Antes de ser entregado un Bugatti W16 Mistral, pasó por un exhaustivo y riguroso proceso de evaluación de calidad de 400 km por los diversos paisajes de Alsacia garantizando así que cada ejemplar cumpla con los altísimos estándares de la marca.
Una ruta de pruebas de 350 kilómetros a través de la pintoresca campiña alsaciana —al noreste de Francia– sirve como escenario perfecto para evaluar las capacidades del W16 Mistral. En esta ruta cuidadosamente seleccionada, cada componente se somete a un escrutinio individual: desde el ajuste, la sensación y la funcionalidad de los elementos del habitáculo hasta la precisión de la respuesta y el retorno del sistema de dirección.
La validación va más allá de los sistemas mecánicos para abarcar la experiencia sensorial completa. Las pruebas de ruido se realizan en múltiples escenarios: evaluación con y sin capota, análisis de las características del ruido del viento y de la carretera, evaluación de la firma acústica del sistema de escape y verificación de la dinámica de rodadura del chasis y los neumáticos.
Solo unos pocos especialistas se encargan de una evaluación tan rigurosa. Actualmente, solo tres expertos poseen la calificación y la dedicación necesaria para llevar a cabo la evaluación de calidad del W16 Mistral, lo que demuestra la experiencia requerida. Estos evaluadores expertos acumulan décadas de conocimiento, y cada nuevo conductor de pruebas se somete a un programa de formación intensivo que incluye varias pruebas de conducción supervisadas junto a expertos sénior y evaluaciones totalmente autónomas que incluyen un análisis sensorial exhaustivo.
Este enfoque centrado en el ser humano refleja la metodología fundamental de Bugatti: el 90% de la validación de calidad se basa en el análisis personal del conductor a través de la vista, el oído y el tacto. Estos virtuosos de la automoción poseen la capacidad de detectar el más mínimo ruido irregular, identificando vibraciones desconocidas imperceptibles para sentidos inexpertos que podrían indicar problemas en el desarrollo.
Cada observación se registra meticulosamente mediante un dictáfono durante la prueba para su posterior análisis exhaustivo y, cuando sea necesario, para el desmontaje parcial o total del vehículo. El 10% restante de la evaluación utiliza diagnósticos electrónicos, una combinación de sistemas de telemetría interna patentados por Bugatti y registradores de datos de alta precisión que monitorizan y registran continuamente todas las métricas de rendimiento a lo largo de cada kilómetro de la prueba.
Tras pasar de la pista abierta al circuito cerrado, el completo programa culmina con sesiones de alta velocidad en el aeródromo de Colmar, donde Bugatti mantiene una instalación exclusiva de 1,600 metros. Aquí, los sistemas de frenado de emergencia, el ESP y el ABS se someten a rigurosas pruebas a velocidades que alcanzan los 300 km/h.
Para ello, el mecanismo de techo desmontable del Mistral exige pruebas adicionales, algo sin precedentes en la gama reciente de Bugatti. Cada aspecto del ajuste, el desmontaje y la resistencia a altas velocidades del techo se someten a un minucioso escrutinio. Solo con el techo desmontado, el roadster alcanza su velocidad máxima, permitiendo que los 1,600 CV del legendario W16 se expresen sin restricciones, creando una experiencia sensorial inigualable a medida que el motor de cuatro turbocompresores alcanza su máximo apogeo.
La naturaleza iterativa del método de evaluación de Bugatti garantiza la perfección absoluta. Tras la identificación y resolución de cualquier irregularidad, por mínima que sea, una segunda prueba de verificación, normalmente de 50 kilómetros o más, confirma la eficacia de todas las correcciones. Este proceso se repite tantos ciclos como sea necesario hasta que el vehículo demuestre un rendimiento impecable en todas las condiciones imaginables, lo que representa un compromiso inquebrantable con la excelencia.