{socialbuttons}
La ciudad al pie de los Andes
El panorama de modernos edificios contra un fondo tan cercano y tan alto de nevadas montañas, quita el aliento. Es Santiago, la capital chilena, que casi se recarga en el muro que forman Los Andes. Aunque se encuentra apenas a unos 80 Km en línea recta de la costa, la altura de esta urbe de 6 millones de habitantes es ya de 570 metros sobre el nivel del mar.
Los primeros pobladores de la región fueron grupos picunches. La ciudad, como tal, fue fundada al pie del cerro Huelén, hoy Santa Lucía, el 12 de Febrero de 1541 por Pedro de Valdivia, en nombre del rey Carlos I de España. Primero fue capital de la Nueva Extremadura y su urbanización fue diseñada por Pedro de Gamboa, siguiendo el plano ortogonal del romano Hipodamo de Mileto (calles con intersecciones en ángulo recto).
En 1810, Santiago se volvió la capital de Chile y tomó las riendas de su desarrollo. Hoy es una ciudad cosmopolita, con un verde encanto: el Parque Metropolitano, con más de 700 hectáreas de extensión (1966) y un teleférico que recorre 5 kilómetros hasta lo alto del cerro San Cristóbal.
Día 1
La línea aérea LAN cubre Sud América, México, el Caribe, Estados Unidos, Canadá, Oceanía y Polinesia. Volamos desde México y llegamos al aeropuerto internacional de Pudahuel, a 20 minutos del centro de Santiago. La llegada impresiona, pues desde el avión se ve de cerca la cumbre del Aconcagua, el pico más alto de Sud América. Al derretirse la nieve de este gigante de casi 7 mil metros snm, el agua extrañamente prefiere buscar el mar cruzando Argentina y recorrer una distancia muchas veces mayor para desembocar en el Atlántico en vez del Pacífico.
En Santiago nos alojamos en el maravilloso W Hotel (www.starwoodhotels.com/whotels/), uno de los más lujosos del lugar. El W ofrece la versión moderna del ambiente acogedor en sus restaurantes, Spa, gimnasio y su piscina en el techo con vista panorámica de ese valle de altos edificios rodeado de montañas. Tiene 196 habitaciones y sites, que incluyen 4 “WOW SUITES”, Sus tarifas van de los 319 a los 569 dólares americanos por noche.
Otros hoteles de lujo son el San Cristóbal Tower (www.starwoodhotels.com/luxury/), que ofrece un lujo tradicional junto al río Mapocho. Sus tarifas están entre los 249 (habitaciones) y los 2,109 dólares (suites). La Suite Presidencial tiene un costo de 3,109 US dlls.
El Santiago Park Plaza tiene 138 habitaciones y suites, con precios de 157 a 3,000 dólares americanos (Suite Presidencial). El Ritz-Carlton Santiago (ritz-carlton.santiagodechile.com/) cuenta con 205 habitaciones y suites, con precios entre 499 y 2,399 US dlls. Las tarifas del Grand Hyatt Santiago (grand.hyatt.santiago.com) varían entre los 470 y los 970 dólares, para sus 310 habitaciones de lujo y suites. El InterContinental cuenta con 377 habitaciones de lujo y Suites, y precios entre 279 y 759 dólares. Un caso especial es el hotel The Aubrey Santiago (www.theaubrey.com), cuyas tarifas no caen en la categoría del súper lujo (280 a 550 US dlls), pero con sólo 15 habitaciones y suites es de los mejor calificados por los huéspedes y National Geographic, organización que le otorgó la calificación de “Best Hotels in Chile”, entre otras menciones que ha merecido.
Como el vuelo de LAN llega temprano, después de instalarnos en el hotel y relajarnos, fuimos a comer al mercado central. Inaugurado en 1872, ocupa una estructura de fierro escocés fundido, de estilo rococó. Después de pasear por los puestos entramos “Donde Augusto”, el más famoso, para probar las ancestrales recetas criollas: Paila Marina (cazuela de mariscos), los locos, picorocos, piures, almejas, choros, centolla y ostras, erizos de mar, jibia, ostiones,... El ambiente es maravilloso, los colores y sabores son de mar bravo y frío. Probamos el Curanto, preparación típica de la isla de Chiloé que lleva mariscos, carne, longaniza, habas, chapalele, papas, milcaos y arvejas.
Después de esa excelente comida caminamos por el barrio de Bellavista, al pie del cerro San Cristóbal, para vivir sus antiguas calles con casas de altos ventanales, cafés y restaurantes estilo bohemio. Visitamos la casa del inmortal Pablo Neruda, “La Chascona”, donde cuelga el retrato de Matilde que pintara Diego Rivera, una interesante colección con obras de pintores chilenos y extranjeros, tallas africanas, muebles y el calor de hogar que creó Neruda. Es un lugar encantador que permite sentir los poemas y el interés social del poeta.
Subimos en el teleférico del cerro San Cristóbal hasta donde se encuentra el santuario que es un importante ícono de la ciudad. Se distingue por la gran imagen de la Inmaculada Concepción, de 14 m de alto. Cuenta con un anfiteatro, una capilla y desde su mirador se admira una soberbia vista de Santiago y de Los Andes. En el Parque Metropolitano visitamos la Tupahue, donde está el mural de Juan O’Gorman y María Martner, y la piscina Antilén en la punta del cerro Chacarillas. Este parque incluye un hermoso bosque, zoológico y jardín botánico.
El barrio de Bellavista, entre el río Mapocho y el Cerro San Cristóbal, era aristocrático y se volvió bohemio con bares populares, antros donde se escucha la música chilena o jazz, centros culturales y tiendas originales. La calle Pio Nono es su eje principal y en las calles Constitución, Dardignac y Antonia López de Bello hay restaurantes de alta cocina, mientras en la calle Loreto encontramos los típicos peruanos o chilenos, bares y fondas que ocupan casonas antiguas.
Regresamos al hotel a disfrutar del maravilloso Spa y gimnasio para relajar el cuerpo y la mente después del agitado día (masajes, tratamientos y todo lo necesario para sentirse en el nirvana) antes de sumergirnos en la irresistible piscina que corona el edificio del W. Nos divertimos en el bar Red2one y en el Whiskey Blue, primer lounge en Sudamérica de Rande Gerber donde se cruzan un diseño de vanguardia, la alta moda, extravagantes obras de arte y deliciosos cócteles. Cerramos el día cenando en el NoSo (W Hotel), que combina la elegancia de la cocina francesa con el sabor exuberante de las cocinas mediterráneas, bajo la jefatura de Jean-Paul Bondoux y el chef Sebastien Fontes: selección de mariscos y pescados, foie gras con salsa de miel y crema de trufa, cordero patagónico con couscous de berenjenas y carne a la parmentier con salsa de pinot noir chileno. Obvio.
Día 2
Regresamos al NoSo. Una vez satisfechos, caminamos por el barrio Las Condes, distrito financiero y comercial, donde descubrimos su bella arquitectura, un ambiente sofisticado, torres con los departamentos más exclusivos del país junto a elegantes rascacielos de oficinas, amplias avenidas sombreadas, galerías de arte y restaurantes. Por la Av. Bernardo O’Higgins, el libertador de la patria, llegamos a la alameda que también lleva su nombre y al barrio París-Londres. Son extraordinarios sus edificios típicos de los años 1920 estilo europeo y la iglesia San Francisco, la más antigua de Santiago, donde luce en el altar la imagen de la Virgen de Socorro traída por Pedro de Valdivia. El convento es un museo con diversas reliquias, arte colonial y un hermoso claustro.
Siguiendo la alameda pasamos por la Universidad de Chile, construida con estilo neoclásico en 1872 por el arquitecto Fermín Vivaceta, orgullosa de sus elegantes patios y su Salón de Honor. Dejamos atrás la torre de la televisión y alcanzamos el Palacio de la Moneda, sede de la presidencia y los ministerios de Chile, edificio monumental situado en medio de dos plazas: la de la Constitución y la de la Ciudadanía. Fue terminado en 1812 como casa de moneda y ahí se acuñó hasta 1845, cuando se decidió hacer del edificio la sede del gobierno federal. Es el mismo que fue bombardeado en el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, para derrocar al Presidente Salvador Allende. El salón donde murió, clausurado por Pinochet, fue restaurando con los muebles originales y reinaugurado por la Presidenta Bachelet en 2008.
Recorrimos el centro caminando calles adornadas de hermosos edificios cívicos que lucen una elegancia uniforme, como por acuerdo. Visitamos la Iglesia de Santo Domingo (1771), la casa Colorada (1769), la ex Real Casa de Aduanas (1807), que alberga el Museo de Arte Precolombino, recinto con piezas únicas como vasijas, momias y telas, el ex Congreso Nacional (1876), el edificio comercial Edwards (1893) y el Palacio de los Tribunales de Justicia (1929).
Esas bellas calles nos llevaron a la Plaza de Armas, donde se encuentra la Catedral (1748-75), dueña de imponentes altares y hermosas pinturas. Pasamos el edificio contiguo, el elegante Palacio Arzobispal, y en la plaza encontramos la Oficina Principal de Correos (1882), el ex Palacio de la Real Audiencia (1807) que alberga el Museo Histórico Nacional, y el edificio de la Municipalidad de Santiago (1895). Al llegar a la Alameda nos sorprendió el tamaño y la soberbia arquitectura francesa de la Biblioteca Nacional (1913 - 1924).
El Cerro Santa Lucía, donde en 1541 se declaró fundada la ciudad de Santiago, es un gran parque con fuentes, miradores, paseos y escaleras que llevan hasta el reconstruido Castillo Hidalgo. Cerca está el Teatro Municipal, donde se presentan óperas, la orquesta Sinfónica, el Ballet de Arte Moderno y el Coro Filarmónico. El elegante Palacio de Bellas Artes y el Museo de Arte Contemporáneo se ubican en el parque Forestal, a la vera del Mapocho.
Tal como habíamos planeado, entramos a comer en la Piojera, la picada más famosa de Chile, donde enfrentamos la difícil tarea de elegir entre su famoso cóctel “Terremoto”, la chicha, los perniles, arrollados, malaya y su carne a la parrilla. La música impone un ambiente acogedor y familiar; tal vez por eso aquí siempre se encuentran políticos, poetas, pintores, pensadores y escritores.
Ya satisfechos la emprendimos al Museo Nacional de Bellas Artes para admirar la impresionante colección de esculturas y pinturas nacionales e internacionales, incluso obra flamenca, italiana, francesa, de Pissarro a Rodin, de Rubens a Zurbarán. Nos detuvimos luego en el Centro Cultural Estación Mapocho, antigua estación de tren de arquitectura afrancesada, construida al principios del siglo pasado.
Por la noche entramos al suntuoso Teatro Municipal de Santiago (1857) para ver por dentro su estilo neoclásico. Nos tocó asistir a la representación de “la Bayadera”, fantástico ballet con música de Ludvig Minkus y coreografía de Luis Ortigoza. Al salir de ese encanto cenamos en el famoso restaurante Canto del Agua y exploramos su gastronomía nortina, famosa por sus excepcionales crustáceos, pescados y carnes, sin dejar atrás a sus postres deliciosos. Cerramos la noche tomando las últimas copas en “Club Eve”, un antro con baile, lounge y gente guapa y elegante.
Día 3
Madrugamos para ir al gimnasio y ponernos en forma antes de ir a esquiar. Escogimos Valle Nevado por su inmensa pista de Ski y por su cercanía, a sólo 44 Km. Claro que existen otras estaciones como Portillo, El Colorado, La Parva, Farallones, Lagunillas, Laguna Verde, cada una con su atractivo particular. Recorrimos una hermosa barranca y luego alcanzamos Valle Nevado, que nos regaló una visión de la cordillera tan imponente que anula cualquier soberbia.
Valle Nevado ofrece la mayor extensión esquiable de Sudamérica. Tiene 37 Km de pistas bien cuidadas, 3 hoteles y ocho restaurantes. Las rutas de Ski están clasificadas por colores según su grado de dificultad; las negras son las más retadoras y emocionantes. El día vestía de cielo azul y sol brillante, así que disfrutamos las pistas negras. Y como el ejercicio da hambre, nos detuvimos para comer en “La Fourchette d’Or” (El Tenedor de Oro), restaurante gourmet con el más exquisito menú. Fue un día maravilloso, inolvidable, a sólo una hora de Santiago.
Llegamos al W Hotel muy cansados y subimos a relajarnos en su piscina, a recibir un reparador masaje y así estar listos para ir a cenar en La Casa de Cena. Sirven Picoteo, coctel de camarones, ostiones pil pil, ciervo a la cazadora, salmón en su jugo, un maravilloso tiramisú, todo acompañado por vino de las bodegas Altair, de las mejores en la región. Luego fuimos a divertirnos en “Sala Murano”, una de las discotecas preferidas por las estrellas de la farándula, con muy buen ambiente.
Día 4
Después de una noche de buen sueño en las impecables camas del W y antes de ir a recorrer los viñedos cercanos a Santiago, dimos cuenta del exquisito desayuno del NoSo. En el Valle del Maipo descubrimos el Cajón del Maipo, que se adentra en Los Andes adornado con cimas nevadas y una contrastante vegetación desértica: cactus. Alcanzamos las Termas del Plomo, a 2,900 metros sobre el nivel del mar, cuyas aguas termales provienen del volcán San José y se reparten en rústicos pozos naturales.
Más allá encontramos las Termas Colina, bien escondidas entre dos altas filas de montañas, un paisaje bañado por el silencio que sólo se encuentra a 3,500 metros de altura. Sus pozos naturales parecen terrazas al aire libre con aguas que llegan hasta los 70°C, aunque las piscinas donde se puede meter uno para relajarse o curarse de sus males, están templadas.
Al salir del Cajón del Maipo, de vuelta en el valle del Maipo Alto, encontramos los viñedos que se extienden sobre las colinas, al pie de las altas cumbres de los Andes. Conocimos las viñas de Huelquén, Portal del Alto, La Montaña, Hacienda Chada, Haras de Pirque, Pérez Cruz y El Principal. Nuestros paladares iniciaron su excursión en las mejores bodegas de la zona, Viña Santa Rita, en Alto Jahuel, a 45 kilómetros de la capital, donde degustamos unos excelentes vinos mientras nos explicaban el proceso de elaboración del vino. Un verdadero placer. Seguimos con la Viña Concha y Toro, en Pirque, donde degustamos 3 diferentes vinos, y luego comimos en “La cocina de Blaine”, restaurante tradicional donde probamos los raviolini con salsa al gamberi e fungi. Lo acompañamos con un Cabernet Sauvignon Casillero del Diablo, de Concha y Toro.
Seguimos nuestro recorrido en Viña Portal del Alto, cerca de Alto Jahuel, Viña Tarapacá en Buin, pasamos por Viñas Cousiño Macul cerca de Peñalolén y terminamos por Viña Undurraga, cerca de Talagante. Una vez que hubimos probado de los mejores vinos del valle del Maipo, y con cierta alegría gracias a ellos, alcanzamos nuestro hogar para esa noche: La Casona (www.mateticvineyards.com/casona/), en el valle de San Antonio, rodeado por los viñedos Matetic.
La Casona es una experiencia excepcional con lujo, magia y elegancia. Nadamos en su piscina disfrutando del paisaje, su mesa de billar, las habitaciones y finalmente el restaurante “Equilibrio”, donde nos ofrecieron frescos pescados y mariscos, deliciosos corderos y patos, acompañados por los mejores vinos Matetic de la línea Corralillo Premium y de la EQ Ultra Premium, como los Sauvignon, Pinot Noir y Chardonnay.
Aunque no hay un solo vino chileno en la lista de los 100 mejores del año pasado, la prestigiada publicación Wine Spectator opina que siguen avanzando. Nathan Wesley escribió a finales de marzo pasado: “Hace apenas pocos años, Cabernet Sauvignon y Carmenère estaban en la clasificación de líderes en la industria vitivinícola de Chile, pero cómo han cambiado los tiempos. Luego de una serie de cosechas difíciles, estas variedades tradicionales se alejaron un paso de sus mejores producciones, dejando abierta una puerta para que surjan vinos que se roben la escena.”
Día 5
Nos despertó el canto de los pájaros. Ya desayunábamos cuando los primeros rayos del sol brincaron los Andes e iluminaron el suntuoso paisaje. Empezamos el día con una caminata por el sendero Huayun y seguimos a caballo por el rancho El Rosario y sus viñedos, camino a la bodega y a los vinos. Fue suculenta la comida en el restaurante “Equilibrio”, a la orilla de un pequeño lago. Después de comer visitamos la casa de Pablo Neruda en Isla Negra –son tres las que tenía en Chile: La Chascona, la Casa Museo en Isla Negra y La Sebastiana, más otra en España. Recorrimos luego el valle de Casablanca y sus colinas cubiertas de vides perfectamente alineadas, como si el valle se hubiese peinado, y regresamos a Santiago.
Nos registramos en el W para pasar la última noche y fuimos a cenar al Bali Hai en Las Condes para alegrarnos el corazón con la comida típica de chile y disfrutar el show folklórico que incluye bailes del norte, centro y sur de Chile, y culmina con los típicos de la Isla de Pascua y Polinesia.
Santiago es una pequeña gran capital que conserva el aire sencillo de un pueblo, pese a ser toda una metrópoli. Tiene todos los encantos: su vida cultural, los mejores restaurantes y bares, fascinantes museos y unos paseos encantadores para andarlos sin prisa. Viajando a Sudamérica por LAN, es conveniente disfrutar de una escala en Santiago antes de seguir el viaje a la Patagonia, Argentina, la Isla de Pascua o el desierto de Atacama. Ciudad acogedora, Santiago nos recibe en un verde valle al pie de los Andes, en medio de viñedos, a tan solo 1hora y media del mar. Su gente es encantadora y se vive en ella la lujosa experiencia de una estancia con elegancia. Santiago es un destino ideal, perfecto, que enamora, permite disfrutar de sus tesoros y cautiva.
Texto: Patrick Monney/ Alfonso López Collada ± Foto: Servicio Nacional de Turismo de Chile/Patrick Monney/schn/ Rita Willaert/Panoramio/ iancowe/Jaime Alvarado