Las extensas áreas de los parques canadienses resultan de inspiración absoluta. Muy cerca de la región de los Grandes Lagos, en Ontario, y los acuíferos del Valle de Okanagan, en British Columbia, los viñedos compiten en belleza, aunque, en los dos, el objetivo está focalizado en producir uno de los vinos con mayor fama mundial: Icewine o vino de hielo.
Las viñas cultivadas en el siglo XVII en Canadá tienen la misma historia que las viñas sembradas en México; ambas llegaron vía los conquistadores y los clérigos, en las misiones orientadas hacia la formación cristiana; sin embargo, la Vitis vinífera, la especie europea con la que se origina el Icewine, fue introducida al país de la hoja de arce hasta 1940.
El gran impulsor del Icewine canadiense aparecería en 1960, en la persona del Dr. Karl Kaiser (1941-2017), un inmigrante austriaco que cruzó el océano Atlántico para obtener una pasantía como químico y graduarse, posteriormente, en microbiología. En sus ratos libres, el doctor Kaiser creó un pequeño viñedo, y diez años después conoció a Donald Ziraldo; juntos crearon una de las primeras bodegas productoras de vino de hielo en Ontario: Inniskillin, que actualmente prevalece.
El viticultor austriaco confiaba en revolucionar el negocio del vino en Canadá, y lo logró en 1989, al conseguir que el Icewine con la variedad Vidal obtuviera el Grand Prix d’Honneur en la Feria Internacional de Vinexpo, en Burdeos, Francia. Eso le valió al Dr. Kaiser ser considerado uno de los pioneros del vino de hielo, igual que al alemán Ewald Reif.
La condecoración recibida en Burdeos tuvo efectos épicos para la industria vitivinícola en Canadá, tanto en el crecimiento agrícola como en el económico. En décadas recientes, este producto premium comenzó a competir con Icewines europeos, acaparando el mercado en Japón, uno de los principales consumidores del delicado oro líquido canadiense.
La complejidad
Y quién se resiste al sabor intenso de frutas que recuerdan a la mandarina, el durazno, la fruta de la pasión y el kiwi, en combinación con el caramelo, la vainilla y el jarabe de arce, que son algunos de los gustos que se destacan en un Icewine, que, servido en una copa Riedel, complementa una cena en un resort de esquí durante unas vacaciones invernales; porque si algo no puede faltar en la producción y la vendimia, es un clima frío.
Precisamente las dos provincias de importancia vitivinícola en Canadá, Columbia Británica y Ontario, cuentan con climas extremos: veranos calurosos e inviernos muy fríos, como resultado, las cosechas suelen ser diferentes. El clima frío es un factor limitante en la viticultura, a partir de -20 °C la cosecha se afecta y no hay consuelo para la inversión económica. Sin embargo, lo fascinante del Icewine es que requiere que las uvas estén congeladas en la viña, sin ayuda de procedimientos físicos, y deben ser prensadas en este estado; posteriormente, son analizados el porcentaje de azúcar en el jugo y la concentración alcohólica.
Por la composición de la uva —que además de agua concentra azúcares y ácidos de frutas—, ésta se comienza a congelar entre los -6 °C y -7 °C, mismo rango en el que son enfriadas algunas uvas en Sauternes, al sur de Francia, en la región de Burdeos. Los productores canadienses demandan esas temperaturas, porque en otros países, como Austria, las uvas empiezan a congelarse a temperaturas menos rigurosas.
Garantía canadiense
Uno de los meses más importantes para los viticultores canadienses es noviembre, cuando inician las vendimias; llegará la hora de cosechar las uvas Vidal, Cabernet Franc y Riesling. Cada variedad aporta una propiedad distinta: la primera determina la intensidad aromática; la segunda, Cabernet Franc, el característico tono ladrillo; y la Riesling le da una alta acidez que contrarresta la dulzura del vino. Dependiendo del proyecto enológico, también pueden incluirse uvas Gamay, Pinot Gris, Gewürztraminer, Merlot, Chardonnay y Muscat Ottonel.
Hay que recordar que primeramente Canadá importaba mezclas de productos de uva; ante esto, en 1988 se instituyó la Vintners Quality Alliance (VQA), el sistema canadiense de Apelación de Origen, encargada de certificar que las uvas sean de cultivo local y garantizar los altos estándares de calidad. La VQA reconoce —para la producción de Icewine— dentro de Ontario tres áreas vitivinícolas: la Península de Niágara, la orilla norte del lago Erie y la Prince Edward Island. Por otra parte, en Columbia Británica tienen clasificados los valles de Okanagan, Similkameen y Fraser, así como a la isla de Vancouver.
Un viaje a Canadá romperá los mitos que identifican al Icewine como un vino de postre; dependiendo de su densidad, marida exquisitamente con queso camembert o brie, ossobuco de bisonte, terrina de cerdo caramelizada o ensalada de manzana verde. ¿Se apetece una copa?
Enoturismo
Una de las rutas recomendables en Ontario es Niagara-on-the-Lake, aquí se ubican varios productores pertenecientes a la VQA. Hay bodegas tradicionales, algunas de ellas exportan y otras tienen solo elaboración local. Con vistas al lago Ontario se encuentra Angels Gate Winery; si la búsqueda es por un vino boutique, conviene visitar de preferencia Cloudsley Cellars, y en Domaine Queylus está la posibilidad de degustar los vinos de Thomas Bachelder, uno de los personajes que están acaparando los reflectores en la industria del vino canadiense.
Bodegas reconocidas
Inniskillin Winery abre sus puertas tanto en Okanagan, British Columbia, como en Niágara, Ontario; ambas áreas poseen bodegas con actividades que incluyen catas de Icewines especiales, como Sparkling Vidal y Cabernet Sauvignon. Por el otro lado, en las proximidades de la isla de Vancouver, se puede ir a Zinatta Winery, la primera vinícola establecida en 1992. Hay que considerar que Cowichan Valley, en British Columbia, concentra la mayoría de las bodegas en esta zona.
Texto: Cindy Agustín ± Foto: Pillerine, Brock University, Club Milano, The wine, son rojos, ice wine Niagara, wines mmdusa