Todos los Ferrari son especiales, pero algunos son indudablemente más especiales que otros.

Aparte de las brillantes joyas de la década de 1950 y los sublimes modelos deportivos de carreras de la década siguiente, hay un quinteto de sementales que se destacan por encima del resto, escribe Will Sabel Courtney de RM Sothebys.

Conocidos entre los fanáticos de la marca como los "Cinco Grandes", los Ferrari de producción en serie más coleccionables y reconocibles pertenecen a una generación moderna e incluyen el 288 GTO de 1984-87, el F40 de 1987-92, el F50 de 1995-97, el Enzo de 2002-04 y el LaFerrari de 2013-18. Sin embargo, si bien puede haber sido el segundo en salir, se podría decir que es el Ferrari F40 el que estableció el arquetipo que todos los superdeportivos posteriores de Maranello han seguido: rendimiento revolucionario, chasis a medida y, por supuesto, aspecto desmesuradamente escandaloso.

El F40 es propulsado por un motor V8 de 2.9 litros.

La historia del Ferrari F40

Enzo Ferrari, quien falleció en 1988 tras una batalla contra la leucemia, tenía 88 años cuando se lanzó la propuesta de lo que se convertiría en el F40. La empresa que llevaba su nombre había producido más de 60 coches de carretera en las cuatro décadas transcurridas desde que el ex piloto de carreras abandonó Alfa Romeo para construir sus propias máquinas.

El cupé F40 de dos puertas, motor central y tracción trasera, producido entre 1987 y 1992, sería la piedra angular de esa inesperada trayectoria de éxito para Il Commendatore, como se conocía a Enzo. Y se fabricaría según sus deseos, de acuerdo con el producto final que se lanzaría durante su vida. "Expresé mi deseo de que produjéramos un coche que pudiera recordarnos a Le Mans y al GTO", dijo Enzo en la presentación del coche.

La idea del F40 surgió de un proyecto basado en su predecesor, el Ferrari 288 GTO. Ese coche había sido creado en parte como consecuencia de un plan de Ferrari para entrar en el mundo del Grupo B, pero cuando esa serie de carreras fue inesperadamente cancelada, el 288 GTO quedó simplemente como el nuevo pináculo del desarrollo de coches de carretera de Ferrari, con motor V8 turboalimentado. Media docena de 288 GTO Evoluzione, o “Evolución”, quedaron de los planes abortados del Grupo B.

El corazón y el alma de cualquier Ferrari reside en el compartimiento del motor, y el F40 no es diferente, aunque esté muy lejos de los V12 de aspiración natural que habían definido al fabricante de automóviles en los años 50 y 60. La potencia proviene de un V8 de 2.9 litros que se asienta orgullosamente debajo de una cubierta ventilada de plexiglás con turbocompresores gemelos para generar 478 caballos de fuerza, en un automóvil de 1,707 kg en la especificación europea y 1,369 kg en la estadounidense.

Al arrancarlo, el F40 pasa de 0 a 100 km/h en 4.2 segundos; si se mantiene el acelerador el tiempo suficiente, superará los 320 km/h. (Tener en cuenta que esto se introdujo en una época en la que un Corvette necesitaba más de 5.5 segundos para pasar de cero a 100 km/h, y un Porsche 911 Turbo Cabriolet alcanzaba una velocidad máxima de 255 km/h). El F40 fue el primer automóvil de producción en romper esa barrera de 321 km/h, lo que le valió un lugar permanente en los libros de historia del automóvil.

De líneas elegantes y aerodinámicas, con conductos NACA en el capó y los laterales, y un imponente alerón en la popa, el F40 se parece tanto a un producto de Lockheed Martin como a algo diseñado por el carrocero Pininfarina.

La carrocería está hecha de kevlar y fibra de carbono, y cada una de ellas coloreada con el icónico rosso corsa de Ferrari. Con 1.76 m, es casi tan ancho como una camioneta pickup Ford F-150... pero con 1.12 m de altura, aproximadamente la mitad. Y aunque los faros abatibles eran comunes a fines de la década de 1980, ningún automóvil los ha llevado tan bien como el F40.

Esa sencillez aeronáutica se extiende también al interior. El aislamiento y la tapicería se redujeron al mínimo, al igual que casi cualquier característica que pudiera considerarse lujosa; el único gesto de confort en el interior es un sistema de aire acondicionado de serie, necesario para evitar que el calor del poderoso motor abrume el habitáculo.

Las elegantes y aerodinámicas líneas de la carrocería y el alerón trasero, lo asemejan a un avión.