La Casa Breguet desvela el cuarto capítulo de las celebraciones de su 250º aniversario: Classique Tourbillon Sidéral 7255.
La manufactura Breguet posee un saber único en materia de tourbillon, del que es heredera desde que Abraham Louis Breguet obtuvo su patente el 7 Messidor del Año IX del calendario republicano francés, es decir, el 26 de junio de 1801.
La maison nunca ha dejado de explorar las infinitas variaciones de esta complicación, pero es la primera vez que presenta una versión “tourbillon volante”. Esta interpretación viene también acompañada de una construcción llamada “misteriosa”, una técnica que Breguet domina desde hace muchos años. El tourbillon volante es una variante del tourbillon tradicional.
Su función (compensar los efectos de la gravedad sobre el volante haciendo girar la jaula que lo alberga) no ha cambiado. Sin embargo, es un desarrollo muy posterior: sus primeras creaciones datan de principios del siglo XX.
A diferencia del tourbillon tradicional, la jaula del tourbillon volante solo está sujeta por el puente inferior, sin barra superior. Está sostenida únicamente desde abajo. Elevada por encima de todo. Uno se deja cautivar por su maravilloso espectáculo.
Sin embargo, su construcción es más compleja, ya que la jaula del tourbillon ya no pivota en ambos lados, sino sólo en su base. Esto significa que tiene que ser robusta, finamente ajustable y mejor equilibrada.
Classique 7255 incorpora a la vez un tourbillon misterioso y un volante. Esto surge de la combinación de un regulador con transmisión invisible que sobresale por encima del movimiento. Todo ello crea un efecto de levitación y mejora la visibilidad del mecanismo.
Este es el trasfondo del nuevo Classique Tourbillon Sidéral 7255. Por primera vez en su historia, Breguet ha adornado su esfera con esmalte de aventurina sobre una base de oro.
Homenaje a la astronomía y a la observación del cielo estrellado, su azul profundo está salpicado de virutas de cobre, como tantas estrellas que adornan la bóveda celeste. El arte del esmalte de aventurina se remonta a principios del siglo XVII. Se trata de un esmalte al que se añaden partículas de cobre que dan la impresión de un cielo estrellado. Desde entonces no ha dejado de perfeccionarse. Para esta creación, Breguet optó por trabajarlo como el esmalte grand feu.
Para ello, el esmalte se reduce a polvo. El compuesto final debe estar finamente calibrado –el polvo de aventurina, para un resultado perfecto, debe tener granos ligeramente más grandes que el polvo de esmalte tradicional–. A continuación, el conjunto se cuece en un horno a más de 800 grados, al menos cinco veces seguidas para esta esfera.
La esfera del Classique Tourbillon Sidéral 7255 combina lo mejor de dos mundos: el azul profundo y liso del vidrio esmaltado y la brillante aleatoriedad de las virutas de cobre que representan las estrellas. Cada esfera de esmalte de aventurina está acabada a mano.
El Classique Tourbillon Sidéral 7255 está fabricado en oro Breguet. Esta aleación patentada fue desvelada durante el primer capítulo de las celebraciones del 250º aniversario. Su tonalidad cálida y sutilmente rosada se inspira en el oro utilizado por los relojeros del siglo XVIII, entre ellos Breguet. Está compuesto en un 75% de oro, enriquecido con plata, cobre y paladio.
En el reverso, el movimiento está decorado con un nuevo tipo de guilloché presentado este año, denominado Quai de l’Horloge. Su diseño se inspira en las curvas de la Île de la Cité y el esbelto refinamiento de la Île Saint-Louis.
Por primera vez desde su creación, el guilloché del Quai de l’Horloge se ejecuta no sólo de forma circular en el centro de la caja y en el soporte del tourbillon, sino también de forma lineal en toda la platina del movimiento.