… Y el Dios de los dioses separó de sí mismo un alma y le infundió belleza.
El alma en Lágrimas y sonrisas (1914)
En una carta de Gibran Kahlil Gibran dirigida a Mary Haskell, su musa y mecenas, fechada el 18 de febrero de 1913, el pensador libanés escribió: “Uno de los sueños más amados de mi corazón es que, en algún lugar, en algún momento, una parte de mi trabajo […] se exhiba junta en algún museo o en alguna institución, en una gran ciudad, en donde la gente la pueda ver y quizá amar”.
El acervo más completo de Gibran Kahlil Gibran está en México y desde 2008 forma parte de la colección de Museo Soumaya-Fundación Carlos Slim.
De la más fina sensibilidad literaria, sin duda, Gibran es el mayor representante de la cultura de Medio Oriente en Occidente. Ensayista, dibujante, novelista, pintor, dramaturgo, poeta y cantor universal de las emociones humanas: la pena, la dicha, el amor, el dolor, la búsqueda, la soledad y la nada, aspectos esenciales de la vida. Su biografía acompañada de textos de investigación tiende puentes entre la obra de Gibran y nuevas generaciones. Unidad para la comunidad libanesa y punto de encuentro para una realidad plural e incluyente.
El exilio
En el Becharre de cedros milenarios nació Gibran Kahlil Gibran el 6 de enero de 1883. Hijo del cobrador de impuestos Kahlil Saad Gibran y de Kamileh Rahme, el niño creció en el seno maronita. La difícil situación tras el encarcelamiento de su padre obligó a la familia a dejar el bled. El exilio los haría llevar la tradición libanesa más allá del Atlántico.
Kamileh, de 40 años, y sus cuatro hijos: Boutros de 20, Marianna de 9, Sultana de 7 y Gibran Kahlil de 11, desembarcaron el 17 de junio de 1895 en la Isla Ellis frente a la bahía de Nueva York. Salieron de Beirut como resultado del endurecimiento del Imperio Otomano –que dominaba en términos políticos, económicos y sociales al Cercano Oriente– para comenzar una nueva vida en los Estados Unidos.
Importantes personalidades de la cultura en Boston –como el fotógrafo y editor Fred Holland Day o la escritora Josephine Preston Peabody– marcaron la carrera artística del joven Gibran. Su obra da cuenta de la nostalgia por Líbano y una nueva existencia en América; también la felicidad en el ámbito familiar; los grandes amores de Gibran: su amiga y mecenas Mary Haskell, la hermosa escritora Josephine Preston Peabody, la pianista Gertrude Barrie, la sensual Micheline, la creativa Adele Watson y la siempre devota Barbara Young, quien compartió con él hasta su muerte en 1931.
Asimismo, 20 años de relación epistolar con la escritora egipcia May Ziadeh, a quien nunca conoció personalmente, mas la pasión los llevaría a renacer las letras árabes. La angustia por la patria invadida derivó en el rescate y protección de la cultura libanesa mediante la Liga de la pluma (Al-Arrabitah) con otros artistas en el exilio, al lado de quienes promovió la creación del Gran Líbano en 1920.
La búsqueda filosófica en los asuntos del hombre dio lugar a sus grandes obras: La música (1905), El Loco (1918) y El Profeta (1923), además de Espíritus rebeldes (1908), Alas rotas (1912), Lágrimas y sonrisas (1914), La procesión (1918), El precursor y La tempestad (1920), Arena y espuma (1926), Jesús, el Hijo del Hombre (1928), y la última obra que apareció el año de su muerte: Los dioses en la tierra (1931), amén de otras publicaciones póstumas entre las que destacan: El vagabundo (1932), El jardín del Profeta (1933), Ninfas del valle (1948) y La voz del maestro (1959).
Gibran exploró el mundo de la pintura y el dibujo desde 1904 en Boston. Gracias a la ayuda financiera de Mary Haskell, el artista tuvo de 1908 a 1910 una estancia en París. Sus óleos, todos, abrevan en la tradición simbolista de William Blake, Henri-Jean Guillaume Martin y Eugène Carrière. Colores fuertes que resaltan el sentido onírico. Colores pastel que buscaron recrear las atmósferas nebulosas en las que centauros cabalgan hasta perderse en lontananza, y donde el cielo y la tierra juegan a tocarse en un horizonte ondulante.
La colección en Museo Soumaya - Fundación Carlos Slim incluye óleos, dibujos, autorretratos, fotografías, bocetos, manuscritos, primeras ediciones, textos mecanografiados de la casa editora Alfred Knopf, y objetos personales.
El mayor fondo de su obra plástica y literaria fue custodiado durante varias décadas por su sobrino, ahijado y tocayo Kahlil Gibran, quien luego de viajar por todo el mundo enriqueció el acervo en subastas y colecciones privadas. Su objetivo era abrir un museo dedicado al poeta en los Estados Unidos. Kahlil ofreció a Fundación Carlos Slim el archivo para que fuera catalogado y estudiado en Boston y México por la investigadora Patricia Jacobs Barquet. Hoy, ese sueño se cumple en Museo Soumaya. Luego de un proceso de digitalización, también se comparte universalmente desde Internet en el sitio www.gibrankgibran.org.
El primer manuscrito de El Profeta y El Loco; obras inéditas como los textos dramáticos Banshee y El hombre inadvertido; la relación epistolar entre Gibran y Gertrude Barrie; objetos personales como el primer cuaderno de dibujo que sobrevivió a todos sus exilios, el bastón que en los tiempos de la Gran Depresión en su escondite resguardaba arak, o su máscara mortuoria… permiten nuevas lecturas del pensador libanés. Su obra y legado no se agotan. Abrazan identidad y dan coordenadas. En palabras de Gibran: Toda la tierra es mi patria y toda la raza humana es mi tribu.
El Alma
Y el Dios de los dioses separó de sí mismo un alma
y le infundió belleza.
Y le dio la suavidad de la brisa matinal, el aroma de
las flores, la pureza de la luz.
Y le regaló una copa llena de alegría, y dijo: “Bebe
de ella sólo cuando olvides el pasado y desprecies
el futuro”; y luego, una copa de tristeza, y dijo:
“De esta beberás para conocer la alegría de la vida”.
Y puso en ella amor, que al primer suspiro de
satisfacción se desvanece, y dulzura, que a la primera
palabra de soberbia, también se desvanece.
Y vertió en ella sabiduría divina que la condujese por
el camino de la verdad, y depositó en sus profundidades
una conciencia para que viese lo invisible.
Y creó en ella un sentimiento que vaga con
las sombras y camina con los espectros.
Y la vistió de anhelos, tejidos por los ángeles con los
colores del arco iris.
Después, puso en ella la oscuridad de la duda que
es la sombra de la luz.
Y Dios tomó el fuego de la fragua de la ira, y viento
del desierto de la ignorancia, y arena de la playa
del mar del egoísmo, y polvo de los siglos, y
amasó al Hombre.
Le dotó de una fuerza ciega que se rebela con la
locura y se aquieta con los deseos satisfechos.
Después, le dio la vida que es sombra de la muerte.
Y el Dios de los dioses sonrió y lloró, y sintiendo por el
Hombre amor y piedad infinitos, unió cuerpo y alma.
Gibran Kahlil Gibran, “Obras selectas”. El alma en “Lágrimas y sonrisas” (1914), traducción y biografía de Leonardo S. Kaím.
Texto: Alfonso Miranda Márquez Director General de Museo Soumaya – Fundación Carlos Slim Héctor Palhares Dos Santos Meza - Curador de Museo Soumaya ± Foto: Museo Soumaya