Una regata es un gran reto para cualquier velerista. Y ese reto se convierte en odisea si hay que ir de Los Ángeles a Hawai en el menor tiempo posible. Esto sólo se puede lograr si se conforma un verdadero equipo. De todos estos aspectos nos habla el navegante del Ruahatú, Raúl Velarde Cardozo.

AMURA: Raúl, ¿qué es The Transpacific Yacht Race?

RVC: Esta regata va de Los Ángeles a Hawai. Es muy famosa porque es la más antigua del mundo, tiene 102 años, y por ello de gran tradición. Es una regata que atrae a muchos tipos de veleros y veleristas de todas partes. Hay un grupo muy grande de clases de veleros que van de 70 a 30 pies.

 

 

AMURA: ¿Es más importante lo deportivo o la celebración de velear?

RVC: Ambos aspectos. Es la celebración del veleo y también el querer ganar la regata, porque es muy técnica desde el punto de vista de la navegación. En los años de las décadas de 1940 y 1950 se creía que la ruta más directa de Los Ángeles a Hawai era en línea recta. Sin embargo, en la mitad del camino había un lugar donde no había viento y había que estar dos o tres días hasta volver a retomar la navegación.

AMURA: ¿Cuánto dura y cuántos veleros y veleristas participan?

RVC: Esta competencia se celebra cada dos años. Entran cerca de 80 veleros. Si calculamos que hay unas diez personas de tripulación por cada uno tenemos un total de 800 veleristas. Los más rápidos hacen siete días, y los lentos, 15.

 

 

AMURA: ¿En qué tipo de velero van ustedes?

RVC: Vamos en el Ruahatú, es un Concordia 47 diseñado por Fash. Es un velero combinado, muy de carreras y también de cruising. No es como esos veleros que no tienen nada dentro, tiene cocina, camas, camarotes.

AMURA: ¿Cuál es el reto de esta regata?

RVC: Es un desafío de navegantes, es competitivo todo el tiempo. Hay que ir sacando la mayor velocidad que se pueda. Y esto implica trabajar las 24 horas del día, estar haciendo ajustes al barco.

AMURA: ¿Cómo es el día arriba del barco?

RVC: La primera regata es salir y pasar la Isla de Catalina, donde tienes que tener una estrategia para manejar una corriente. Sales con la brisa del día, en la mañana, es la típica regata que todo mundo sale como si fueran a una boya que es la punta de Catalina. De ahí la concentración estratégica es cómo veleas ese canal de Catalina, porque hay corriente y el objetivo es que llegues al viento sinóptico, es decir, ese viento con el que sales se va a acabar porque es una brisa. A las seis o siete de la noche se acaba, más te vale que llegues a estos vientos que ya son vientos gradientes, que no dependen del calentamiento de la brisa del día.

 

 

 La primera parte de la regata es preguntarte cómo llegas al viento sinóptico, porque si no llegas la primera noche te vas a quedar sin viento, o con muy ligeritos. Y toda la tripulación está muy metida en la salida y están veleando estos cambios de viento para tratar de llegar al sinóptico.

Y vas sacando toda la información de cómo se está comportando el viento cerca del mar y las corrientes, hasta que tengas unos way points. Porque después, en el mar vas marcando unas metas intermedias por donde quieres llevar el velero.

AMURA: ¿Y en qué tipo de tecnología se apoyan?

RVC: Hay dos tipos de acceso: radio de banda lateral (para bajar los marine charts, los pronósticos y los diagramas de suspensión de superficie de altas presiones, la presión de altura) y teléfono satelital (bajas archivos que se llaman wriped files, digitales y hay pronósticos de dirección de intensidad del viento). Los ingresas en la computadora y vas generando cuál puede ser la ruta óptima. Como esos pronósticos son modelos, tienes que ir al mismo tiempo viendo tu realidad, haciendo ajustes de la realidad que vas observando y el pronóstico. Esos archivos se van actualizando cada seis horas.

Yo como navegante, cada seis horas acceso a Internet y descargo el archivo, lo interpreto y voy generando ajustes a los way points iniciales que habíamos propuesto. Esa información se discute con uno o dos tripulantes de la parte más táctica y con el capitán, y se genera una estrategia.

 

 

A los cinco o siete días estás totalmente acabado si no tienes una rutina arriba del velero. Después de la experiencia que hemos tenido, nosotros llevamos guardias de engrane, cada hora sube un tripulante nuevo y baja otro a descansar, en términos generales trabajan cuatro. Somos nueve, cuatro trabajan y cuatro descansan.

Es una regata muy difícil de velear, porque en la parte del mar no estás acostumbrado a olas cruzadas, ya que en la noche no se ve nada, es nublado, lo único que tienes en la noche para guiarte son los instrumentos, unos foquitos en el mástil.

Tuvimos varias experiencias intensas. Estar dormidos y que el viento suba de 15 a 35 nudos, no te lo voltea, pero cuesta trabajo, y la ola rompe el velero, y sacar los pedazos del spinaker del agua, es una experiencia intensa. O cuando están los esquals e ir monitoreándolos, es un trabajo en equipo, porque vas viendo el radar y ves cómo viene el esqual, y si te sientes con valor te le pones un poquito enfrente, entonces te hace ir más rápido, pero te va alcanzando. Ahí tienes que salirte, abrirte en el momento adecuado para que no te vaya a pasar por encima. Si te pasa por encima te quedas sin viento y después quedas casi estático.

 

 

AMURA: ¿Después llegan a Hawai?  ¿Ahí se bajan y qué sucede?

RVC: Hay una fiesta, lo más emocionante que he oído es cuando cruzas la meta y el de la meta te dice wellcome to Hawai you have finish the Transpack. Es una regata que va subiendo de emoción. Empiezas a llegar a los vientos a los stade winds y luego la llegada a Hawai y empiezas a ver las islas y luego veleas en el canal de Molokai, que es lo más difícil, porque todo el Pacífico se encajona. Las olas son muy altas y hay mucho viento, ahí es donde se pone bueno.

AMURA: ¿Podrías definir el concepto del viaje en pocas palabras?

RVC: Es un estado de euforia, es emocional, espiritual.         

 

 

Texto: Enrique Rosas ± Foto: Mike Reed / Tom Heaton / Piloto velas • sails Michael Christmas.