Joya del  pasado preservada por el tiempo

A orillas del río Moldava se encuentra la ciudad más importante de la República Checa: Praga. Con su historia y su ubicación especial, entre oriente y occidente, ha desarrollado un carácter único: mezcla de culturas y tradiciones que le brindan una armonía especial y un paisaje difícil de encontrar en otra ciudad del mundo.

 

Praga y sus rincones secretos

El origen de la ciudad de Praga se remonta al Paleolítico superior, aunque su primer asentamiento urbano tomó forma en el siglo X. Fue entonces cuando los eslavos construyeron dos fortificaciones sobre dos colinas opuestas, con el fin de controlar el paso por el Moldava. Su ubicación pronto la convirtió en un importante centro de intercambio comercial.

 

 

 

Su desarrollo comenzó a partir del siglo XI, cuando ya se levantaba el núcleo de la ciudad de Praga: la Ciudad Vieja. Los asentamientos de mercaderes     alemanes, la Ciudad Hebrea, la Malá Strana (Parte Pequeña), la Ciudad de San Galo y la primera muralla, construida por orden del rey Wenceslao I, se encuentran entre las primeras edificaciones que forjaron la Ciudad.

En esa época Praga fue elegida como la residencia de los reyes de Bohemia, y en el siglo XIV fue la sede de la corte del Sacro Imperio Romano, bajo el dominio de Carlos IV. Fue durante este periodo que, por Orden Real, el arquitecto eslavo Peter Parler llevó a cabo la construcción del Puente de Carlos, una de las principales atracciones de la ciudad.

A finales del siglo XIV, Praga era ya una metrópoli de cuatro núcleos urbanos y dos castillos, poblada por 50 mil personas de distintos orígenes. En los siglos posteriores -bajo el imperio de los Habsburgo- la ciudad experimentó un importante desarrollo como centro cultural, político y religioso.

Durante el nazismo, la ciudad perdió una parte fundamental de su población: la comunidad hebrea (decisiva para su identidad). Más tarde la comunidad germana también desaparecería. En la actualidad, la ciudad continúa su evolución con un carácter decididamente checo; sin embargo, la mezcla de lenguas y culturas se puede contemplar en cada una de sus calles.

Después de que el 1 de enero de 1993 se produjo la división de la República Federativa de Checoslovaquia en dos estados independientes: República Eslovaca y República Checa, esta nación representa en la actualidad a un país moderno, con un rico legado cultural e histórico ideal para visitar.

 

Barrios pintorescos

La Ciudad Vieja ha sido desde el siglo IX el escenario de los intercambios comerciales. En la Plaza de la Ciudad Vieja, se encuentra el reloj astronómico del Ayuntamiento, una de las joyas de la ciudad. También aquí está la Iglesia de Sv. Jakub y uno de los edificios góticos más significativos: el Templo de Tyn. Una de las principales atracciones de esta zona es la casa donde residió Franz Kafka durante muchos años.

El Puente de Carlos comunica la Ciudad Vieja con el barrio de la Malá Strana, una pequeña región que se extiende a los pies del Castillo de Praga. El barrio fue prácticamente destruido en 1541 y tuvo que ser reconstruido casi por completo. En sus alrededores se encuentran muchos palacios y edificios históricos.

 

 

 

 

 

 

Fundada por Carlos IV,  la Ciudad Nueva alberga numerosos conventos, monasterios, iglesias y plazas siendo la más grande, la Plaza Wenceslao. En este lugar se celebran múltiples espectáculos y actividades al aire libre.

Cerca de la Ciudad Vieja se encuentra el barrio de Vysehrad, que durante los siglos XI y XII, fue sede de los príncipes checos. Los restos de la fortaleza se han conservado hasta nuestros días. Aquí   se encuentra la Iglesia de San Pedro y San Pablo, una de las más célebres de Praga. Los monumentos antiguos en los alrededores contrastan con           tres edificios cubistas construidos entre los años 1911 y 1913.

El Barrio Judío (Josefov) es otra zona famosa de la ciudad. Aunque gran parte de su aspecto original se ha perdido, esta región conserva aún su carácter misterioso y legendario. Son muchas las historias y leyendas en las que se ha plasmado la singularidad de la antigua comunidad.

 

 

 

El monumento por excelencia del Barrio Judío es la Sinagoga Viejo Nueva, la más antigua de todas las que se han conservado en Europa (alrededor de 1270), y una de las construcciones más antiguas del gótico en Praga.

El cementerio judío en este barrio es una visita obligada. En este lugar es posible apreciar la misteriosa sensibilidad y espiritualidad de la antigua comunidad. La tumba más visitada es sin duda donde descansa la personalidad más significativa de la comunidad judía de Praga: el rabino Jehuda Low Ben Bezalel (1525-1609), mejor conocido como el legendario creador del Golem. Cuenta la leyenda que este ser sobrenatural fue creado por el rabino Low, por medio de conocimientos esotéricos, para proteger a la comunidad de ataques antisemitas. 

 

Karlovy Vary, la ciudad-balneario

La localidad de Karlovy Vary se encuentra situada sobre las dos vertientes de un valle del río Teplá, en la zona oeste de la región de Bohemia, a los pies de los Montes Metálicos.

Enclavado en un espacio natural sobrecogedor, el balneario conocido internacionalmente por su nombre alemán, Karlsbad (Balnearios de Carlos), ofrece 12 manantiales de agua caliente y uno de agua fría, así como fuentes de gas natural. De acuerdo a fuentes históricas, fue el emperador Carlos IV quien descubrió el primer manantial, alrededor del año de 1350.

 

 

 

La historia de la ciudad ha estado ligada desde sus orígenes a la aristocracia de la Época Dorada, y entre los siglos XIX y XX, se convirtió en uno de los mayores balnearios del mundo. Por sus aguas han pasado los mayores estadistas, pensadores, compositores y artistas del mundo alemán, ruso y centroeuropeo, y sigue siendo actualmente el principal centro de la vida social europea.

El Balneario de Karlovy Vary posee un total de 80 fuentes, de las cuales al menos 15 de ellas son de libre acceso, donde brotan cada día 6 millones de litros de agua con un alto contenido mineral, a una temperatura de entre 30° y 73°C. Todas estas fuentes parten de un manantial subterráneo.

 

A orillas del río Teplá

El centro de Karlovy Vary, a orillas del río Teplá, está cerrado al tráfico casi por completo. En esta zona la vida de la ciudad se concentra en torno a la Mlynská Kolonáda, la columna del Molino, una columnata corintia del siglo XIX, y a Trziste, la Plaza del Mercado.

A 495 metros de altitud se encuentra la Petrova Vysina, uno de los mejores lugares para admirar las vistas de la ciudad. Una de las zonas más bellas de la ciudad es Sadová, la calle del parque, con un conjunto de casas de curas instaladas en edificios antiguos, y la Iglesia de Sv. Petr a Pavel (Iglesia de los Santos Pedro y Pablo), de finales del siglo XIX.

En esta zona también podemos encontrar uno de los pocos edificios modernos de Karlovy Vary, el sanatorio Bristol, edificado sobre una antigua sinagoga que fue quemada por los nazis en 1939.

La Iglesia Santa María Magdalena, construida entre 1731 y 1737 por Kilian Ignaz Dientzenhofer, cuya ubicación fue planeada sobre un plano definido por la intersección de dos elipses, es un ejemplo interesante de la inventiva checa. Cerca se encuentra el Monumento a Carlos IV, realizado por Josef Max en 1858.

En las calles Stará Louka y Nová Louka, a ambos márgenes del río, pueden encontrarse los productos típicos de la ciudad: las famosas fábricas locales de cristal de Bohemia (de la marca Moser) o su producción de porcelana en Dvory y Stará Role.

 

 

 

 

 

También es posible comprar la bebida con la cual, durante casi dos siglos, se ha identificado a la ciudad: el licor karlovarská Becherovka, así como su conocida agua mineral Mattoni y sus dulces tradicionales, los barquillos Lazenské oplatky.

En Nová Louka se encuentra una sede menor del Museo Karlovarské Muzeum, y el Teatro del Siglo XIX. Destaca también el Grandhotel Pupp, símbolo de la ciudad, construido en 1701, con sus grandiosos   salones. De sus inmediaciones sale un funicular hasta uno de los miradores de Karlovy Vary, a 585 metros de altitud.

 

La ciudad hermana de Brno

Aunque no cuenta con el abrumador número de visitantes de su rival, Praga, Brno es la segunda ciudad más grande y más importante de la República Checa y sede histórica de la familia real de Premyslovci. El rey Vaclav I entregó a Brno los derechos de ser ciudad en el año 1243.

Actualmente la ciudad se esmera en ofrecer múltiples opciones de entretenimiento a sus visitantes, además de que se trata de una excelente base para   la exploración de la hermosa región de Moravia, de la que es capital.

El panorama de la ciudad está marcado por el castillo de Spilberk, que dentro de su complejo conserva el palacio de estilo gótico-temprano con dos capillas. Spilberk se convirtió en una fortaleza barroca y más tarde, en el siglo XIX, en cárcel para prisioneros políticos llamada La Cárcel de las Naciones.

En la colina Petrov se encuentra la catedral gótica de San Pedro y San Pablo. El portal original del ayuntamiento de la Ciudad Vieja data del siglo XVI, y es una joya del gótico tardío.  Entre los edificios históricos de la ciudad destacan: los monasterios, la fuente Parnas de estilo barroco naturalista, el patio del Obispo, palacios renacentistas de los señores de Lipe y de los señores de Kunstat; la iglesia de San Jacobo y el palacio Hauspersky, hoy en día, el teatro Husa na Provazku.

Brno también se caracteriza por muchos monumentos de la arquitectura moderna; por ejemplo,      el Palacio de Klein y el Teatro de Mahen. Otra gran atracción, en lo que a arquitectura modernista  se refiere, es la Villa Tugendhat, el edificio funcionalista famoso en todo Europa y construido en el 1929, según los planos del arquitecto alemán Miese van der Rohe.

 

Kutna Hora, brillo de la Corona real

En la Edad Media, los beneficios de las minas de Kutna Hora aportaban el brillo a la Corona real    de Bohemia. En aquel entonces, Kutna Hora se    convirtió en la ciudad más importante y rica del Reino checo.

A 60 km al este de Praga, una visita a esta pequeña ciudad es como regresar en el tiempo. A finales   del siglo XIV y comienzos del XV residió aquí el rey checo Wenceslao IV.

 

 

 

 

Entre los monumentos arquitectónicos más significativos de la ciudad figuran la iglesia gótica de San Jacobo (1330) y la catedral de Santa Bárbara, patrona de los mineros (1388).

Otros edificios interesantes de esta ciudad medieval son la antigua casa de la moneda llamada Corte Italiana (siglo XIII) y el edificio de Hrádek, que forma parte de la antigua fortificación municipal y alberga el museo minero. Una parte de la exposición consiste en visitar una de las minas medievales.

Un lugar muy peculiar en las inmediaciones    de la ciudad es la iglesia monástica en el barrio de Sedlec, con un raro osario formado exclusivamente por huesos humanos. Este especial y lúgubre lugar contiene aproximadamente 40 mil esqueletos humanos, colocados artísticamente para formar la decoración y el mobiliario de la capilla.  

 

 

 

 

 

Texto: Kundalini Muñoz ± Foto: Mandarin Oriental, Czech Tourism, Flickr.com