Dentro del Hotel Shangri-la de París, L’Abeille (La Abeja) es el nuevo restaurante de moda en la capital francesa. Cada parisino que se precie de serlo, y cada visitante a la ciudad Luz, tienen que descubrir o redescubrir lo que es una deliciosa estancia. El soberbio edificio que alberga L’Abeille fue originalmente casa del sobrino-nieto de Napoleón. Se restauró a su esplendor original, tanto que es un placer deambular por sus salones para hacer hambre antes de pasar a L’Abeille. La abeja era el símbolo de Napoleón III, por eso el restaurante lleva ese nombre. La vajilla está decorada con este insecto y detalles de oro.
Al sentarnos a la mesa nos recibieron con una variedad de las mejores champañas, sus botellas hundidas en hielo picado, a elegir según nuestro gusto. Empezó entonces el festín: el paladar se daba gusto descubriendo los delicados sabores que el chef Philippe Labbé, con técnica y gran gusto, gusto ha llevado a la perfección en cada una de sus creaciones. Su talento le ha ganado las 2 Estrellas de la Guía Michelin en 2012, y muy justamente. Sabe cómo manejar nuestro apetito para que abramos la mente a nuevas formas de saborear la vida, exóticos condimentos, sorprendentes combinaciones, productos de gran calidad y técnicas soberbias. Monsieur Labbé ofrece cada temporada del año menús diferentes.
Comenzamos nuestra elegante experiencia culinaria con unos “amuse-gueule” (algo así como “diversión para la boca”): un foie gras, un caviar sobre exquisitos blinis, unas ostras Belon y Barataud servidas con jugo de carne, trufas y emulsión de eneldo, acompañadas con jalea de eneldo y agua de mar con limón, un sorbete de ostra y confitado de eneldo. La formalidad llegó con el foie gras bañado con chocolate y servido en dos tiempos, y el pescado Turbot a la plancha.
Como segundo plato, el chef Philippe Labbé nos sirvió el bogavante con col y foie gras, en dos tiempos, y la espaldilla de codero confitada con ajo negro Aomori; los sabores me hacían vibrar el paladar. El vino, elegido de entre los mejores de la Bourgogne, acompañaban perfectamente los delicados perfumes de los platillos. Bien valió descubrir ese foie gras en terrine con capas de turrón y Maldón salado, melón de la granja Nogaret, merengue de leche de semillas de melón y Muscat. Junto a ese manjar nos presentaron el foie gras asado con pasta de almendra, emulsión de almendras, melón caramelizado y almendras frescas acompañadas con naranja dulce.
Cada platillo era una delicia, como me habían anticipado mis compañeros de mesa. Nos sugirieron probar un poco de venado de Sologne glaseado con castaña y vino tinto, y la Solé, un lenguado servido con cebollas pickels, supremo de naranja, trufas y mostaza.
Estábamos deslumbrados por el inacabable refinamiento que brotaba de cada platillo en forma de sabores sorpresivos, deliciosos, relajantes. Terminamos con unos exquisitos postres dignos de los reyes o emperadores: higos “Sultane” pochés (sorbete de higos con trozos de queso de cabra y un brioche delicado); Baiano Chocolat “Grand Cru” (vacherin congelado con salsa de chocolate blanco); fresas silvestres, pastel Napoleón, mousse de aguacate, un poco de aguacate y fresas, en salsa de fresas y cilantro. Entre todos, claro; es demasiado para una sola persona.
Con la excelencia del servicio, la delicada atención, el ambiente imperial, nos sentíamos bañados por el buen ojo de los dioses, vivíamos momentos que antes sólo los reyes se podían dar el lujo de conocer. L’Abeille es un verdadero placer del paladar, un lugar donde la mente flota por las nubes del buen vivir, llevada en alas de los sabores más delicados de la tierra. L’Abeille es la nueva visita obligada en París.
Info
L’Abeille
Shrangri-La Hotel, París
10 avenue d’Iéna, París 75116
Tel. (33 1) 53 67 19 98
Texto: Patrick Monney ± Foto: Patrick Money