la actualidad son libradas batallas legales entre la sociedad por el tema de si debe o no ser cazado. Este mamífero es hoy en día una especie estrictamente resguardada, lo que significa que no puede ser abatido, sin embargo, el Consejo Federal buscó retirarle esa categoría, y convertirlo en cinegética, aumentando así su vulnerabilidad.

En el proyecto de la nueva Ley de Caza y Protección de Mamíferos y Aves de Suiza, propuesta por el Consejo Federal, además del lobo, fueron incluidas dos especies más protegidas: el lince boreal y el castor.

La Ley actual, vigente desde hace 25 años, fue objeto de revisión, en un proceso emprendido en 2019, con la aprobación por el Gobierno Federal suizo. Ante la oposición a este proyecto de Ley de parte de la sociedad, inició una campaña de acopio de firmas, obteniéndose el número suficiente para un referéndum, en el cual finalmente se votó por no reemplazar la Ley vigente.

La percepción negativa sobre el lobo la tienen algunos sectores suizos, basados en la predación que realiza de ungulados salvajes (entre ellos, la cabra de montaña) y domésticos (ganado). En el primer caso, se da la circunstancia de que el tamaño de las poblaciones de ungulados salvajes ha aumentado en los últimos años, a pesar de ser objeto de gestión cinegética.

En el último cuarto de siglo, han sido abatidos 14 ejemplares de lobo, específicamente especímenes no reproductores (adultos solitarios y juveniles), con el fin de evitar desestructurar los grupos familiares y crear más problemas que soluciones. En estudios de seguimiento de las manadas de lobos, se asegura que existen por lo menos siete grupos familiares en todo el país helvético.

Con la regulación de las zonas de caza, las poblaciones de animales salvajes pudieron reproducirse y recuperarse, entre ellas, los ungulados y el ciervo rojo.

Con la regulación de las zonas de caza, las poblaciones de animales salvajes pudieron reproducirse y recuperarse, entre ellas, los ungulados y el ciervo rojo.

Cotos de caza

Para proteger a las especies endémicas suizas –mamíferos y aves–, algunas en peligro de extinción, así como sus hábitats, existen 42 cotos federales de caza, que cubren una superficie de 150 hectáreas. Las primeras víctimas de la cacería y la desaparición de los bosques, fueron los ungulados, entre ellos, la cabra montesa y el ciervo rojo, que fueron erradicados.

Con la regulación legal de la caza (restricción de la temporada, defensa de las hembras y la crías, establecimiento de una guardia eficiente) y la instauración de cotos federales a finales del siglo XIX y principios del XX, las poblaciones de animales salvajes pudieron reproducirse y recuperarse, entre ellas, los ungulados, el urogallo, el urogallo negro y la perdiz nival.

El Parque Nacional Suiza, mejor conocido como Reserva de la Biosfera Val Müstair-Parque Nacional, es uno de los 700 sitios protegidos del planeta. 

Los recorridos están permitidos en el Parque Nacional Suiza, respetando los senderos marcados.

Convivencia con respeto

Anualmente, Suiza recibe miles de visitantes, cuyas actividades recreativas y alojamiento en sus hábitats afectan a la flora y fauna locales, al aumentar las perturbaciones cotidianas con su presencia. Además de las medidas voluntarias y autorresponsables de los turistas, las leyes y ordenanzas aseguran que se logren los objetivos de protección.

En los santuarios de vida silvestre, las necesidades de los animales son prioridad. En el caso de los deportes invernales, como los recorridos con raquetas de nieve y las excursiones de esquí, suelen estar restringidos por zonas, empleando exclusivamente las rutas designadas para respetar los espacios de retiro de los animales salvajes, sin olvidar que estás prácticas están limitadas a determinadas épocas del año. Por ello, es importante estar informado sobre la ubicación de los santuarios, y conocer el reglamento a seguir.

Las cuatro reglas básicas del visitante en los santuarios, son:

• Mantenerse dentro los límites a lo largo del sendero marcado.
• La ‘regla del embudo’. Caminar por el lugar más estrecho; en invierno, evitar las áreas rocosas y sin nieve o las crestas del terreno, donde animales silvestres buscan alimentarse.
• Atender los señalamientos y la presencia de vida silvestre. Al avistar animales en el recorrido, esquivarlos si es posible (en caso de descenderse en esquís). De no ser posible, observarlos desde la distancia y darles tiempo suficiente para alejarse.
• Adaptar la ruta a las condiciones cuando sea necesario. Evitar visitas al anochecer. En particular, los animales salvajes utilizan las horas de la mañana y la tarde para alimentarse.

Sitios suizos Patrimonio Natural de la Humanidad

Con la finalidad de preservar la biodiversidad del planeta, la Unesco nombró cuatro áreas naturales suizas Patrimonio Natural de la Humanidad, gozando del reconocimiento internacional y asistencia técnica y económica para combatir las amenazas como la tala indiscriminada para realizar cultivos, la introducción de especies exóticas y la caza furtiva.

Como medida de protección de las especies endémicas, en Suiza existen 42 cotos federales de caza.

En la lista están incluidos:

• Alpes suizos Jungfrau-Aletsch. Por su amplia variedad de ecosistemas, en particular ejemplos de sucesión vegetal por el retroceso de los glaciares provocado por el cambio climático; ofrecen abundante información sobre calentamiento global y la formación de las montañas y los glaciares, e ilustra, a través de la sucesión vegetal, una serie de procesos ecológicos y biológicos.
• Monte San Giorgio. Situado en el cantón de Tesino, al sur del lago de Lugano, esta cima boscosa de 1,096 m de altura con forma piramidal es considerada uno de los mejores ejemplos de lo que fue la vida marina en el Periodo Triásico (245-230 millones de años atrás).
• Bosques antiguos y primarios de hayas de los Cárpatos. Este sitio transfronterizo abarca 12 países. Desde finales de la era glaciar, los hayedos de Europa se extendieron rápidamente a partir de algunos refugios aislados en los Alpes, los Cárpatos, los Alpes Dináricos, el Mediterráneo y los Pirineos, en un proceso que tomó miles de años y que hoy continúa.
• Sitio tectónico de Sardona. Abarca una cordillera con siete picos de más de 3,000 m de altura cada uno, con millones de años de existencia. Constituye un ejemplo excepcional de la orogénesis por colisión continental y presenta secciones geológicas por el empuje tectónico.

San Bernardo

La historia de los mundialmente famosos perros San Bernardo, un símbolo de Suiza, es mostrada en el Musée et Chiens du Saint Bernard, inaugurado en 2006, en Martigny.

Ahí se exhiben ejemplares de la raza originaria de los Alpes suizos y del norte de Italia. Los primeros especímenes fueron criados por los monjes del hospicio fundado por Bernardo de Menthon para ayudar al rescate de los viajeros de camino a Roma que en invierno se quedaban atrapados en la nieve o enterrados en ventisqueros o avalanchas. 

Para preservar la bioversidad, la Unesco nombró cuatro áreas naturales suizas Patrimonio Natural de la Humanidad.

Texto: Efrén Toledo ± Foto: Bing, House of Switzerland, Paulo Etxeberria