Elegir el lugar más hermoso del planeta es complicado puesto que cada cabeza es un mundo, por lo que habrá tantos sitios predilectos como seres existen.

Quienes aman las alturas sueñan con una montaña impenetrable y desafiante como el monte Everest, la frontera natural entre China y Nepal, considerada como la cumbre más alta del mundo y, por lo tanto, el desafío predilecto de cientos de escaladores. Conquistar su cima es un acto de resistencia y voluntad extremas, de manera que este debe ser para ellos ese sitio incomparable.

Los enamorados del amor y la arquitectura preferirán llegar frente a la obra maestra del Taj Mahal, monumento construido en la India para ser eterno en honor a un amor inagotable. Qué decir de una tarde en el Louvre de Paris, Francia –el museo más visitado del orbe; recorriendo las salas que exhiben obras de los grandes maestros de las artes plásticas.

Sin embargo, los naturalistas optarían por paisajes al aire libre estudiando ecosistemas perfectos como los de la Selva Amazónica. En las profundidades del mar, otros exploradores buscarán la prístina belleza del poderoso océano y el asombro ante la majestad de sus especies.

Y así, se podría crear el itinerario perfecto de cada ambiente y región para concluir que es imposible excluir la inclinación particular del viajero en tantos y tantos matices.  

¿Aquellos que han alcanzado el espacio exterior experimentan el estado máximo de la emoción del viajero? Al menos, describen que mirar hacia la Tierra, cuya belleza desde allí no tiene par, es una emoción hipnótica. Quizás este sitio formidable es el más hermoso… tal vez.