Creado con la misión de ofrecer una experiencia náutica autosuficiente y ecológica en combinación con la tranquilidad de un velero y el lujo de un yate a motor, Silent Yachts presentó el modelo Silent 100 Explorer.
En lugar de modernizar los actuales catamaranes para adaptarles paneles solares y motores eléctricos, desde el momento de su concepción, el Silent 100 estuvo diseñado, desarrollado y construido para funcionar con energía solar.
Para Michael Köehler, fundador de Silent Yachts, sus embarcaciones representan un homenaje a los intrépidos marinos que buscaban constantemente horizontes desconocidos. De la misma manera que fue necesario un espíritu aventurero inquebrantable para explorar los siete mares más allá del límite de la imaginación, se necesitó mucho coraje en imaginar y desarrollar el tren motriz eléctrico solar del Silent 100 Explorer.
Para su funcionamiento, el modelo de 31 m de longitud y 13.6 m de ancho, cuenta con 25 paneles solares (módulos fotovoltaicos) de última generación, ubicados en la parte superior, que impulsan los dos motores eléctricos de 340 kW, libres de humo, ruido o vibraciones.
Cuando el sol no brilla con la intensidad requerida, ocho bancos de baterías de litio de 800 kWh proporcionan el empuje a los motores. Además de la propulsión, la energía solar almacenada es empleada como fuente de alimentación de los equipos de navegación y los electrodomésticos a bordo, así como la carga de los juguetes acuáticos y la embarcación auxiliar.
En beneficio del propietario, el Silent 100 ofrece cuatro cubiertas y un rango ilimitado de desplazamiento, siendo una de las formas más seguras de surcar el mar, con cero emisiones y prácticamente sin necesidad de mantenimiento (requiere de un cambio de cojinetes cada 50,000 horas de uso).
La velocidad promedio es de 6-8 nudos y de 14-16 la máxima, y en caso de requerirse un mayor impulso, un generador diésel recarga las baterías, mismo que puede emplearse en caso de que las condiciones climáticas adversas se prolonguen.
El exterior y los interiores son inspiración de Marco Casali, que en el caso del casco, maximizó la eficiencia energética del yate en términos de su desplazamiento a través del agua, vía la dinámica computacional de fluidos (CFD). A bordo, todas las ventanas están a la sombra, ya sea por el techo o el fuselaje, reduciendo el consumo de energía necesario para mantener el interior a una temperatura agradable vía el aire acondicionado.
En la fabricación fueron empleadas fibras de carbono y resinas, lo cual redujo el peso de la embarcación a 400 GT, aproximadamente la mitad del requerido en un yate a motor similar, construido de manera convencional. En las cubiertas y las cabinas del Silent 100 se empleó bambú, corcho, fibra de lino y de basalto.