En el universo de los autos, Bugatti Tourbillon no solo marca un nuevo hito técnico, sino que redefine el concepto de personalización sobre ruedas.

Heredero de una filosofía artesanal que Ettore Bugatti sembró hace más de un siglo, este nuevo hiperdeportivo es, ante todo, una declaración estética, mecánica y emocional. No se trata de un vehículo, sino de una obra maestra hecha a medida.

La experiencia de configuración del Tourbillon inicia con una invitación a crear lo impensable. Gracias a un sofisticado configurador, el propietario accede a un proceso inmersivo que transforma cada elección en una extensión de su identidad. Desde los exteriores esculpidos en nuevos acabados –brillante, metálico o mate– hasta los intrincados tejidos de carbono o la selección de 23 colores completamente nuevos, cada Tourbillon se convierte en un lienzo irrepetible.

La presentación en escala 1:1 del Tourbillon ofrece una personalización hasta el más mínimo detalle.

Para inspirar este proceso, Bugatti entrega a sus clientes el exclusivo Tourbillon Lookbox, un estuche que incluye siete configuraciones prediseñadas y más de 40 impresiones de alta calidad. Se trata de una experiencia sensorial que conecta la tradición visual de la marca con la visión personal del comprador.

Y si hablamos de inmersión, Molsheim –la histórica sede de Bugatti en Alsacia– ofrece un entorno donde la personalización se convierte en ritual. Sin embargo, el lujo también se adapta: ya sea en concesionarios de todo el mundo o mediante kits de viaje que llevan la experiencia hasta la puerta del cliente, el Tourbillon se configura donde el propietario lo desee.

Esta nueva etapa de Bugatti abre paso al programa Sur Mesure, donde los límites de la individualización se disuelven. Desde logotipos personalizados en el alerón trasero hasta interiores que combinan con un lápiz labial favorito, cada petición es valorada, desarrollada y aprobada si cumple con los estándares de la marca. El resultado es un automóvil único en el mundo, respaldado por la ingeniería más exigente.

Muestras de color, cuero e hilo a medida forman la base de un proceso de diseño único.

El interior también refleja esta devoción al detalle: 20 configuraciones de cuero, 10 de Alcántara, ocho tonos de cinturones de seguridad, y una novedad que redefine el confort: los asientos Couture, donde la ergonomía se funde con la alta costura. Como toque final, el panel de instrumentos mecánico, completamente personalizable, mantiene vivo el vínculo de Bugatti con la relojería, como si el tiempo mismo se pusiera al volante.

Para los más apasionados, la opción Équipe Pur Sang añade un homenaje visual a la herencia deportiva de la casa, evocando con audacia la tradición y el rendimiento que definen a Bugatti.

Como resume Hendrik Malinowski, director general de la marca: “El Tourbillon representa una evolución significativa en la personalización. Cada propietario crea su propia obra de arte para la carretera”. Y esa es, precisamente, la nueva definición del lujo: no solo poseer lo excepcional, sino hacerlo propio.