“Un espíritu de caridad, incluso de benevolencia, había crecido con fuerza en mi naturaleza a través de las meditaciones de aquellos días supremos pasados en la mar.”

Estamos ante el primer navegante en solitario como se conoce en el mundo. Joshua Slocum, proveniente de Nueva Escocia, Canadá, es un marinero entre los tiempos del pasado y el presente, cuyo momento pertenece al siglo anterior, pero que inspirara a la navegación mundial para la gloria de las hazañas individuales al hacerse a la mar.

A bordo de su embarcación de dos palos o yawl llamada “Spray”, de 11.28 m de eslora, que fuera construida con el armazón de un barco pesquero y adaptada por el mismo Slocum, zarpó por primera vez en 1895 en Boston, Massachusetts, Estados Unidos, para dar la primer vuelta al mundo en solitario de toda la historia.

En esos días no existía la tecnología que permite navegar sin ayuda, ni siquiera velas como las de las regatas que conocemos. Las velas de Spray eran izadas manualmente, en una época donde el vapor era la última novedad en navegación y donde nadie trazaba una ruta en solitario sólo por cumplir un sueño.

 

 

Y fue en esas precarias condiciones en las que Spray cruzó el Atlántico tres veces con un impecable equilibrio de velas por parte de Slocum, quien recorrió más de 46,000 millas para la primer gran hazaña de navegación en solitario al darle la vuelta al globo.  Su dirección lo condujo hacia las islas Azores, después a España y a las islas Canarias, retornando a Azores, para luego cruzar el Atlántico en sentido contrario y arribar a Pernambuco, Brasil, desde donde bordeó Sudamérica y cruzó dos veces el Cabo de Hornos.

Como dato curioso, Slocum había trabajado de todo a bordo de barcos desde los doce años; era pescador, capitán, armador, constructor, una eminencia con talento natural para la ingeniería naval e incluso, un prominente escritor que nos dejara el testimonio de sus días en el océano en la obra Navengando en solitario alrededor del mundo,  pero no sabía nadar. Es por ello que resulta tan admirable la hazaña de aventurarse al hacerse solo a la mar, sin que nadie le guiara o ayudara, lo que fue mucho más una osadía y por lo cual lo recordaremos por siempre.

No se supo más de Slocum desde 1909, cuando se aventurara por el Orinoco, tras dejar un legado para la navegación moderna y convertirse en padre del velerismo deportivo.

 

Texto: Gwen San ± Foto: TGAC / MSHCD / LISTEN 2 / LA VOZ DE GALICIA / VNALN / ABC / EDT JVT / AACION SAILING / MARCK LOYD