Crisol de civilizaciones, un país que seduce.

 

Antecedentes

La cultura en Líbano, desde los albores fenicios, ha sido realista, humana y universal, comparable a una sinfonía que adquiere, por conciencia, su poderío de expresión. Este carácter dio pábulo, mediante las corrientes migratorias, a un diálogo con los cinco continentes, dejando abiertas las compuertas de su tradición milenaria, para integrar sus mentes en todos los confines del mundo. Por otra parte, es actualmente un país de gran atractivo turístico, con vestigios arqueológicos, increíble gastronomía y diversión para cualquier gusto y edad. 

Los cananeos fenicios enriquecieron sus dominios históricos anteriores; incluso en su obra, “La Odisea”, Homero habla de los hombres y de las mercancías de Sidón, al igual que en la literatura clásica griega como las “Historias fenicias e india” o en “La ciencia de la antigüedad fenicia” de Hierónimo, rey de Siracusa (216 a 214 a.C.), se ha estudiado lo privativo de su cultura. Y si ello ocurre con un país minúsculo, es porque la templanza de los libaneses se adapta a todo medio geográfico, etnológico y psicológico, cimiento de su legado civilizador. 

Los fenicios fueron los primeros en figurar en la navegación; hombres de mar que se expusieron en sus travesías a mil peligros, decididos a llevar la prosperidad y sus avances ideológicos y prácticos, a regiones apartadas. Inventaron y legaron el alfabeto fonético, (22 letras con sonido propio cada una). El mundo les debe el fundido del bronce, la transparencia del vidrio, el teñido de telas y aspectos en la metalurgia. De Biblos nace el vocablo “Biblia” y, por antonomasia “libro”, al ser la Biblia el libro por excelencia. Su limitada extensión territorial fue rebasada al fundar colonias como Cartago, Chipre, Cádiz y Málaga. 

 

 

 

El éxito de sus marinos superó cualquier expectativa. Los griegos, siguiendo la práctica fenicia, se orientaban de noche con la estrella polar y, en la arquitectura, Grecia adoptó los principios de las construcciones fenicias. 

Juzgar el valor de Líbano en relación a su extensión territorial es un error, pues equivale a medir, de manera superficial, a uno de los pueblos más cultos y atractivos para los turistas del mundo. Líbano engloba la época prehistórica, el apogeo fenicio, el contacto con egipcios, hititas, asirios, persas, griegos y romanos, la llegada del cristianismo, los bizantinos y los árabes con el florecimiento islámico y las cruzadas; la presencia mameluca, el largo dominio del imperio otomano y, previa a su independencia, una gran influencia de Francia. 

Hay que entender su situación actual y su complejidad, para ver las motivaciones de un país que vive de la banca y de un altísimo turismo, para acercarnos y comprender por qué es tan diverso y fascinante. 

 

 

Generalidades del país

Líbano, el “País de los Cedros”, se localiza en el Cercano Oriente, en Asia, es el punto central entre Europa y África, al extremo oriental del mar Mediterráneo. Tiene 10,452 kilómetros cuadrados de territorio, los cuales se encuentran limitados, al norte y al este, con Siria; al oeste con el mar Mediterráneo y al sur con Israel. Siete mil años de historia han hecho de este país, aunque pequeño en dimensión, un gigante cultural, rico en arqueología y poseedor de valiosísimas herencias de importantes civilizaciones, lo que se conjunta con una naturaleza sorprendente.

Su nombre proviene del término semítico “Laban” (blanco) y se le dio debido a que sus hermosas montañas están cubiertas de nieve seis meses al año. 

Con una población de cuatro millones de habitantes, Líbano se ha extendido alrededor del mundo a través de sus emigrados y los descendientes de éstos, pues cuenta con entre nueve y quince millones, los cuales han echado raíces, especialmente en América, África Occidental y Oceanía, teniendo comunidades de gran importancia en México, Brasil, Argentina, Estados Unidos, Canadá, Australia, etc. 

Líbano es un país de contrastes, donde Oriente y Occidente encuentran la convivencia. Sus diversas etnias y las dieciocho comunidades confesionales que forman su población, le dan una identidad nacional muy singular y lo hacen sumamente interesante y pleno de contrastes,  pues es increíble pensar que en un territorio de tal área, conviva tan vasto abanico de ideologías y religiones (las principales son la cristiana y la musulmana, pero dentro de ellas encontramos varias ramificaciones).

La República Libanesa es demócrata, presidencialista y unicameral; el pueblo escoge a los diputados, quienes a su vez eligen al Presidente y éste designa a un Primer Ministro, el cual forma el Gabinete o Consejo de Ministros.

El territorio libanés está dividido políticamente en ocho gobernaciones (“muhafazat” en árabe) y veintiséis distritos. 

- Gobernación de Akkar, cuya capital es Halba, la cual se caracteriza por una planicie costera y altas montañas. 

- Gobernación de Norte Líbano, cuya capital es Trípoli, ciudad ideal para comprar ricos dulces típicos de la región; uno de sus distritos es Becharre, lugar donde nació y vivió el atemporal poeta libanés, Gibrán Kahlil Gibrán.

- Gobernación de Heliópolis – Hermel, cuya capital, Baalbeck, da lugar a uno de los vestigios más imponentes de antiguas civilizaciones, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

 

 

- Gobernación de la Bekaa, cuya capital es Zahle, ciudad que alberga al Río Verdauni, en las orillas del cual se encuentran lindos restaurantes para comer delicioso y pasar una tarde maravillosa.

- Gobernación de Monte Líbano, cuya capital es Baabda. Uno de sus distritos, El Chouf, es un obligado para el turista que visita Líbano, pues en él se encuentra el Palacio de Beiteddine, así como la hermosa ciudad de Deir al Qamar.

- Gobernación de Beirut, cuya capital es Beirut, la cual es también la capital y principal ciudad del país. Es el centro comercial, bancario y financiero de la región y cuenta con veintiuna universidades.

- Gobernación de Nabatiyeh, cuya capital es Nabatiyeh.

- Gobernación de Líbano Sur, cuya capital es Saida, la cual se encuentra en la costa del mar Mediterráneo, hermosa e importante ciudad fenicia.

La banca (con 150 firmas distintas) y el turismo representan sus principales fuentes de ingreso. Su sistema bancario liberal le hizo acreedor del sobrenombre “Suiza de Medio Oriente”. Ahora, se han descubierto varias áreas petroleras y de gas. La Libra Libanesa es la moneda que se utiliza en el país con un tipo de cambio de 1,500 L.L. por dólar americano. El euro también es ampliamente aceptado.

 

 

 

El árabe es el idioma oficial del país, teniendo el literario, así como el coloquial. La educación es obligatoriamente bilingüe, por lo que el 80% de la población habla también francés y un 65% inglés.

No hay gente más cálida y servicial que la libanesa, pues para ellos la hospitalidad no es una virtud, ¡es un credo!

 

Jezzine

Jezzine es una ciudad del Líbano situada a 22 km de Saida (Sidón). Rodeado de montañas y entre bosques de pinos, es el principal centro turístico de verano del sur del país. De gran belleza natural, con valles de pinares y cumbres, lagunas y cascadas. La ciudad es conocida como la “Ciudad de las Cataratas”. Jezzine es reconocida internacionalmente por su artesanía: cuchillos artesanales y otros cubiertos hechos con mosaicos incrustados y labrados en hueso. Esta cubertería ha sido donada como regalo a dignatarios del mundo como recuerdo único del Líbano.

 

Líbano como destino turístico

Cuando una persona piensa en vacaciones, le pueden venir a la mente muchas cosas por hacer: conocer, aprender, descansar, divertirse, comprar, disfrutar de una vasta gastronomía, apostar, salir de noche, tomar el sol, esquiar, etc. ¿Qué tal si existiera un país donde se puede hacer absolutamente todo lo que se imagina que incluirían unas buenas vacaciones? La respuesta es: Líbano.

 

 

 

Este pequeño gran país ofrece la oportunidad de:

- Conocer, reviviendo diversas épocas históricas en un mismo día.

- Aprender, al ver que en la diversidad religiosa y política se convive de tal manera que S.S. Juan Pablo II no pudo evitar exclamar: “Líbano no es sólo una nación, es una misión en el mundo”.

- Descansar, hospedándose en lujosos hoteles, que no sólo cumplen, sino que superan cualquier expectativa.

- Divertirse, con increíbles actividades las veinticuatro horas de cada día.

- Comprar, desde en mercados de artesanías hasta en las boutiques más lujosas.

- Disfrutar de los más deliciosos platillos y dulces libaneses, e internacionales, eligiendo entre un amplio abanico de opciones de restaurantes.

- Apostar, en un casino con una vista inigualable.

- Salir de noche, a bares y centros nocturnos, que están a la altura de los que se encuentran en los mejores lugares del mundo.

- Tomar el sol y gozar del esquí acuático en una hermosa playa y, en menos de una hora, esquiar en increíbles montañas nevadas.

Esto y muchísimas cosas más es lo que Líbano ofrece al turista, acompañado de la más grande hospitalidad y calidez, pues en Líbano, éstas no son virtudes, ¡son credo!

 

 

 

 

 

Beirut: La ciudad que se ha negado a morir

La capital de Líbano, sede de la Escuela de Derecho en el imperio romano, es una urbe bulliciosa que por siglos ha sido fuente inagotable para turistas, historiadores y arqueólogos. Conserva vestigios de la era fenicia y se han rescatado huellas romanas y de otras culturas, anteriores y posteriores a la Edad de Bronce. Fue fundada sobre un promontorio pedregoso en el centro de la franja costera, llegando a ser la capital del país bajo el Mandato francés dado por la Liga de las Naciones. 

El Aeropuerto Internacional de Beirut tiene una actividad ininterrumpida, recibiendo a miles de turistas que llegan en las aeronaves de Middle East Airlines y de las principales líneas aéreas internacionales. 

 

La Villa Central de Beirut

Esta área, llena de oficinas, locales comerciales y el sector bancario, trae a la memoria el Beirut glorioso al que turistas de todo el mundo acudían durante el verano para vivir una experiencia inolvidable. 

Se sugiere caminar por la Av. Wigan, con su mercado de flores, sus tiendas de antigüedades, de artículos finos, ropa y artículos internacionales y locales. Cerca, se encuentra la Plaza de los Mártires, llamada anteriormente Plaza de los Cañones, alrededor de la cual, hay tiendas populares, restaurantes típicos y el famoso mercado del oro, tan atractivo para los paseantes, así como calles peatonales, jardines y monumentos. En el centro de la plaza se aprecia el Monumento a los Mártires, dedicado a quienes lucharon por la libertad del país. 

El turista puede disfrutar en el Beirut que une al pasado y el presente, gracias al proyecto SOLIDERE, con el cual la ciudad resurgió embellecida y conservando su rasgo oriental de refinado estilo. Arcadas junto al concreto de formas modernas, techos típicos, herrería trabajada con sofisticación y edificios de cristal junto a antiguas construcciones; iglesias y mezquitas juntas, como símbolo de una ciudad que libró la guerra, por su profundo deseo de vivir en paz. 

Es impresionante la cantidad de gente que hay en las calles que desembocan en Nejmeh Square, con atractivos que hacen de esta Place d’Etoile, como muchos le llaman, el punto de cita de libaneses y turistas.   Pintores y fotógrafos exhiben sus obras alrededor del reloj que hay en la torre erigida en 1897 por los otomanos al centro de la plaza, una obra convertida en un símbolo de Beirut; el reloj que esta colocado en una torre al centro de la glorieta, fue donado en 1932 por el señor Miguel E. Abed, quien emigró a México.

 

 

 

La capital permite al turista admirar los tesoros históricos y disfrutar de su calidez humana. De entre los sitios culturales resalta el Museo Nacional de Beirut, con piezas que son parte de una historia siete veces milenaria. 

Inigualable disfrutar en la Corniche, un boulevard cercano al Raouche, o Roca de las Palomas, ideal para el esparcimiento. En el área hay restaurantes con cocina libanesa e internacional, además de cafés al borde del mar Mediterráneo, que ofrecen diversión a los visitantes, incluyendo los narguiles, llamados comúnmente arguiles o hookas. En la Roca de las Palomas se encontró la evidencia más antigua de la existencia humana en Beirut. Se trata de pedernales y otros objetos básicos que exhibe el Museo Nacional de Beirut. Se dice que a la roca subían los decepcionados en el amor para llorar allí sus penas, e incluso hubo quienes terminaron su vida arrojándose al vacío. 

 

Bahía de Zaitunay

En la Bahía de San Jorge, junto a grandes rascacielos, encontramos esta nueva área, con una serie de restaurantes que ofrecen la mejor gastronomía, diversiones, narguiles, etc., acompañados de una vista inigualable del Club de Yates.

 

El Puerto de Beirut

Puerta vital para el Cercano Oriente, el Puerto de Beirut fue muy dañado en la guerra civil. Pero en 1994, había muchos países que volvieron a comerciar con Líbano y, a través suyo, con el mundo árabe, siendo un lugar básico para los objetivos económicos europeos en Medio Oriente. Con un costo de 4,000 millones de dólares, se rehabilitó y volvió a operar en 1999. 

 

 

 

El Museo Nicolas Sursock

Museo de arte moderno, llamado así por su fundador localizado en la calle Sursock, en el corazón del suburbio de Achrafieh. 

 

El Museo Arqueológico de la Universidad Americana de Beirut

Es el tercer museo más antiguo del Cercano Oriente, que brinda un panorama único de dicha zona, desde la Era de Piedra hasta el Periodo Islámico. 

 

La Exedra Romana

Parte de una columnata romana fue descubierta en 1963 junto a la Catedral Maronita de San Jorge. Es un edificio semicircular instalado en 1863 en la Av. Charles Helou.  

 

Los Baños Romanos

Descubiertos detrás de la zona bancaria en 1968; hubo una limpieza completa y excavaciones adicionales de 1995 a 1997. 

 

El Gran Palacio

Construido en 1853 sobre un cuartel otomano, fue después la sede del gobernador galo en el Mandato. Luego de la independencia, llegó a ser el palacio gubernamental. 

 

Torre del Reloj Otomano

Localizada cerca del Gran Palacio del Gobierno, esta torre fue construida en 1897 y restaurada en 1994.

 

 

 

Hospital Militar Otomano

Se ubica frente al Gran Palacio. Es un magno edificio construido en 1860, en el que después se instalaron los altos funcionarios del Mandato. Entre 1960 y 1970 fue Corte de Jurisprudencia. Hoy es sede del Consejo para el Desarrollo y la Reconstrucción. 

 

Mezquita Al-Omari

Originalmente fue la catedral cruzada de San Juan (1113-1115). En 1291, fue transformada en la Gran Mezquita de Beirut.

 

Zawiyat Ibn al-’Arraq

Construido en 1517 por Mohammed Ibn al-’Arraq ad-Dimashqi, el edificio empezó como escuela islámica de leyes y después se convirtió en un santuario musulmán otomano. Fue redescubierto y habilitado al fín de la guerra, en 1991.

 

Mezquita Amir Munzer

La estructura inicial de la mezquita de Amir Munzer fue construida en 1620. Era llamada mezquita Naoufara y tiene ocho columnas romanas en su patio.

 

Mezquita Mohamed Al Amín

Construida sobre 10,000 metros cuadrados, tiene cabida para 5,000 fieles. Se comenzó en el 2002 y fue inaugurada en 2008 con un costo de 24 millones de dólares, parte del proyecto de reconstrucción del difunto Rafik Hariri, cuya tumba quedó en la mezquita. Resalta el azul de los domos y sus cuatro minaretes. 

 

 

 

 

 

La catedral ortodoxa de San Jorge

Construida en 1767, era la iglesia más antigua funcionando en Beirut. La decoración de sus paredes se perdió durante la guerra vivida de 1975 a 1990.

 

La iglesia greco-católica melquita de San Elías

Iglesia de mediados del siglo XIX, tiene un interior decorado con iconos de mármol, representaciones religiosas de pincel o relieve, utilizado en las iglesias cristianas orientales.

 

La iglesia de San Luis de las Capuchinas

Inaugurada en 1863, esta iglesia sirvió a las comunidades foráneas del rito latino residentes en Beirut. 

 

La iglesia evangélica

Construida en 1867 por misioneros evangélicos ingleses y estadounidenses. 

Es mucho lo que Beirut ofrece: restaurantes de alta cocina y costos razonables. Locales de “buzza”, deliciosos helados y nieves de sabores; o cócteles elaborados a base de veinte frutas, o cambiar el colesterol por el disfrute de los tacos de “shawarma”, elaborados con pan árabe, carne de carnero, cebolla, pepinillos, nabo, jitomate y yerbabuena, aderezado con “tahini”, salsa de ajonjolí; o el rico “falafel”, una mezcla frita de habas, cebolla, ajo, perejil, yerbabuena, apio y semilla molida de cilantro. Ir a los comercios que ofrecen el oro de la región a buen precio, en el barrio armenio de Bourj Hamoud, el turista encuentra piezas bellísimas de oro de 18 a 22 kilates a precios moderados. Galerías de muebles, ropa, perfumes u otros productos fabricados en Europa o América. El turista puede relajarse en las playas beirutís, disfrutar del esquí acuático, subir a un velero o pasear en lancha y, en media hora, llegar a la montaña a practicar esquí en la nieve.

La vida nocturna es extraordinaria. Beirut se ilumina con decenas de centros nocturnos y restaurantes. Los jóvenes encuentran un mosaico de “antros”. Hay obras de teatro, cantantes o espectáculos del Medio Oriente, festivales costumbristas en escenarios naturales y grandes musicales de directores como Caracalla, Ghadi y Marwan Rahbani o artistas como Marcel Khalife, Magida Roumi, Ziad Rahbani, Nashwa Karam, Rhageb Alam y la nueva diva del canto libanés, Tannia Kassis, además de las estrellas tradicionales de su panorama artístico.  

 

 

 

Trípoli: Capital de Líbano Norte

Las herramientas de miles de años encontradas en esta ciudad indican que en su entrada se asentaron los primeros hombres en Líbano. Quedan, de tiempos remotos, los templos de Bziza, Naous y Sfiré. Trípoli es la segunda ciudad libanesa más grande; se fundó 4,000 años a. de C. con tres factorías dependientes de Tiro, Sidón y Arwad, con las que formaron la confederación de tres reinos fenicios, quedando allí la sede: Tri-polis, tres ciudades.

En 635 de nuestra era, el general árabe Sufián Ben Mujib Al Azdi instaló zonas comerciales con mercaderes damasquinos. Los omeyas construyeron una base naval. En 966 la ciudad de Trípoli fue tomada por el califa fatimita, Al Muizzi, siendo una avanzada del Califato de El Cairo. En 1070 nació el Estado independiente de Trípoli. Su jefe Ibn Amar, la dotó de una biblioteca con 100,000 volúmenes y elevó el nivel cultural de sus habitantes.

En 1099 llegaron los cruzados, con Raymond de Saint Gilles, Conde de Touluse. Su apellido deformado, se convirtió en Sangil. Hoy, el imponente castillo medieval de Trípoli lleva ese nombre: Qála’at Sangil. Raymond murió en 1105 y fue enterrado en su castillo, testigo inmóvil de los 180 años de la era cruzada. 

El castillo es un imán turístico, al igual que un minarete y dos portadas de la Gran Mezquita.

Trípoli tuvo importancia económica y cultural con los mamelucos, una urbe comparable en delicadeza  a El Cairo medieval. Sus monumentos ofrecen un cúmulo arquitectónico singular. En 1336, el Emir Saif ed-Dinn Teynal transformó en mezquita un templo carmelita, parte de los recorridos turísticos junto a las escuelas coránicas. La Torre de los Leones, cerca del Puerto, constituye un bello ejemplo de la estructura islámica, que hoy es escenario de programas y eventos culturales.

Hay que ir al impactante mercado Zouk Al Haraj, sitio fascinante con sus callejuelas, baños de vapor y grandes cúpulas, funcionando durante 600 años con sus hospederías para caravaneros y los comercios de oro. Y visitar el Khan es-Sabún, fábricas de jabones perfumados con técnicas especiales. Data del siglo XVII y tiene pasajes abovedados que rodean un patio pavimentado. Asimismo, en el mismo mercado, la antigua Calle de los Sastres, Khan Al Khayyatín, funciona desde el siglo XIV. Trípoli salvaguarda más de cien monumentos medievales y es una progresista ciudad con acelerado desarrollo. 

 

 

 

Biblos: Puerto fenicio y cuna del alfabeto fonético

La ciudad de Adonis y Astarté, reconocido centro antiguo de cultura, es hoy una población situada 39 kilómetros al norte de Beirut. Al sudeste de este puerto natural, conocido hoy como Jbail, se descubrieron ruinas de diversos tiempos. Según la leyenda, el dios cananeo EL, hijo de Cronos, fundó la urbe y la amuralló. La región, estuvo habitada desde antes del VII milenio a.C. y muestra a un pueblo neolítico que algunos aseguran que tiene nueve mil años de antigüedad. 

Era una urbe cultural y comercial, que entra en la historia 3,000 años a. C., donde se utilizaban los jeroglíficos egipcios, hasta que los fenicios dieron al mundo su legado más sobresaliente: el alfabeto fonético.

Aún se admira un castillo, una muralla y la Iglesia de San Juan, construidos en los siglos XII y XIII. Al sudeste del recinto franco, se eleva una fortaleza de tres pisos y cuatro torres que, en ciertas partes, tiene veinte metros de altura. Las columnas de granito gris, importado en la época romana de Egipto, se volvieron a utilizar en su construcción. De la ciudad romana quedan algunos conjuntos como el teatro semicircular, un trozo de columnata y una fuente monumental. El teatro cae sobre el mar y data del siglo III de nuestra era. 

Hay hoteles, restaurantes, un museo de cera, una calle techada con comercios de artesanías y una mezquita. El turista puede pasear por el Mediterráneo libanés en lancha. 

 

Baalbek: La ciudad del sol

Ochenta y cinco kilómetros al oriente de Beirut, se encuentra este sitio esplendoroso que la inteligencia humana pudo construir y que conserva ruinas de notables dimensiones, testimonio de un arte arquitectónico impactante. Al lado de un poblado con 40,000 personas, los templos de Baalbek se elevan orgullosos planteando incógnitas sobre su construcción y destrucción. Baalbek fue dedicado a la diosa aramea del rayo, Hadad, protectora de las aguas nutricias, cuyo culto fue confundido con el del sol. Luego de la conquista de Alejandro, las colonias griegas se establecieron en la costa y Baalbek recibió el nombre de Heliópolis, “Ciudad del Sol”, adoptado luego por los romanos. Este conjunto ha sobrevivido a la mezcla de construcciones bizantinas, medievales y árabes, a movimientos telúricos y a las guerras. 

 

 

 

 

El área de ingreso al sagrado lugar se forma de propileos; luego un gran patio dedicado a los sacrificios, con cambios notables tras el descubrimiento del gran altar. De las 128 titánicas columnas de granito traídas de Egipto, reinstaladas en su postura original para construir el colosal templo de Júpiter, en los siglos II y III a.C., sólo quedan seis. Uno de los misterios que subsisten es la forma en que fue colocada sobre ellas la gran piedra de miles de toneladas que se encuentra en la parte superior. 

Sobrevive también el formidable templo consagrado al culto de Baco, dios romano del vino, que se ubica al sur de las seis columnas. Es el mejor conservado y es calificado como obra maestra de la arquitectura romana. El interior está bellamente decorado y es dividido en dos partes: la nave y el santuario. A ambos lados de la escalera que sube al santuario, se aprecian dos zócalos de nichos en los que se encuentran bosquejos escultóricos y una cruz griega, que muestran que el templo fue convertido en iglesia. 

El patio hexagonal representa a la estrella oriental de Venus y tiene un diámetro de 60 metros. El templo de Venus, diosa del amor, la belleza y la fertilidad, fue edificado sobre una fosa de verduras y regado por un curso de agua. Su forma reproducía el dibujo de una estrella o el de una concha marina, símbolo fluvial de la deidad.

El conjunto conserva otros monumentos importantes como una mezquita omeya y otras de la era mameluca. Sobre este escenario se ha llevado a cabo el Festival Internacional de Baalbek, en el cual se presentan las estrellas libanesas y mundiales de la música, el ballet, el teatro y el canto.

Al final de la visita de tan inolvidable recinto, se encuentra un museo, el cual muestra cómo fue el sitio cuando todos los templos estaban en pie y en su esplendor, además de piezas que se han encontrado a lo largo de las excavaciones.

 

Tiro: La joya del Mediterráneo

Es una de las joyas de la antigua Fenicia, conocida hoy con el nombre de Sour (muralla de roca). Ruinas y restos dispersos de obras de arte, junto a vestigios de gloria antigua, son el marco que encuentran los viajeros al llegar a este lugar que atesora siglos de historia. Situada al sur de la costa libanesa, tiene 117,000 habitantes. 

Tiro se integró con un área continental y un islote, al que el rey Hiram ensanchó con dos islas, convirtiendo la ciudad en un centro comercial del Mediterráneo oriental. Estrechó relaciones con el mundo egeo y dio el alfabeto a los griegos a través de Cadmus, el mítico primer educador, y su hermana Europa, secuestrada por Zeus en forma de toro. De ella tomó su nombre el continente. 

Tiene vestigios como la arcada monumental, el acueducto, los edificios públicos, un teatro y las termas. En la necrópolis hay piedras esculpidas, sarcófagos de mármol romanos y bizantinos, algunos con textos griegos que señalan el rango del muerto, o figuras que recuerdan partes de la vida de Aquiles. Hay un hipódromo romano del siglo II de nuestra era, para 20,000 espectadores, muy utilizado para las carreras de coches. Vestigios que son cuidados con esmero para que los viajantes lo disfruten siempre. 

Por último, una información pertinente del especialista Daniel Asade nos hace conocer que “un equipo de arqueólogos, dirigido por L. Badre, de la Universidad Americana de Beirut, ha descubierto el primer templo fenicio de Tiro. El templo es el primero completo descubierto en Líbano. Durante esta segunda temporada (18/8/2013 al 14/9/2013), los arqueólogos duplicaron el tamaño de la excavación, con el fin de determinar el tamaño total del templo. El templo es de planta rectangular (20 x 6,5 m), posee un podio de dos metros de altura, sobre el cual se levanta un altar que se utilizaba para los sacrificios”.

 

Sidón: La reina fenicia de los mares

Saida (la célebre Sidón de la antigüedad) se levanta en una colina bellamente recortada entre las olas azules, que conservó largo tiempo el rango de la ciudad fenicia más importante. Hoy habita una cosmopolita población con decenas de miles de habitantes dedicados a la pesca, el comercio y las artesanías. Los sidonios, al lado de los turistas, se pasean por el puente medieval que une tierra firme con Qala’at El Bahr, la fortaleza marítima de los cruzados. Su arquitectura mezcla un marcado estilo francés de los siglos XII y XIII con toques musulmanes de la era mameluca. Tiene dos torres unidas por un muro, siendo la occidental la mejor preservada. Columnas romanas sirven de travesaños a las paredes externas. Cuando San Luis, monarca francés, viajó a Sidón, le fue aumentada una parte al castillo, que es un sitio obligado para el visitante. 

Incluido en todo recorrido está el majestuoso templo de Echmoun, ubicado sobre el Río Awali, que sirvió para rendir culto a Mithra, deidad solar de los persas. En Saida se inventó el vidrio transparente y el sistema para trabajarlo. En ella, nació el color púrpura, destinado a teñir vestiduras reales, como indica la colina del Múrice, montículo cubierto con conchas de ese molusco al que le extraían el líquido púrpura dedicado a trajes solemnes de la realeza y para las vestimentas cardenalicias.

Saida es la capital de la gobernación de Líbano Sur y tercera ciudad importante de Líbano. Hay que visitar su antiguo mercado y el albergue franco, un sitio construido para alojar comerciantes y mercancías, con un patio rectangular, su fuente al centro y sus galerías cubiertas. De gran interés turístico es el castillo de San Luis, la Gran Mezquita y la colina del Múrice con su elevación artificial y una de cuyas partes es ahora el cementerio de los musulmanes chiitas de la ciudad.

 

 

Muchas de las piezas valiosas de las “necrópolis sidonias” están en museos como el Louvre, en París, el Topkapi, en Estambul, y algunos otros europeos. Hay tres necrópolis, la Magharet Ablún, la de Ayaa y la de Ain el Helwe. El sarcófago de Echmunazar II, rey fenicio, se halló en la primera y fue llevado al Louvre.

 

Aanjar: Gloria del Imperio Omeya en Líbano

En el Valle de la Bekaa, que divide las zonas serranas llamadas “Monte Líbano” y “Anti-Líbano”, y a 68 kilómetros de Beirut, encontraremos las ruinas de una palaciega urbe del Califato damasquino de los Omeyas, descubiertas en 1949. Fue fundada en el siglo VIII por el califa Ibrahim Al Walid Ibn Abdel Malik. 

Estos vestigios muestran palacios, mercados, termas, columnas, torres y murallas que acercan la imaginación del turista a la vida cotidiana de los Omeyas, cuyo imperio se extendió de Damasco a España en Occidente, y hasta la India al Oriente. El lugar es espectacular y se dice que fue el sitio de descanso del califa Ibrahim Al Walid. La verdad sobre Aanjar tiene muchas incógnitas. ¿Por qué fue construido con más de 600 tiendas? ¿Era un lugar de comercio donde se daban cita caravanas y mercaderes para finiquitar transacciones? ¿Era un sitio de descanso o placer?  El tiempo y las investigaciones aclararán estas dudas. 

 

 

Becharre: La cuna de Gibran Kahlil Gibran

En el norte de Líbano, muy cercano al bosque de los cedros sagrados, se encuentra el bellísimo pueblo de Becharre, cuna del poeta Gibran Kahlil Gibran, que es el escritor más difundido de la literatura libanesa en Occidente. “El Loco”, “El Profeta” y “Jesús, el hijo del Hombre”, constituyen su trilogía inmortal, que ha sido traducida a 22 idiomas.

Desde la carretera se ven sus rojos tejados, frondosa vegetación y las dos artísticas torres de su iglesia. Becharre fue, para los fenicios, un centro religioso y le llamaban “centro donde mora la diosa Astarté”. El área en que se ubica es completamente turística, hay muchos sitios que visitar y es, quizá, la más obligada por el bosque de cedros milenarios. 

Gratos recuerdos de belleza y jerarquía intelectual se lleva el turista luego de entrar en la casa del poeta y especialmente al conocer su tumba y museo, construidos en un antiguo monasterio carmelita y en el cual se guardan sus objetos. Muebles, ropa, recuerdos y nostalgias acompañan al tesoro pictórico que se conserva en salas bien preservadas, ordenadas, montadas con amor a este ser inmortal, cuya tumba se encuentra en la parte baja. Del féretro que conserva sus restos, brotan, simbólicamente, las raíces del más grande cedro que llevó su ramaje a todos los rincones del mundo.   

 

 

 

Los Cedros: Símbolo de la identidad libanesa

Al escribir sobre la flora libanesa resalta siempre el árbol que es emblema nacional: el cedro. Aún con las nefastas deforestaciones registradas, vemos grandes áreas en las cuales se conserva el árbol regalando sombra y presencia en la sierra de Líbano. 

Comparado con la antigüedad, el cedro es menos común en la actualidad, pero Líbano tiene el privilegio de poseer un número sorprendente de bosques densos, el mayor de los cuales, en toda el área geográfica del Medio Oriente, es el cercano al pueblo de Tannourine Haddadt - El Jebbe, que tiene una extensión de casi 60 hectáreas y más de 50,000 cedros; asimismo, los inmensos bosques de Barouk, en las montañas occidentales, específicamente en la zona serrana del Chouf. Más pequeño, pero por su significación y belleza el más visitado, es el bosque vecino a la población de Becharre, al norte libanés, cuna de Gibran Kahlil Gibran. Este bosque es calificado como “el bosque de los cedros de Dios” y recibe por año a cientos de miles de turistas. La frondosidad de Líbano tiene también amplias reservas de pinos, el encino es de presencia generosa, y en las costas hay higueras y almendros. 

Destacan los trabajos de reforestación que se llevan a cabo y que son numerosos, como el del Comité de Amigos del Bosque de los Cedros, cercanos a Becharre, que preside el Arq. Rashed Kayrouz, el impulso que se tuvo con un libro de la autora libanesa Desiree Aziz, la solidaridad de la cantante griega Dalida y la firme comunión del filántropo mexicano de ascendencia libanesa, Alfredo Harp Helú, entre otras.

 

 

Las Grutas de Jeitta

A 19 kilómetros de Beirut, en el Valle de Nahr Al – Kalb, se encuentran dos cavernas de piedra caliza interconectadas, con una longitud total aproximada de 9 kilómetros. Es un sitio turístico de gran interés, que manejan en concesión empresas privadas que arreglaron el sitio para que el visitante goce con comodidad su recorrido. 

La gruta baja se visita forzosamente en barca, pues se encuentra sumergida en los canales de un río subterráneo, que abastece de agua potable a más de un millón de libaneses. La dimensión de esta gruta podría alcanzar ocho kilómetros. La gruta alta tiene una creativa iluminación, lo que la hace un lugar fascinador, pues la coloración realza las estalactitas y estalagmitas. Por la gran cantidad de turistas, fueron acondicionadas las galerías superiores para caminar en medio de una fluorescencia de pilares, columnatas y cristales de colores que sugieren figuras o macizos con flores y corales. Tanta belleza es imposible de describir, hay que visitarla. 

Funciona una telecabina, una sala de cine que proyecta su historia, así como cafeterías y tiendas de recuerdos. Además de ser un símbolo nacional y un destino turístico por excelencia, desempeña un papel económico y cultural importante, y está siendo rehabilitada para ofrecer una sala de conciertos en el interior de la cueva.

 

 

Annaya: El sitio del ermitaño santo, San Charbel Makhlouf

El objetivo principal del turista que lo visita es conocer el monasterio de San Marón y la ermita de San Charbel, beatificado en 1965 y canonizado en 1989. Muchas curaciones milagrosas se le atribuyen, y su cuerpo permanece intacto después de su muerte en 1898. 

En el monasterio se visita la tumba de San Charbel, junto con reliquias de sus milagros, ropajes y objetos personales. Hay una pequeña iglesia de piedra abierta y una tienda que vende objetos, libros e imágenes religiosas. Un camino a la izquierda nos lleva a la ermita donde vivió, a la que se sube por unas escaleras de piedra. Dentro de la antigua construcción están las celdas de los ermitaños y el cuarto donde San Charbel murió. Una pequeña iglesia cuadrada es parte de la ermita. 

Annaya atrae a miles de visitantes, así que en el área hay buenos restaurantes y sitios para compras. El monasterio y la ermita dan facilidades para el aseo de los turistas, con dormitorios a precios modestos. Dos kilómetros antes se ubica Torzaya, conocida por su cueva cuyas entradas dan a un valle idílico bajo la iglesia de Santa Teresa. A medio kilómetro hay un puente y una senda de peatones que conduce a una cueva con muchos compartimentos y piedras fantásticas. En invierno la cueva es un canal para el Río Ibrahim, cuyas aguas fluyen hacia fuera bajo un arco natural. En verano la cueva se puede explorar caminando.

 

 

 

 

 

Una mirada al Líbano

 

El Líbano se caracteriza por su pequeña superficie, su diversidad geográfica, su variedad climática, su distinguida historia, su apertura cultural y su pluralidad religiosa. Es un modelo de país en donde Dios colocó toda la belleza que se puede encontrar en el mundo. 

El Líbano tiene montañas, valles, costas, nieve, mar, ruinas históricas que se remontan a miles de años; iglesias, mezquitas, museos, hoteles, restaurantes, clubes nocturnos, además de universidades y hospitales prestigiosos. Podemos ver a un hombre con elegantes ropas modernas y a otro con su vestimenta tradicional. Es habitual ver a una mujer con su vestido al viento y otra con vestimenta religiosa. También se puede ver un hombre tomando hasta emborracharse y otro que no se acerca nunca al alcohol. Esto es la palabra libre y la opinión libre, además los diarios del Líbano están despojados de cualquier tipo de restricción y censura. Se pueden observar sentimientos orientales inmersos en el orgullo y otros inmersos en el realismo. En el Líbano, podemos observar a Occidente con sus libertades y a Oriente con sus tradiciones y costumbres familiares. 

En el Líbano está el lujo de los países desarrollados y también los problemas de los países en vía de desarrollo. Hicieron del Líbano un escenario de batallas pero emergió más fuerte, porque la guerra fue artificial ya que el libanés está  colmado de paz y de amor a la vida. Quisieron que el Líbano sea la recompensa por todos los problemas de la región, y emergió con el título otorgado por Su Santidad, el Papa Juan Pablo II, quien expresó: “El Líbano es más que un país, es un mensaje”. 

En la actualidad, los demás sufren la realidad de la crisis que quisieron esconder dentro del Líbano, mientras que el Líbano resurge hoy como el banco de la región, como su aldea turística y su modelo político, económico y cultural. El Líbano fue mencionado más de siete veces en el Antiguo Testamento, es el país de los cedros, que Dios creó en sus montañas para ayudar a fenicios y cananeos a crear las primeras relaciones internacionales a través de barcos comerciales que recalaban en puertos comerciando con otros pueblos. 

 

 

El Líbano fue el país en donde nació el alfabeto. El Líbano colmó al mundo, incluyendo a México, con el amor y las dádivas de sus hijos, y así el emigrante libanés fue uno de los pilares de construcción en todos los rincones del mundo  donde arribó. 

El Líbano tiene una superficie de 10.452 km2. Al oeste, limita con el Mediterráneo, por eso hay varios clubes náuticos y piscinas en sus costas. Hay  piscinas públicas gratuitas lo cual permite a todos disfrutar el bello verano libanés. Además, existen complejos privados de chalets y piscinas que ofrecen servicios exclusivos a quienes los puedan costear. También, hay muchos puertos turísticos repletos de yates y en una colina, frente al mar, está ubicado el casino más lindo de Medio Oriente. 

A veinte minutos de la costa, en las montañas, se encuentran las mejores aldeas de veraneo. Las montañas del Líbano, especialmente Sannine, Harmoun y Al Sheik, están cubiertas de nieve durante todo el año. Existen muchos centros de esquí, reconocidos mundialmente. En la localidad montañosa de Al Arz se conjuga el placer de esquiar con el maravilloso paisaje del Bosque de Cedros,  en el cual se encuentra uno de más de 3.000 años de antigüedad, cuatrocientos de más de 1.000 años y decenas de más de 500 años. Esto también se mezcla con el placer de descubrir el valle sagrado de Kadisha, considerado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. En él se encuentran  algunas iglesias cristianas de más de cientos de años, construidas en grutas dentro de las grandes montañas. También está la cueva de Kadisha y el famoso  manantial Afka, en el cual murió a su orilla el dios Cadmo, según la mitología.

 

 

Si las pistas de esquí de la localidad de Al Arz están a una hora y media en automóvil desde Beirut, las de Faraya o Fakra están a sólo cuarenta y cinco minutos. Allí se conjuga el placer de esquiar con el de visitar las grutas de Jeita, que son una de las maravillas naturales del mundo. Las grutas de Jeita,  que se extienden por varios kilómetros dentro de la montaña, tienen dos pisos: el superior, de 4 km, que contiene las mayores estalactitas del mundo, dejando perplejo al observador; en el piso inferior, además de las estalactitas, hay un río que desemboca en el mar.

El visitante puede imaginar una ópera musical a la vera de este río, pues allí se realizan esos espectáculos; no hay nada similar en otro lugar del mundo.

En el Líbano se puede esquiar y nadar en el mismo día. Se puede pasar el día, hasta las tres de la tarde, en las montañas; luego, ir a la costa y nadar en las aguas tibias del Mediterráneo. Además, el viaje es muy entretenido pues se asciende y se desciende constantemente por valles, colinas y montañas. Las cadenas montañosas del Líbano tienen colinas y valles por donde atraviesan ríos y durante todo el camino se percibe el aroma a flores silvestres, de las cuales se conocen más de doscientos cuarenta tipos; también es sorprendente observar las formas de las rocas en las montañas.

Hay muchas seducciones en este pequeño país, hay cuatro reservas naturales en sus montañas, pero el ser humano es lo más completo que esta maravillosa naturaleza le brindó al Líbano. El hombre construyó grandes atractivos turísticos, como hoteles, countries y restaurantes. Para descansar -luego de nadar, esquiar o pasear- el turista puede elegir entre variados restaurantes que satisfacen todos los gustos. Se puede optar por la cocina libanesa, encontrándose con unos treinta y dos platos diferentes antes que llegue el plato principal, que puede ser una carne asada o algún otro exquisito plato libanés; luego llegan los dulces y el turista no sabrá cuál elegir. 

El Líbano también es un libro del desarrollo de las civilizaciones desde la Edad de Piedra hasta la actualidad. En este pequeño país se encuentran ruinas de todas las épocas: de Adonis y Astaroth, griegos, fenicios y cananeos; la época de Assur, babilónica, persa, romana, bizantina, árabe, otomana; luego, la época francesa, que terminó con la Independencia de este país en 1943. 

En el Líbano hay unos cien sitios históricos, los más importantes son: Tiro, en el sur; Biblos, en las montañas (época fenicia 3.000 a.c.); Baalbek, en el Bekaa (era romana 1.000 a.c.); Anjar (época árabe, siglo XXII); Saida, en el sur (época de la cruzadas). 

 

 

También está la Escuela de Derecho romana en Beirut y los palacios Beiteddine y Deir Al Kamar, que reflejan un período de auto gobierno durante el dominio otomano. También se encuentran las ruinas de Trípoli, que representan la era de los mamelucos y los fatimitas. 

Todo esto permite al visitante conocer -etapa tras etapa- el desarrollo de la historia y comprender que una gran parte de la civilización humana surgió en este lugar del mundo. 

Las ruinas del Líbano no son sólo palacios, templos y pistas deportivas sino también mezquitas, conventos e iglesias. El Líbano es parte de Tierra Santa. En Qana, en el sur, tuvo lugar el primer milagro de Cristo, en las bodas de Qana, donde transformó el agua en vino. En su territorio habitaron, desde hace cientos de años, judíos, cristianos y musulmanes que crearon un patrimonio histórico en conjunto. Una de las paredes de una mezquita en Beirut es también una de las paredes de una iglesia maronita, y a cuatrocientos metros está la sinagoga, en el valle Abu Yamil. 

El tañer de las campanas se abraza con los cantos musulmanes que invitan a rezar, creando una música espiritual que sólo existe en el Líbano. 

En la pequeña superficie del Líbano no hay manera de aislarse, entonces se debe vivir en conjunto. Por eso, la fiesta religiosa musulmana Al Adha o la Navidad cristiana son fiestas para todos los libaneses de distintas religiones. En el Líbano, las religiones mostraron que se puede convivir en paz y se puede crecer y progresar dentro del respeto mutuo hacia todos los credos. La iglesia católica ha santificado a varios santos de este pequeño país, incluido al famoso San Charbel. Quizás el nuevo santo, su santidad Juan Pablo II, fue un mensajero de Dios que alivió las penas de los libaneses luego de tanto sufrimiento, diciéndoles que su patria era más que un país, era un mensaje. 

En el Líbano hay más de trece museos históricos, únicos en su tipo. De acuerdo a los investigadores, un país rico en ruinas también debe ser rico en  museos. En realidad, los libaneses han descubierto ruinas en varias oportunidades durante trabajos de excavación para construir infraestructura. Todos los días leemos en los diarios el descubrimiento de nuevas ruinas que dificultan las tareas de reconstrucción de Beirut y del sur del Líbano luego de las guerras que atravesó el país. Quizás Beirut sea la segunda ciudad, después de Roma, en donde hay muchos espacios públicos con ruinas históricas en el centro comercial de la ciudad.

Aunque hablamos del pasado, esto no significa que el Líbano, en su historia moderna, no haya dejado ningún rastro. Es suficiente visitar el Palacio de Moussa en Deir Al Kamar, situado a 40 km de la capital. Asimismo, la arquitectura libanesa, que utiliza piedra en su construcción, está reflejada en miles de bellas residencias con rojos tejados en las montañas del Líbano. 

Quizás al turista le aburra el pasado o se canse de los paseos, y desee pasar una velada agradable. En el Líbano hay muchos teatros, bares y programas nocturnos. Los jóvenes tienen su vida propia que empieza a medianoche, en alguna discoteca, y termina con el desayuno, en algún local, en las primeras horas de la mañana, ya que la salida nocturna no se completa sin el típico desayuno libanés: manakish de zaatar, o knafe, y hasta huevos revueltos con carne.

Para cada turista existe una propuesta en cuanto a comida, música, salidas y festivales. Hay veladas de bailes orientales y occidentales, música de jazz y  clásica y hasta milongas, en donde se baila el tango. Todas estas atracciones se pueden encontrar en una sola calle, y así el turista puede ir conociendo uno y otro lugar hasta encontrar lo que desea. O de ciudad en ciudad, pues todas están próximas. 

 

 

 

 

 

En Beirut, el turista siente que lleva a su país consigo, no se siente en un país extranjero, todo a su alrededor le puede resultar familiar. Incluso, el lenguaje no es un obstáculo pues hay cientos de personas que hablan perfectamente  español. Existen varios centros culturales, científicos y académicos que hacen que uno se adapte fácil y rápidamente al entorno. Un mexicano no puede sentirse extraño en el Líbano, como un libanés no puede sentirse extraño en México. Uno se sorprenderá de ver rostros y costumbres cotidianas similares: el tránsito, correr en la playa, saludar con besos, la elegancia, los locales de ropa, los restaurantes y bares que se esparcen como hongos, las discotecas, los clubes deportivos, además del respeto hacia la mujer, las citas románticas en los restaurantes y lugares públicos, el ruido de la prensa y la política y el murmullo de los programas científicos y culturales. 

Vengan al Líbano, el lugar que brindó al mundo a Khalil Gibran, autor del libro “El Profeta”. 

 

Texto: :Archivo Libanes en México / Antonio y Martha Trabulse ± Foto: © Clément Tannouri / Jezzine Salzberry / Mohamad Mzannar / Skyscrapercity / Flickr / SOLIDERE / frvsd / SXC / wkm / Mundo Crown / Lebanon Travel / WPS / moja bieda / SPF / Mundo Tours / STAICK / Xabier Banuelos / DRAH NDR / WKM / wkp / Samuel Sosa / Samuel Santos / BS / BPS / SEKEI MEKEI