“Habíamos visto a Dios en Su esplendor, oído el texto que nos brinda la Naturaleza. Habíamos llegado al alma desnuda del hombre.”
De origen neozelandés, este navegante estuvo al mando de la legendaria embarcación “Endurance”, la cual tenía por objetivo cruzar la Antártida, tocar base en el Polo Sur y trasladarse hasta la Isla de Rosy. A pesar de no haber logrado la hazaña, debido a que el barco se quedó atrapado en el hielo, a la altura de la isla Elefante -justo antes de conseguir el objetivo-, la travesía, cuya expedición fuera comandada por Ernest Shackletones, es y será una de las más memorables en la historia de la navegación, precisamente por lo que su tripulación tuvo que hacer ante el reto.
Los miembros de esta expedición tuvieron que realizar un recorrido que duró poco menos de dos años a través del gélido mar de Weddell. Cuando iniciaron la aventura, justo antes de la Primera Guerra Mundial, en 1914, nunca imaginaron lo que ocurriría. El barco fue tragado por el hielo, pero la tripulación de 27 personas regresó intacta, luego de haber sufrido incontables peripecias.
“Cuando los hombres están tan cansados como lo estábamos nosotros, los nervios están de punta y es necesario que cada hombre haga un esfuerzo por no irritar a los demás. En esta marcha nos tratamos los unos a los otros con mucha más consideración que lo que habríamos hecho bajo circunstancias normales. Nunca he visto buenos modales aplicados más cuidadosamente que aquellos días por estos viajeros experimentados al estar en una situación de aprieto”, escribió Worsley en su diario, donde destaca cómo la actitud positiva del equipo, logró salvar la vida de cada uno.
No es casualidad que la nave de Interstellar, el más reciente éxito cinematográfico de Christopher Nolan, se llamara precisamente “Endurance”, pues se trata de un gran ejemplo del temple y voluntad humana que trasciende la hazaña marítima.
Texto: Gwen San ± Foto: TGAC / MSHCD / LISTEN 2 / LA VOZ DE GALICIA / VNALN / ABC / EDT JVT / AACION SAILING / MARCK LOYD