Los fabricantes de relojes llevan décadas utilizando piedras para la elaboración de las esferas.
Aunque la variedad de materiales, como la malaquita, ojo de tigre, ónix y lapislázuli, confieren a cada diseño un aspecto y tacto únicos, hay algo que todas las esferas de piedra tienen en común: son extremadamente difíciles de producir, comentan en Bonhams. Las esferas deben tallarse en una piedra grande de excelente calidad y cada corte debe ser extremadamente fino para producir una esfera.
▪ Lapislázuli. Piedra semipreciosa y reina de las mismas, ha sido apreciada desde la antigüedad por su intenso tono azul. Incorporado en joyas, esculturas, relojes, objetos decorativos y pigmentos de pintura, ha cautivado la imaginación durante siglos.
Sus cualidades han sido muy aprovechadas por fabricantes como Piaget, Chopard, Audemars Piguet y Patek Philippe. En particular, los años 70 y 80 vieron el apogeo de las esferas de piedras semipreciosas.
▪ Meteorito. Tiene un atractivo fascinante para los coleccionistas. La naturaleza y el origen sobrenaturales de estas rocas de mil millones de años provenientes del espacio exterior dan lugar a esferas verdaderamente sorprendentes. Rolex ha utilizado este finito material en sus gamas Daytona, Day-Date y, más recientemente, en 2019, en sus gamas GMT.
Existen tres tipos de meteoritos: el tipo ferroso, compuesto principalmente de hierro y níquel, es el más empleado para fabricar componentes de relojes. El patrón Widmanstätten, fácilmente reconocible por sus estrías geométricas, aparece de forma natural en las esferas de los meteoritos, lo que hace que cada uno sea único.
Se cree que gran parte del aerolito que utiliza Rolex procede del meteorito Gibeon, en Namibia. Descubierto en 1838, está ahora protegido por ley contra su posterior explotación, lo que significa que el suministro en manos de los relojeros es limitado.
▪ Coral. Blancos cremosos, rosas ruborizados, naranjas vibrantes, rojos intensos: puede encontrarse en muchos tonos y es el nombre común que se le da a Corallium rubrum.
A diferencia de otras piedras y minerales, el coral es una gema orgánica formada por organismos vivos en aguas tropicales y subtropicales. Cuando mueren, estos organismos dejan estructuras esqueléticas con forma de ramas, empleadas en joyería, esculturas y obras de arte durante siglos.
La naturaleza duradera y los colores intensos del coral atrajeron a muchos diseñadores de relojes en los años 70 y 80, y pueden encontrarse muchos modelos inusuales de este período. Piaget, Chopard y, en menor medida, Rolex aparecen a menudo cuando se buscan esferas de piedra dura, a menudo utilizando coral y otras piedras para acentuar sus guardatiempos de vestir.
Como el coral suele formarse en cabujones, es más frecuente encontrarlo en el bisel de los cronómetros de pulsera, donde es más fácil de aplicar y moldear. Por ello, las esferas de coral íntegramente son un hallazgo poco común y dan lugar a piezas realmente llamativas.
▪ Malaquita. Los ricos tonos de verde, intercalados con vetas concéntricas y arremolinadas de un verde más pálido, hacen que sea reconocible al instante. Por lo general, se encuentra en depósitos de mineral de cobre, que son responsables de su color verde oscuro.
Para ser una piedra tan viva y llamativa, es notablemente más accesible que otras piedras menos llamativas. Esto se debe en gran parte a que hay mayores cantidades en bruto disponibles de forma natural y a que a menudo se extrae como subproducto de la industria del cobre.
Si bien el bajo nivel de resistencia de la malaquita proporciona una clara ventaja al dar forma a las esferas, su naturaleza blanda y fibrosa significa que un manejo inadecuado del material puede provocar que se agriete y se astille si se golpea. En un reloj, es relativamente segura, ya que la esfera está anclada en su lugar y amortiguada de manera efectiva por la caja que la rodea.
Al igual que el lapislázuli, la malaquita se incorporó a muchos diseños experimentales de los años 70 y 80, cada uno con su propia esfera única .
▪ Madreperla. El nácar sigue siendo uno de los materiales más empleados para las esferas de los relojes, y los fabricantes de todos los niveles incorporan este material a sus diseños. Desde láminas individuales que cubren toda la esfera hasta segmentos colocados de forma intrincada, resulta muy eficaz para agregar profundidad a un reloj.
Casi todos los moluscos con concha pueden, mediante procesos naturales, producir algún tipo de "perla" cuando un objeto microscópico irritante queda atrapado entre los pliegues del manto del molusco y las condiciones son las adecuadas. Para protegerse de estos irritantes microscópicos, los moluscos forman una sustancia iridiscente conocida comúnmente como nácar que recubre la capa interna de la concha. Son estas capas las que se recolectan como nácar.
Mucho más disponible que las perlas, el nácar se ha utilizado para decorar objetos preciosos durante siglos. Hoy en día, el nácar aparece con regularidad en las esferas de Rolex, Breguet, Patek Philippe, Harry Winston y Audemars Piguet.