“El templo del mar”
Existe un palacio consagrado al mar. Fue construido al borde de un acantilado sobre el Mediterráneo hace ya más de una centuria, en la soberana ciudad-estado de Mónaco, con el objetivo de promover la importancia vital de conservar los tesoros del ecosistema marino.
El Príncipe Alberto I de Mónaco (1858 - 1922) desarrolló desde su temprana juventud un fuerte vínculo con el mar. Como navegante y precursor de la ciencia de la oceanografía, emprendió una serie impresionante de 28 exploraciones científicas con el fin de profundizar en el estudio de los océanos, para luego promover y compartir con la humanidad sus descubrimientos.
Sus travesías en el Océano Atlántico y el mar Mediterráneo han sido consideradas como pioneras. Fueron realizadas en barcos oceanográficos avanzados para su época, donde viajaba acompañado siempre por un equipo de científicos: biólogos, zoólogos, botánicos, geógrafos, entre otros especialistas. Entre 1898 y 1899, realizó uno de sus viajes más desafiantes, cuyo objetivo fue llegar al Polo Norte a bordo de su yate científico, Princesa-Alice II.
Bajo la dirección del príncipe se crearon los primeros mapas de las profundidades oceánicas del mundo, que tuvieron vigencia hasta 1944. Solía escribir sobre los resultados de sus expediciones, los cuales fueron publicados bajo el título The Navigator’s Path. El 10 de septiembre de 1889 se convirtió en el monarca del Principado, debiendo enfocarse a partir de entonces en las responsabilidades inherentes a su cargo.
... La tierra monegasca ha creado un templo orgulloso e inviolable, dedicado a la nueva divinidad que reina sobre las inteligencias”.
El museo Oceanográfico
El Príncipe Alberto I creó el Museo Oceanográfico de Mónaco con el fin de propiciar el estudio de las colecciones y descubrimientos adquiridos en las diversas expediciones que llevó a cabo. Bajo el lema de su fundador, “conocer, amar y respetar a los océanos”, el museo dispone de 6,500 m² abiertos al público, que en la actualidad sobrepasa los 700,000 visitantes anuales.
El palacio que alberga el Museo Oceanográfico de Mónaco es una obra maestra de la arquitectura monumental. De estilo neoclásico francés, fue realizado entre 1899 y 1910 por el arquitecto Paul Delefortrie. Para construirlo fueron necesarias 100,000 t de piedra de la región de La Turbie. La imponente edificación desciende por el acantilado 85 m hasta casi tocar el mar Mediterráneo.
Acuarios
En los acuarios del Museo Oceanográfico de Mónaco habitan 6,000 especímenes entre peces del mediterráneo y tropicales, que viven en ambientes que reproducen fielmente su entorno natural; además de 200 variedades de invertebrados y alrededor de 100 tipos de corales. El museo tiene un sentido ecológico por lo que se usa el agua del mar para llenar los acuarios, dispuestos para que el visitante sienta que realmente está sumergido en las inmensidades del mundo submarino.
La isla de las tortugas
Es un área de mediación ambiental para esta especie que ha estado presente en los mares y costas del planeta desde hace 150 millones de años. Hay un centro de salud que se basa en la experiencia del museo para rescatar, cuidar y liberar tortugas marinas, y que funciona como una red entre varias asociaciones especializadas en su salvaguarda.
La laguna de los tiburones
En una pecera gigante de seis m de profundidad, que contiene 450,000 l de agua de mar, viven diversas especies de tiburones, visibles desde cuatro puntos de vista. En este mismo espacio crece el arrecife Djibouti, uno de los primeros ecosistemas de su tipo en ser creado con la intervención humana, en 1989. Este es un lugar dedicado a poner en valor la importancia de los tiburones y de los arrecifes para conservar la buena salud de los mares.
Otros atractivos del museo
La historia de la exploración submarina, los mamíferos marinos, y la historia natural, son algunas de las temáticas de varias de sus salas de exposiciones. También es posible conocer los aparatos de exploración submarina del comandante Jacques-Yves Cousteau, quien dirigió el museo durante más de 30 años, o visitar la Sala Albert, que está dedicada a la vida y obra del príncipe Alberto I, quien también fundó el Instituto Oceanográfico de París.
Resulta muy atractiva la instalación del artista Mark Dion, quien realizó un gabinete monumental para albergar un mundo de curiosidades del museo que abarca desde bibliotecas, esqueletos, fósiles, textos, mapas y objetos diversos, entre los que destaca el traje de buceo de Karl Heinrich Klingert, que fuera desarrollado en 1797 y con el cual su inventor permaneció varios minutos a 12 m de profundidad.O
Texto: Maruchy Behmaras ± Foto: :© T.Ameller / BSSL IMAGES AMAZON / © Martin Delpozo / Musée océanographique de Monaco. / OCEANO / Architecture / CMS / GEOCITIES