En un rincón remoto del océano Índico, donde las aguas turquesa acarician villas flotantes y el tiempo parece transcurrir más lento, las vacaciones familiares adquieren un nuevo significado. Las Maldivas, tradicionalmente asociadas con escapadas románticas y lunas de miel, se abren ahora a otro tipo de viajero: el que busca reconectar con la familia.
Este verano, algunos resorts en islas privadas como Grand Park Kodhipparu están apostando por un enfoque familiar del lujo, combinando alojamientos espaciosos sobre el agua, gastronomía de clase mundial y actividades diseñadas para todas las edades.
En uno de estos exclusivos refugios, a solo 20 minutos en lancha rápida del aeropuerto internacional, se ofrece una propuesta estival que equilibra el descanso, la aventura y el juego compartido.
La oferta incluye detalles pensados con sensibilidad: desayunos frente al mar y traslados náuticos. Para las familias más activas, una hora diaria de deportes acuáticos no motorizados –desde paddleboard hasta snorkel– permite explorar la biodiversidad del atolón con una mirada curiosa y lúdica.
Pero más allá de los beneficios tangibles, lo que transforma la experiencia es la posibilidad de detenerse. De observar juntos una puesta de sol sin pantallas o equipos electrónicos de por medio. De redescubrir el placer de compartir una comida, de reír en el agua, de despertar en una villa sobre el océano escuchando solo el ritmo de las olas.
Lejos del ruido y la prisa, en una isla del Índico, las vacaciones familiares recuperan su esencia: estar presentes, juntos, sin distracciones. Quizá no hay mayor lujo que ese.