Kawase Hasui es uno de los paisajistas japoneses más importantes del siglo XX. Sus grabados en madera exudan un espíritu atemporal que aún resuena en el público actual.
Desde representaciones poéticas del anochecer y la luz de la luna, ventiscas de nieve hasta lluvias repentinas, desde la luz del sol moteada hasta el abrazo de las sombras, Hasui (1883-1957) se deleita en capturar el esplendor de una estación o la belleza fugaz de un momento, recuerdan en la casa de subastas Bonhams.
Caracterizadas por una serenidad de ánimo y una composición impecable, sus grabados guían al espectador a través de Japón con una intimidad y una sensibilidad duraderas.
Una figura imponente en la tradición Shin Hanga ('Nueva Impresión') de Japón, Hasui es bien conocido por su amor por los viajes, un pasatiempo que para él significaba mucho más que el mero turismo. Como escribió el propio Hasui: “…Viajar es mi pasatiempo favorito… y este pasatiempo no es algo de lo que hablo casualmente, ya que dibujar es mi objetivo…” Era particular en cuanto a dónde abría su cuaderno de bocetos, representando lugares famosos pero rara vez eligiendo los ángulos más obvios o famosos.
Hasui trató los grandes templos y santuarios de su país con el mismo espíritu independiente, evitando la típica vista frontal y centrándose en una pequeña sección, a menudo sin rasgos distintivos. Pocas de sus estampas incluyen personas y, cuando lo hacen, suelen presentar una figura solitaria o una pareja, a menudo representadas de espaldas o de perfil.
Estas figuras suelen estar situadas en los bordes o en el fondo de la composición, y su aislamiento evoca una sensación de patetismo y añade profundidad psicológica a la escena.
En cuanto al paisaje puro, Hasui evitó las vistas pintorescas que se habían hecho famosas, prefiriendo saborear los matices más tranquilos de los lugares, no reflejándolos con precisión banal, sino capturando sus estados de ánimo cambiantes y elusivos.
Viajaba para sentir, no solo para ver, y al hacerlo conjuraba una respuesta emocional y alentaba el deseo de viajar libremente, de experimentar la soledad de un sendero desierto de montaña o una costa caracterizada por las extrañas raíces de los pinos cuyos reflejos moteados se realzan con una luna clara.
Hasui era un gran talento y disfrutó del éxito comercial en Japón y en el extranjero –Steve Jobs (1955-2011) fue un admirador temprano y un ávido coleccionista de Hasui–. El artista creó más de 600 grabados en madera en cuatro décadas, algunos publicados en ediciones de no más de 2,000 ejemplares, mucho menos que algunos de los grandes grabados de paisajes del siglo XIX, como "La Gran Ola" de Katsushika Hokusai.
La mayoría de las colecciones de grabados de Hasui en los principales museos se encuentran en Estados Unidos, donde su obra ganó reconocimiento por primera vez en la década de 1920, pero como se desprende claramente de las exposiciones regulares y concurridas en Japón, junto con los impresionantes resultados de nuestras subastas recientes, la obra del artista está experimentando ahora un resurgimiento de popularidad tanto en el país como en el extranjero.
Finalmente, Hasui está recibiendo el reconocimiento que merece, a la par de sus homólogos tradicionales como Katsushika Hokusai, Utagawa Hiroshige y Suzuki Harunobu.