Los Pueblos Mágicos, reconocidos como tales por la Secretaría de Turismo, no son sólo poblaciones pintorescas, además de ello poseen una adecuada oferta de servicios, rutas carreteras accesibles y un patrimonio urbano que ha sido preservado del paso del tiempo.
Este programa forma parte de las acciones estratégicas de la SECTUR que de manera coordinada desarrolla con los gobiernos estatales y municipales. Con la incorporación de Valle de Bravo, el Estado de México suma dos localidades en este programa, la otra es Tepotzotlán.
Valle de Bravo fue fundado por un grupo de franciscanos, encabezados por fray Gregorio Jiménez de la Cuenca, el 15 de noviembre de 1530, en un paraje que llamaría El Pino, situado a escasas leguas de La Peña.
Por su ubicación, Villa del Valle (nombre oficial de San Francisco Temascaltepec, desde 1852) fue testigo de numerosas historias, y en una de ellas Villa del Valle se convirtió en la ciudad de Valle de Bravo.
Todo sucedió durante una visita del entonces gobernador del Estado de México, Juan Nepomuceno Mirafuentes, en 1877, en la cual se percató del progreso y orden social que imperaban en la población. Así, formuló una petición a la legislatura local para que se le concediera la categoría de “ciudad”.
De esta forma se le dio el nombre de Ciudad de Valle de Bravo (en honor a Nicolás Bravo) en marzo de 1878, bajo un decreto de la legislatura estatal.
El censo de 1990 marca un total de 15,000 habitantes, más una población flotante de 6,500 aproximadamente. Estas cifras incluyen a la ciudad y una veintena de pequeñas comunidades que se localizan en su periferia.
Además, existen estimaciones de que en la localidad hay 2,800 casas de recreo capaces de albergar hasta 22,000 personas.
Texto: Araceli Cano ± Foto: Lía Rueda