Arnold & Son vuelve a demostrar que la alta relojería también puede ser poesía. En esta ocasión, la firma suiza con raíces británicas invita a mirar al cielo nocturno con su nueva edición limitada del Perpetual Moon 41.5, ahora en una envolvente tonalidad verde helecho, que se suma a las anteriores versiones en azul celeste y salmón.

Se trata de una pieza de carácter contemplativo, precisa como un cronómetro marino y refinada como una obra de arte. Sólo serán realizados 28 ejemplares.

La caja de platino 950 –41.5 mm de diámetro– enmarca una esfera única decorada con el acabado Stellar Rays, un grabado radial que alterna rayos de diferentes profundidades y grosores. Sobre ese fondo de color vegetal inspirado en los helechos de los jardines de Cornualles, condado situado en la escarpada punta al suroeste de Inglaterra y cuna del relojero John Arnold, brilla una Luna de nácar con tratamiento Super-LumiNova que se transforma al caer la noche.

La complicación astronómica de fase lunar –uno de los emblemas de Arnold & Son– se presenta como una suerte de mapa celeste. Acompañan a la Luna las constelaciones de la Osa Mayor y Casiopea, pintadas a mano y también luminiscentes. Esta elección no es casual: antes de la era del GPS, estas estrellas servían como brújula natural para navegantes, como lo fue también el legendario cronómetro marino de John Arnold.

En el fondo de la caja, un segundo indicador de fase lunar permite un ajuste preciso de esta función que se alimenta del calibre A\&S1512, un movimiento de cuerda manual, desarrollado y terminado en la manufactura de La Chaux-de-Fonds. Este mecanismo cuenta con 90 horas de reserva de marcha y una precisión tan exquisita que necesitan pasar 122 años para acumular un día de desfase respecto al ciclo lunar real.

La correa en piel de aligátor en tono verde Cornualles –con forro púrpura– y la hebilla en platino completan este objeto de deseo que combina ingeniería, historia y belleza. El Perpetual Moon 41.5 Platinum, Fern Green Edition, está destinado a coleccionistas que ven en la alta relojería no sólo un mecanismo perfecto, sino una experiencia estética y emocional.