El develar de los enigmas náuticos

El mar guarda secretos para todos. Desde el inicio de los tiempos el hombre ha sentido curiosidad por aquello que se mantiene en silencio para nosotros, y aunque la mayoría sueña con hacer travesías y descubrimientos, un grupo selecto de hombres ha podido emprender aventuras en altamar.  Sólo el tiempo los separa, pero la inquietud por saber qué había más allá de donde se esconde el sol los hizo convertirse en marinos, cartógrafos, exploradores, capitanes e incluso piratas. Acompáñenos a descubrir las historias de los navegantes más reconocidos de la historia y juntos compartamos un fragmento de sus travesías. ¡Los navegantes de los tiempos nos dan la bienvenida a bordo! 

 

 

Marco Polo

“No conté ni la mitad de lo que vi, sabiendo bien que no me creerían.”

Marco Polo fue un comerciante  y viajero veneciano, conocido por sus viajes a Oriente de Asia narrados en “El libro del millón”, relato que dio a conocer en la Europa Medieval las tierras de Asia central y China. Nació y aprendió a comerciar mientras su padre y su tío, Niccolò y Maffeo, viajaban por Asia. Cuenta la leyenda que conocieron a Kublai Kan. En 1269 ambos regresaron a Venecia y vieron por primera vez a Marco. Los tres se embarcaron en un épico viaje a Asia, en el que visitaron Armenia, Persia y Afganistán hasta llegar a China, recorriendo toda la Ruta de la Seda. En el viaje de regreso atravesaron el estrecho de Ormuz, por el cual llegaron a Venecia en 1295 tras un viaje de 24 años en el que habían recorrido más de 24,000 km y del que volvían cargados de riquezas.

 

 

A su regreso a Italia, Venecia estaba en guerra con su rival Génova y en el transcurso del conflicto, Marco Polo fue capturado en 1298 y encarcelado por los genoveses. Durante su período en la cárcel relató sus fabulosos viajes a su compañero de celda, el escritor Rustichello de Pisa, quien más tarde lo relató en el libro conocido en principio como “Il Milione”. Liberado en 1299, Marco Polo se convirtió en un rico mercader y miembro del Gran Consejo de la República de Venecia. Murió en 1324 y fue enterrado en la iglesia de San Lorenzo de su ciudad. Los célebres viajes de este pionero veneciano inspiraron, entre otros, a Cristóbal Colón. 

 

 

Zhen He

“Los mayores descubrimientos ya los hemos realizado. No hay nada fuera de China que pueda mejorar lo que ya tenemos.”

Zheng He, también conocido como Ma Sanbao, fue un militar, marino y explorador chino, especialmente famoso por sus siete expediciones navales, realizadas entre 1405 y 1433, que algunos identifican legendariamente con los viajes de Simbad.

Durante sus expediciones, todas las cuales comenzaron en Nankín, Zheng He exploró el Sudeste asiático, Indonesia, Ceilán, la India, el Golfo Pérsico, la Península Arábiga y el este de África hasta el canal de Mozambique.

El número de sus viajes varía dependiendo del método de división, pero generalmente se considera que navegó y exploró siete veces “el océano occidental”. Sus escuadras resultan impresionantes si se comparan con sus contemporáneas europeas: alrededor de 30.000 hombres y un número variable de naves, entre cincuenta y trescientas.

Sus viajes produjeron un importante intercambio diplomático, comercial y cultural con el extranjero. A pesar de contribuir a demostrar la capacidad organizativa y poder tecnológico chinos, no produjeron anexiones territoriales debido a la falta de tradición de colonialismo e imperialismo en China. 

Tras su muerte, los confucionistas impusieron de nuevo su visión del mundo, por lo que en los siglos siguientes se impulsó el aislacionismo. No obstante, Zheng He dejó una profunda huella en la sociedad china y, en general, sobre todo el sureste asiático. 

 

 

Cristóbal Colón

“El mar dará a cada hombre una nueva esperanza, como el dormir le da sueños.”

El origen de este navegante, probablemente italiano, está envuelto en el misterio por obra de él mismo y de su primer biógrafo, su hijo Hernando. Parece ser que Cristóbal Colón empezó como artesano y comerciante modesto; tomó contacto con el mar a través de la navegación de cabotaje con fines mercantiles.

Concibió su proyecto de abrir una ruta naval hacia Asia por el oeste, basado en la acertada hipótesis de que la Tierra era redonda y en el doble error de suponerla más pequeña de lo que es e ignorar la existencia del continente americano, que se interponía en la ruta proyectada. El interés económico del proyecto era indudable para la época, ya que el comercio europeo con Extremo Oriente era extremadamente lucrativo, basado en la importación de especias y productos de lujo; dicho comercio se realizaba por tierra a través de Oriente Medio, controlado por los árabes. Los portugueses llevaban años intentando abrir una ruta marítima a la India bordeando la costa africana.

 

 

Finalmente, la reina Isabel aprobó el proyecto de Colón por mediación del tesorero del rey, Luis de Santángel, a raíz de la toma de Granada, que ponía fin a la reconquista cristiana de la Península frente al Islam en 1492. La reina otorgó las Capitulaciones de Santa Fe, por las que concedía a Colón una serie de privilegios como contrapartida a su arriesgada empresa, y financió una flotilla de tres carabelas –la Pinta, la Niña y la Santa María-, con las que Colón partió del puerto de Palos el 3 de agosto de 1492.

Colón había descubierto América fortuitamente como consecuencia de su intuición y fuerza de voluntad. Aunque fracasó en su idea original de abrir una nueva ruta comercial entre Europa y Asia, abrió algo más importante: un «Nuevo Mundo» que, en los años siguientes, sería explorado por navegantes, misioneros y soldados de España y Portugal, incorporando un vasto imperio a la civilización occidental y modificando profundamente las condiciones políticas y económicas del Viejo Continente. Aunque los vikingos habían llegado a América del Norte unos quinientos años antes, no habían dejado establecimientos permanentes ni habían hecho circular la noticia del descubrimiento, quedando éste, por tanto, sin consecuencias hasta tiempos de Colón.

 

 

Américo Vespucio

“Allí conocimos que aquella tierra no era isla sino continente, porque se extiende en larguísimas playas que la circundan y de infinitos habitantes estaba repleta.”

Navegante italiano cuyo nombre originaría la denominación del continente americano. Como es sabido, Cristóbal Colón murió creyendo que había llegado a las Indias, sin sospechar que aquellas islas de las que había tomado posesión en nombre de la Corona de Castilla pertenecían a un nuevo continente. Un amigo suyo, Américo Vespucio, fue el encargado de decir a la vieja Europa que las tierras halladas por Colón no eran las asiáticas, sino que formaban parte de una nueva parte del mundo a la que daría su nombre involuntariamente. Este hombre, insignificante frente a la gran figura de Colón, también murió sin conocer los efectos de su revolucionaria noticia: la póstuma gloria, derivada de ese bautismo casual, para él y para su linaje. 

Era un florentino que había llegado a España como empleado de comercio poco antes de la primera salida de Colón. La casa bancaria de los Médicis lo envió a Castilla para una misión mercantil por cuenta de un tal Beraldi, y el italiano se acomodó en las cercanías de la corte. Cuando el 15 de marzo de 1493 Cristóbal Colón regresó de su primer viaje y habló de las inmensas riquezas encontradas, las casas comerciales de Génova y Venecia empezaron a especular con la posibilidad de abrir nuevas rutas para el transporte de las especias. Los Médicis trataron de informarse con vistas a orientar sus futuros negocios, posiblemente las primeras noticias de la hazaña de Colón llegaron a ellos a través de las cartas de Vespucio.

La repentina muerte de Beraldi, dejó a Américo sin medios de vida. Así nació su propósito de emprender él mismo un viaje a las Indias en dos ocaciones. En la segunda expedición, dirigida por Alonso de Ojeda, siguió la ruta del tercer viaje de Colón: el 4 de mayo de 1499, las naves zarparon del Puerto de Santa María y, tras veinticinco días de navegación, llegaron a la desembocadura del Orinoco, ya descubierta por Colón, e iniciaron el recorrido de la costa en dirección norte. Las características geográficas de la costa baja e inundable, así como los accidentes previos a la entrada al lago Maracaibo, recordaron Venecia a Américo Vespucio y, por ello, llamó a aquellas tierras Venezuela o “pequeña Venecia”. La expedición de Ojeda prosiguió su exploración hasta alcanzar el cabo de Vela, en la actual Colombia, y los cartógrafos fijaron por primera vez parte del contorno de las tierras descubiertas.

 En 1504 se publicó en Augsburgo el opúsculo “Mundus Novus” (Nuevo Mundo), donde se reproducía una carta de Vespucio a Lorenzo de Médicis en la que narraba sus viajes, y al año siguiente se imprimía su segunda obra, “Lettera di Amerigo Vespucci delle isole nuovamente ritrovate in quattro suoi viaggi”, en la que expresaba su convencimiento de que entre Europa y Asia existían nuevas tierras.

Tan extraordinarias revelaciones fascinaron al cosmógrafo alemán Martin Waldseemüller, quien editó  las cartas de Vespucio en 1507. En este trabajo incluía los retratos de Ptolomeo y Vespucio, y en su prefacio escribió: “Ahora que esas partes del mundo han sido extensamente examinadas y otra cuarta parte ha sido descubierta por Américo Vespucio, no veo razón para que no la llamemos América, es decir, tierra de Américo, su descubridor, así como Europa, África y Asia recibieron nombres de mujeres.” A su muerte en 1512, el Nuevo Mundo se había convertido definitivamente en América. 

 

 

Vasco de Gama

“El mar también elige puertos donde reír como los marineros. El mar de los que son. El mar también elige puertos donde morir. Como los marineros. El mar de los que fueron.”

 Navegante y explorador que abrió para los portugueses la llamada ruta de las especias, la cual rodeaba el continente africano hasta alcanzar la India. La figura de este gran marino portugués, es equiparable a la de Cristóbal Colón o Magallanes, y es fundamental para comprender las transformaciones comerciales que se operaron en Occidente a lo largo de los siglos XV y XVI.

Desde temprana edad, Vasco da Gama pudo entregarse de lleno a la vida marinera, participando en varias expediciones a la costa africana y dando en ellas prueba de una gran capacidad. De este modo, la experiencia y la fama adquiridas fueron suficientes para que, tras realizar estudios de matemáticas y cosmografía, fuese nombrado capitán.

 

 

Un episodio aventurado vino a acentuar su prestigio como navegante. En 1493, los franceses apresaron una nave portuguesa cargada de oro que provenía de una de las posesiones lusas de Costa da Mina, localizada en la costa africana Vasco, nombrado comisionado por el soberano para embargar como represalia los barcos franceses anclados en sus dominios, llevó a cabo su misión con notable rapidez y acierto, llegando a embargar diez de estas naves sólo en el puerto de Lisboa. Presionado tan eficazmente, el rey francés Carlos VII se resignó a devolver el barco apresado sin que faltara un ápice de su cargamento. 

Fue nombrado gobernador con título de virrey e impuso el dominio portugués desde Goa hasta Cochín, consiguiendo así que el pequeño reino lusitano se trasformó en una potencia colonial y mercantil de primer orden. En el viaje de 1502, al mando de una flota de veinte navíos, se apoderó de Quiloa (Kilwa) y Sofala, en Mozambique. Logró eliminar a los rivales árabes e instauró la ley marítima portuguesa en el litoral índico, construyendo en Cochin la primera factoría portuguesa en Asia. En 1503 regresó a Lisboa y ya no volvió a navegar hasta 1524, cuando fue nombrado virrey de la India. Sin embargo, sólo pudo ejercer el cargo unos meses, ya que falleció el mismo año que llegó a su destino.  

 

 

 

 

Fernando de Magallanes

“La Iglesia dice que la Tierra es plana, pero yo sé que es redonda, porque vi su sombra en la Luna.”

En marzo de 1505, con 25 años, se alistó en la Armada de la India, en la flota de 22 navíos enviados para instalar a Francisco de Almeida como primer Virrey de la India. Aunque su nombre no aparezca en las crónicas, se sabe que permaneció allí ocho años y que estuvo en Goa, Cochiny Quíloa. Participó en varias acciones militares, incluyendo la batalla naval de Cannanore (frente a la actual ciudad portuaria de Kannur, Kerala) donde fue herido, y en la decisiva batalla de Diu. En 1509 partió en la primera expedición a Malaca comandada Diogo Lopes de Sequeira, junto con Francisco Serrão, su amigo y posiblemente primo.2 Llegados a Malaca en septiembre, fueron víctimas de una conspiración y la expedición terminó en fuga dejando atrás diecinueve prisioneros. Magallanes tuvo un papel crucial avisando a Sequeira y salvando a Serrão, que había desembarcado, actos que le valieron honores y una promoción.

Al servicio del nuevo gobernador, Afonso de Albuquerque, participó junto con Serrão en la conquista de Malaca en 1511. Luego de la conquista de la ciudad, los caminos de los amigos se separaron: Magallanes, promovido, con un rico botín y en compañía de un esclavo adquirido en Sumatra, Enrique de Malaca, regresó a Europa. Serrão partió en la primera expedición enviada a las “Islas de la Especiería”, las Molucas. Allí permaneció y se casó con una mujer de Amboina, volviéndose consejero militar del sultán de Ternate. Sus cartas a Magallanes serían decisivas, pues de ellas obtuvo informaciones sobre la situación de los lugares productores de especias. Mientras tanto Magallanes, después de participar en la batalla de Azamor (Marruecos), ya de servicio en esa ciudad, fue acusado de comerciar ilegalmente con los moros; al comprobarse varias de las acusaciones cesaron las ofertas de empleo a partir del 15 de mayo de 1514.

 

 

Posteriormente, en 1515, le ofrecieron formar parte de la tripulación de un navío portugués, pero rechazó la oferta. De regreso en Lisboa, se dedicó a estudiar las cartas más recientes, investigando junto al cosmógrafo Rui Faleiro un pasaje hacia el Pacífico por el Atlántico Sur y la posibilidad de que las Molucas estuviesen en la zona española definida en el Tratado de Tordesillas.

La Expedición de Magallanes-Elcano estuvo plagada de contratiempos y dificultades. La mala suerte de Magallanes quiso que en el largo transcurso de tres meses entre el estrecho de Magallanes y las islas Molucas no descubriera ningún punto de tierra firme, por lo que la hambruna y el escorbuto azotaron a su tripulación, hasta el punto de que se pagaban cuantiosas monedas por una simple rata para devorar. El agua se pudrió, apareció el escorbuto y los hombres comían incluso cuero reblandecido y serrín.

Por fin el 6 de marzo de 1521 se encontró una isla en la que los navegantes aprovecharon para descansar y recoger víveres. 

En las Molucas, la tripulación descubrió que habían llegado al Extremo Oriente, cumpliendo el proyecto de Cristóbal Colón.

Magallanes pereció en la llamada Batalla de Mactáncon una tribu cebuana encabezada por el jefe tribal Lapu-Lapu, en la isla filipina de Mactán. Tras la muerte de Magallanes en Filipinas, en 1521, fue elegido jefe de la expedición Gonzalo Gómez de Espinosa y al frente de la nave Victoria, se puso de capitán Juan Sebastián Elcano. 

Consiguieron instalar un almacén en Borneo, donde entablaron buenas relaciones con los indígenas. Sin medios y con una sola nave emprendió el regreso por mares lusos, el camino más conocido, con tierras donde aprovisionarse, e intentando esquivar puertos y flotas portuguesas. La expedición llegó sólo con la Victoria de regreso a Sevilla en julio de 1522, al cabo de casi tres años de travesía. En total, 216 hombres perecieron durante el viaje, y sólo 18, entre ellos Elcano, pudieron sobrevivir. Otros cuatro hombres de los 55 de la tripulación original de la Trinidad, que había emprendido una ruta de regreso distinta desde las Filipinas, regresaron finalmente a España en 1525.

 

 

Juan Sebastián Elcano

“Sabía que navegando en el Océano se observan cosas admirables, determiné de cerciorarme por mis propios ojos de la verdad de todo lo que se contaba.”

Fue un navegante español que completó la primera vuelta al mundo. Las primeras noticias que se tienen de él le presentan como un marino vasco con amplios conocimientos náuticos, que participó en la expedición de Cisneros a Argel en 1509 y en las campañas de Italia del Gran Capitán. 

 

 

En 1518 conoció en Sevilla al navegante portugués Magallanes, que preparaba una expedición al servicio de España para buscar la ruta a las Indias navegando hacia el Oeste. Elcano se enroló en la expedición, que partió de Sanlúcar de Barrameda en 1519 y exploró el Río de la Plata y la Patagonia. El viaje continuó hasta darle la vuelta al mundo. Tras la muerte de Magallanes en un enfrentamiento con los nativos de las Islas de las Filipinas y una lucrativa adquisición de especies en las Islas Molucas, El emperador Carlos V recibió a Elcano en audiencia, aunque no fue muy generoso en las recompensas por su hazaña. Su viaje constituyó un éxito, tanto desde el punto de vista geográfico (pues confirmaba experimentalmente la esfericidad de la Tierra) como económico (ya que la venta de las mercancías en Amberes sufragó sobradamente los costes de la expedición).

Las expectativas de negocio así abiertas hicieron que se fundara en La Coruña una nueva Casa de Contratación destinada a especializarse en el comercio de las especias. Desde allí salió una segunda expedición, costeada por los Fugger y mandada por Loaisa (un aristócrata); Elcano viajaba, a pesar de sus protestas, como piloto mayor. Pero aquella expedición, que salió de La Coruña en 1525, fracasó por la muerte de Loaisa y de Elcano sucesivamente. 

 

 

Jacques Cartier

“El mar nunca ha sido amigable para el hombre. Siempre ha sido cómplice de la inquietud humana.”

Explorador francés y navegante de gran pericia, en 1534 fue encargado por Francisco I de buscar una ruta que comunicara Europa con Asia por el norte de América para eludir el control establecido por los españoles sobre aquel continente. No lo consiguió, pero en su viaje exploró las costas de Terranova, Nueva Brunswick y Canadá, cuyos mares venían siendo frecuentados desde antiguo por pescadores bretones y normandos. En un segundo viaje en 1535, penetró por el río San Lorenzo, tomó posesión de la zona de Quebec y creó los primeros asentamientos franceses en Norteamérica en la península de Gaspé, antes de llegar hasta el poblado de Stadacona, situado en donde hoy se levanta la actual Quebec. Después continuó hasta la población indígena de Hochelaga, desde cuya montaña divisó el río Ottawa y los rápidos de Lachine. Llamó a esta montaña Mont  Réal (Monte Real), del que deriva el nombre actual de la ciudad de Montreal. Después regresó siguiendo la ruta sur de Terranova y, por primera vez, atravesó el actual estrecho de Cabot. 

 

 

 A él se debe parte de la topografía de la zona, como el propio nombre de Canadá y el del río San Lorenzo, o el del estrecho de Jacques Cartier. Durante un tercer viaje en 1541, comprendió que las tierras descubiertas carecían de valor según los criterios de la época (puesto que no aportaban metales ni piedras preciosas). No obstante, sus exploraciones fueron el origen de la posterior presencia francesa en Canadá, que se prolongó hasta 1763 y determinó la existencia de la provincia francófona de Quebec hasta nuestros días.

 

 

Henry Hudson

“No puedes volar como un águila con alas de un gorrión.”

Fue un navegante y explorador inglés, famoso por haber realizado cuatro importantes viajes de exploración al Ártico. En 1607 hizo su primer viaje para la Compañía de Moscovia y alcanzó las costas de Groenlandia y las Svalbard; quizá descubrió la isla de Jan Mayen. El año siguiente, para la misma compañía, buscó el paso a la India, esta vez navegando a través de las islas de Nueva Zembla, por e lmar de Barents, pero fracasó. A su regreso, la Compañía de Moscovia desistió de seguir buscando el paso del Noroeste.

La Compañía Holandesa de las Indias Orientales siguió confiando en encontrarlo y le encomendaron su tercer viaje en el año 1609, con el Half Moon y una tripulación de dieciocho o veinte hombres. Nuevamente empezó la búsqueda del paso en Nueva Zembla, intentando abrirse camino a través del hielo, pero debido al frío intensísimo y a las extremas condiciones meteorológicas, la tripulación empezó a inquietarse y Hudson propuso un plan diferente. Pusieron rumbo suroeste a través de Nueva Escocia y bajaron por la costa de Norteamérica, en la certeza de que los océanos Atlántico y Pacífico solamente estaban separados por un estrecho istmo.

En septiembre de 1609 llegó a la bahía de Nueva York, y durante los siguientes meses exploró el río Hudson, remontando 240 kilómetros desde su desembocadura hasta el lugar en donde actualmente se levanta la ciudad de Albany. Antes de terminar el año, Hudson y sus hombres regresaron a Inglaterra, siendo retenidos por el gobierno inglés. Hudson recibió la orden de trabajar a partir de entonces sólo para su país de origen.

En 1610, Hudson partió en el último de sus viajes patrocinado por una recién creada compañía de caballeros ingleses a bordo del Discovery en búsqueda del paso del Noroeste. A mediados del año había atravesado el estrecho de Hudson y alcanzado la bahía de Hudson, donde pasó tres meses explorando las islas y costas orientales. En la creencia de que se encontraba en el Pacífico, navegó rumbo sur hasta la bahía de James. En noviembre el barco estaba atrapado en el hielo, por lo que después de pasar un duro invierno a causa del frío y la escasez de alimentos, la discordia se generalizó entre la tripulación, acabando con un motín en junio de 1611. Hudson, su hijo y otros siete tripulantes fueron abandonados a su suerte en un pequeño bote abierto y nunca más se supo de ellos. Los pocos amotinados que consiguieron sobrevivir pudieron llegar a Inglaterra donde fueron encarcelados, aunque ninguno fue condenado.  

 

 

Edward Teach

“Sólo el diablo y yo sabemos dónde están enterrados mis tesoros.”

A comienzos del siglo XVIII, en la costa atlántica de los actuales Estados Unidos, algunos gobernadores de las colonias inglesas violaban el monopolio comercial impuesto desde Londres al ignorar los asaltos piratas en las zonas aledañas a sus colonias. Las fechorías de los piratas activaban el comercio local al vender lo incautado a menor precio, a la vez que dejaban algún ingreso disimulado a las autoridades.

Edward Teach  era oriundo de Bristol, aunque otros afirman que nació en Carolina del Sur o, incluso, en Jamaica. Según otras fuentes su nombre real era Edward Drummond. Participó en la Guerra de la reina Ana, en la que actuó como filibustero inglés atacando barcos franceses. Al retirarse Inglaterra de la Guerra de Sucesión en 1713, una gran parte de los efectivos de la Royal Navy británica pasaron a ser desempleados. Se estima que de un total de 53.785 soldados en 1703, los efectivos se redujeron a 13.430 en 1715; por lo que se calcula que había unos 40.000 desocupados. Se cree que Teach se reconvirtió entonces de filibustero a pirata,  en una época en la que la piratería en América estaba en decadencia.

En sus inicios piráticos estuvo bajo el mando de Benjamin Hornigold. Entre sus primeras fechorías se cuentan la captura de un carguero español que procedía de La Habana, otro de las Bermudas y un tercero de Madeira y con dirección a Carolina del Sur. Estando en la costa de Virginia, en noviembre de 1717, se dirigió a la Martinica y en su camino apresó un gran buque francés que tenía su ruta entre ese lugar y la costa africana, el cual renombró The Queen Anne´s Revenge. Esta nave se convirtió en su arma principal en sus arremetidas por un periodo de unos siete meses. La embarcación fue armada con cuarenta cañones. En uno de sus primeros ataques se enfrentó a un barco de la armada inglesa, el HMS Scarborough, el cual se retiró al verse en desventaja, pero Barbanegra lo dejó huir. Este incidente le dio prestigio al haber derrotado a un barco de la milicia británica. Tiempo después, Hornigold decidió acogerse al perdón de Jorge I, se puso a las órdenes del gobernador de Bahamas y se transformó en filibustero.

A finales del año de 1717, Teach trabó amistad con Stede Bonnet, apodado el «Caballero Pirata», antiguo oficial británico que viajaba en el barco Revenge. Bonnet aceptó la capitanía de Barbanegra para hacer un consorcio. Sin embargo, fue separado de su barco Revenge, el cual le fue dado a otro lugarteniente de Barbanegra. Debido a su ineptitud en el oficio de la marinería de Bonett , este fue mantenido en un virtual encarcelamiento. En ese tiempo el refugio preferido de Teach era la isla de Ocracoke.

Existen michas versiones que hablan del final de Barbanegra. Ante el avance de la piratería en la zona, el gobernador de Virginia, Alexander Spotswood, decidió tomar acciones antes que los malhechores se fortalecieran. En el otoño de 1718 tuvo noticias de la presencia de Barbanegra en la ensenada de Ocracoke, Carolina del Norte. No importándole el fuero otorgado por el gobernador Eden al pirata, decidió organizar una ofensiva. Por ello envió dos navíos, el HMS Pearl y el HMS Lyme,  junto a dos balandras: el Ranger y el Jane; toda la flota bajo el mando del teniente Robert Maynard. Mientras, Barbanegra permanecía a bordo del Adventure con 19 hombres. Al avistarlo, la flotilla al frente de Maynard se acercó a los piratas al atardecer del día 21 de noviembre con el objetivo de atacar la mañana siguiente. Ese día, un grupo, a bordo de un pequeño bote, logró avistar a la nave pirata pero tuvo que retirarse al ser repelido con una descarga. 

Los perseguidores fueron atacados por los piratas lo que resultó en la pérdida del barco Ranger. Maynard retomó el asedio al obligar al Adventure a encallar y ordenó a sus hombres esconderse. Barbanegra, ante la oportunidad, abordó la nave con los suyos. En la gresca él y Maynard batallaron cara a cara. El oficial le atacó con su espada, pero nada más tocó el cartucho que portaba el pirata, quien asestó un golpe a los dedos del inglés, sin dañarlo. Maynard tiró su espada y sacó su pistola disparando al instante a Teach; otro marinero se le abalanzó y le hizo un corte en la cara. Al final el bandido cayó con gran pérdida de sangre y Maynard, al final, cercenó la cabeza de Barbanegra. Según testimonios posteriores, el pirata sufrió veinticinco heridas, cinco de ellas debidas a disparos en el cuerpo. La campaña finalizó cuando los victoriosos arribaron a la localidad de Hampton, Virginia, con la cabeza de Barbanegra en el bauprés.

 

Texto: Amura ± Foto: Canda History / Virtualology / STATIC / WPS / ARTELISTA / WPD / VENE MUNDO / WPD