Ha dado inicio la Era de Acuario. El 21 de diciembre pudo verse la estrella de Belén que le dio la bienvenida; la ilusión óptica producida por la cercanía de Saturno y Júpiter para parecer una luminosa estrella de cinco puntas: un fenómeno astronómico que se pudo observar a simple vista.
Este planeta rota vertiginosamente sobre su eje a 1, 700 kph y orbita alrededor del sol a una velocidad de 107,000 kph. Mientras, sus habitantes perciben una quietud inexistente, por el efecto que produce su velocidad constante.
El pensamiento, que es la nave más veloz de todas, se enfrasca en un juego de gato y de ratón observante, provocando búsquedas, estimulando aspiraciones: ¡En el horizonte está el secreto del mundo! ¡Tendrás que apurarte a llegar a un punto que siempre es inalcanzable! pareciera decir.
El universo inteligente que interpreta y guía tras telones los anhelos, las búsquedas, las huidas en la tela que en su sistema teje, quizás, para dejar entrever que la imagen sólida que evoca la mente con todos sus paisajes, no tiene más sustancia que una burbuja.
Ha estado lleno Diciembre de importantes señales del universo, a la mano hay demasiadas interpretaciones de sus significados… Quizás, no sea importante saber cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que ocurrió este fenómeno: algunos dicen que 200 y otros hablan de 2000 años. También se afirma que es la misma señal que siguieron los tres reyes magos.
A la mano ahora está la esperanza de restaurar todo, empezando por uno mismo. En esta Era que estamos recibiendo, todo es nuevo si nos sostenemos en la teoría, ya bastante probada, de un universo multidimensional: en alguna parte, ahora mismo, todo es perfecto, en un tiempo que se disuelve como el reloj colgante de Salvador Dalí.