La forma más natural y trepidante de desplazarse a través del aire, ataviado de un wingsuit.
Así como la mitología griega cuenta que Dédalo le confeccionó a su hijo Ícaro unas alas, enlazando plumas con hilo y fusionándolas con cera para así poder remontar el vuelo para escapar de la isla de Creta, con un triste final, en pleno siglo XXI, el wingflying flying resulta la interpretación actualizada de volar únicamente impulsado por la fuerza del viento.
El wingsuit, nombre que recibe el traje empleado para practicar el wingflying flying, vino a revolucionar el concepto del paracaidismo, al llevarlo a otro nivel al vivir la sensación de lanzarse al vacío y descender a gran velocidad. Esta vestimenta desafía las leyes de la naturaleza y permite a sus portadores ser dueños de los cielos.
Entre los expertos de este tipo de vuelo extremo, consideran que se requieren al menos 500 saltos en paracaídas antes de colocarse un wingsuit, por lo que solo los pilotos más experimentados están en posibilidades de intentarlo, ataviados como si fueran ardillas voladoras.
El primer wingsuit surgió en 1930 y posteriormente aparecieron varias decenas de diseños diferentes. Lo que es un hecho es que era –y es– un deporte muy riesgoso, que ha cobrado más de una vida de sus practicantes. Tal vez las primeras tentativas resultaron mortales, por lo que la práctica de este deporte extremo no tuvo muchos seguidores.
Su popularización fue a finales del siglo pasado –año de 1999– con la aparición de un wingsuit relativamente seguro, creado por el finés Jari Kuosma y el croata Robert Pecnik, el cual comercializaron y significó el nacimiento de este deporte al obtener un buen número de adeptos. Ambos personajes fueron los encargados de crear un programa de instructores e iniciar una campaña para revertir la imagen de peligrosa la práctica del winflying.
Lo que es un hecho es que por más consejos e instrucciones de parte de Kuosma y Pecnik, y demás expertos, el wingflying es –y será–, un deporte de alto riesgo y mortalidad. Gran parte de los accidentes acontecieron debido a que los pilotos no tenían la experiencia necesaria o porque, teniéndola, se confiaron o excedieron. Sobre este último punto, para aumentar la sensación de velocidad y la adrenalina, muchos pilotos realizan vuelos aproximándose demasiado a la superficie terrestre o a las laderas de las montañas, aumentando el margen de un posible error.
Cómo volar
Por su diseño, el wingsuit disminuye el desplazamiento vertical y favorece el horizontal. El wingsuit no permite la reducción de la velocidad ni detiene el vuelo del piloto, por ello el equipo incluye un pequeño paracaídas conectado a la bolsa del paracaídas principal. A continuación despliega el paracaídas e inicio el planeo previo al aterrizaje.
El wingsuit está fabricado en nailon (o alguna otra tela resistente), con tres alas: dos de ellas conectan los brazos con el torso, y una tercera que conecta las piernas entre sí, convirtiendo al piloto en un ala que genera una resistencia al aire que se opone a la dirección del movimiento. Por su perfil aerodinámico, la resistencia del aire puede impulsarlo hacia arriba con una fuerza llamada sustentación.
En el caso de los trajes aéreos, y a diferencia de los aviones, la sustentación no llega al extremo de poder elevarlo –ni siquiera desacelerar a una velocidad segura para aterrizar–. Sin embargo, sí permite convertir esa resistencia en un considerable empuje hacia arriba y desplazarse horizontalmente a grandes velocidades (por cada metro en caída, se avanzan tres metros).
Los escenarios
Los practicantes del wingsuit flying tienen dos escenarios donde realizar sus saltos. El primero es desde una aeronave, que bien puede ser avión, un globo aerostático, un helicóptero o en parapente; la segunda posibilidad es el llamado Salto BASE, iniciales de edificios (Building), antenas (Antenna), viaductos (Span) o accidente geográfico (Earth). Dependiendo el lugar, el piloto debe desplegar técnicas distintas, las cuales debe conocer y dominar a la perfección.
Salto más alto (Salto BASE). 7,700 metros. Valery Rozov (Rusia), en la montaña Cho Oyu, localizada en la frontera entre Nepal y el Tíbet. 5 de octubre de 2016.
Vuelo más largo. 09:06 minutos (antes de abrir su paracaídas). Jhonathan Flórez (Colombia), en La Guajira, Colombia. 20 de abril de 2012.
Velocidad máxima: 396.88 km/h. Fraser Corsan (Inglaterra).
Mayor distancia: 32,094 metros. Kyle Lobpries (Estados Unidos).
Blanco más pequeño (en salto BASE): 2.88 metros. Pat Walker (Estados Unidos).
Texto: Ricardo Villanueva ± Foto: Netcarshow.com, Mechatronik, European