Identidad caribeña
El encuentro de los mundos, ocurrido en América hace 524 años, generó un sinfín de consecuencias; entre ellas podemos celebrar el advenimiento de distintos lenguajes y culturas a partir de la mixtura de las diversas naciones que convergieron en el universo llamado “Gran Caribe”: las de Europa, las mal llamadas indias de América, y las africanas dieron a luz una civilización insólita.
Surgieron nuevas lenguas que comparten la raíz del latin creare o “criar”; en español su nombre es “criollo”, en inglés creole, que deriva del francés créole, en portugués crioulo, en Santa Lucía y Dominica keweyol. El término ya se mencionaba desde el año 1560 en los escritos de los conquistadores españoles; se usaba para definir a quienes nacían en América, hijos de conquistadores y nativos, o de conquistadores y negros, también de los indígenas o africanos nacidos después de la colonización. La teoría más acertada describe a estas lenguas como los medios creados por personas muy diferentes para lograr comunicarse entre sí. Una característica asombrosa es que existen numerosas voces creole, con diferencias entre ellas.
La cultura creole se conformó a partir de expresiones artísticas, intelectuales y espirituales; una región intangible que abarca desde las Antillas Mayores y Menores, el Caribe continental, América del Norte con México, hasta Florida y Luisiana para de allí regresar a los Imperios, donde igualmente hoy se honra la creólite.
Un ejemplo de ello es el festival Caraïbe de la Seine-Saint-Denis en Francia. Pero existen cuantiosos puntos de reunión para celebrar, explicar, debatir y compartir esta herencia que continúa en las metáforas de sus diásporas en incesante mestizaje. Un proceso similar ocurrió en otras zonas oceánicas: el oeste de África, India, sudeste de Asia hasta Indonesia, Macao, Filipinas, Malasia y Oceanía.
La influencia criolla se manifiesta más allá del lenguaje en diversas expresiones culturales: danza, música, literatura, gastronomía, vestimenta, artes plásticas, medicina tradicional, historia, pensamiento filosófico y en la vida cotidiana; un conocimiento cuyo vehículo ha sido la tradición oral a través de generaciones. Afortunadamente, en nuestros días se reconoce como una marca de orgullo continental.
"El otro, la totalidad cuantificable de todas las diferencias posibles, es la energía que impulsa el motor universal" Edouard Glissant"
ARTE CRIOLLO
A partir de los años 70 se produjo un “renacimiento literario” criollo en las islas de habla francesa de las Antillas Menores; escritores como Derek Walcott, Raphaël Confiant y André Pierre-Louis emplearon ese lenguaje para expresarse. Edouard Glissant escribió acerca de su significado y de su historia. Denominado el poeta del mestizaje, creó los conceptos de “criollización” y de “todo-mundo”. Fue Frankétiene (Frank Étienne) el primer autor que publicó en 1975 una novela enteramente en creole haitiano: Dézafi. Estos escritores rechazaron tanto la negritud así como la europeidad: “ambas pertenecen a una lógica diferente a la de la expresión creole”.
Lo “real maravilloso”, corriente literaria inherente a lo criollo, se encuentra en la temática de Carlos Fuentes, Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Gabriel García Márquez, Emilio Díaz Valcárcel, de una larguísima lista.
Todas las artes se han enriquecido con esta policromía fantástica. Artistas y personalidades con gran imaginación: colores, mezclas, comida, baile, alegría, canto; eso podemos percibir en lo que hoy es ya una tradición. Festivales como Carifesta, llevado a cabo en varios países desde los años 70, el Festival del Caribe o Fiesta del Fuego en Santiago de Cuba, el Festival afrocaribeño en México, el Creole United Festival de California, entre otros. Hoy en día, ocho millones de personas hablan criollo en todo el mundo. Debido a la importancia de este lenguaje, en 1979, el 28 de octubre fue declarado “Día Internacional del Criollo”, que convoca en todos los países de habla creole a festivales, talleres, concursos, seminarios, entre numerosas actividades.
Quizás su diversidad pueda ser ejemplificada mejor si nombramos la cantidad de música que ha nacido de esta maravillosa mezcla: bomba, calipso, orquestas de steel band, beguine, reggae, habanera, ska, chachacha, merengue, bachata, palo de mayo, vallenato, porro, soca, guaracha, guajira, trovadores, timba, son, conga, mambo, bolero, contradanza, danzón, rumba o la salsa y el jazz latino nacidos en Nueva York, lugar a donde los viajeros criollos llevaron sus equipajes llenos de folclor vivo, cambiante, enriquecido. Influenciaron nuevas melodías, sueños, realidades contadas en inglés, francés, español, entre diferentes idiomas que están conformando nuevos lenguajes.
Texto: Maruchy Behmaras ± Foto: uksitesFashion-tartan / WPMAS / STABOR / AlexGarcia / Lucius-Fontenot / CUBAWATSHON / washtimes / rod treas / art mmd / rgt