Los pelícanos son fácilmente reconocibles debido a su particular pico. Cuenta con una bolsa en el maxilar inferior que le da su apariencia torpe y lenta, aunque en realidad se trata de una de las aves que mejor vuelan. Y no sólo eso, también nadan y bucean.

Es una de las aves marinas más grandes, llega a medir más de tres metros. Pero no son sólo una especie, ya que esta familia cuenta con ocho miembros, todos con la característica bolsa, que en realidad es utilizada como una red para atrapar a los peces de los cuales se alimentan.

No la usan todos de la misma forma. Por ejemplo el pelícano café (Pelecanus occidentalis) se zambulle desde alturas de hasta de 20 metros echando sus alas para atrás, en su espalda, para evitar que se rompan al golpear el agua. Al estar bajo el agua extiende esta bolsa y atrapa a los peces que antes divisó desde el aire.

 

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Otros, como el pelícano blanco americano (Pelecanus erythrorhynchos) sólo sumerge la cabeza mientras nada en aguas poco profundas, dando la apariencia de remar con la cabeza, pero en realidad bajo el agua extiende la bolsa de su pico y así atrapa a los peces. La mayor parte del tiempo lo hace en grupos, encajonan a los peces entre varias aves y así se alimentan.

El pelícano blanco americano es capaz de sostener 11 litros de agua en su bolsa, lo que nos da idea de su enorme capacidad. Los pelícanos más jóvenes se ali- mentan cogiendo la comida directamente de la bolsa de sus padres, éstos la utilizan para transportar la carga de pescado hasta el nido, donde aguardan las crías.

Se pueden encontrar pelícanos en muchas de las líneas de costa, en lagos y en ríos. Son pájaros sociales que a menudo viajan en multitud con la típica forma de flecha o línea, son también de las aves que más alto vue- lan al emigrar.

Los pelícanos blancos utilizan las corrientes de aire caliente que ascienden para elevarse hasta más de 4,000 metros de altura y una vez ahí utilizan las corrien- tes de chorro que hay a esas alturas para volar más rápi- do hacia o desde el sur. Se ha documentado el logro de realizar 500 kilómetros en 24 horas. También anidan en colonias y suelen juntarse en islas.

En Norteamérica contamos con dos especies: marrón y blanco. El pelícano blanco americano anida al norte de Estados Unidos y en Canadá. Durante el otoDo vuela a los estados del sur de Estados Unidos, viéndosele con relativa frecuencia todo el invierno en los estados del Golfo de México, incluyendo toda la Florida. También un buen núme- ro de ellos invernan en México y Guatemala. Algunos indi- viduos continúan la travesía aun más al sur de América Central; se los ha visto en Costa Rica, y es posible que lle- guen hasta Panamá. Usualmente, durante sus travesías de migración vuelan sobre tierra pero también hay datos de visitantes en las islas mayores del Caribe. Una pequeña colonia reside todo el ano en las costas de Texas.

 

 

Desde 1985 la población total de esta especie ha aumentado considerablemente. En algunos lugares se la considera común, en otros pasa a ser abundante. Un caso curioso es el de Texcoco, que al recuperar parte de lo que fue un lago, aunque hoy es artificial, ha propicia- do el regreso de estas aves a esa cuenca.

Por otro lado, al pelícano pardo lo encontramos en las costas de las Américas. En el Atlántico habita desde Nueva York hasta la desembocadura del Amazonas, habiendo sido documentado en Nueva Escocia al norte, y en Río de Janeiro al sur. Se lo ha visto en las Bermudas. También se encuen- tra presente en todas las islas del Caribe. En el Pacífico se ubica desde la isla de Vancouver hasta el sur de Ecuador.

Una subespecie es endémica de las Islas Galápagos. Este pelícano no es migratorio; es una especie más bien sedentaria, donde la mayoría de los adultos permanecen todo el ano cerca del lugar donde anidan. Aun así, duran- te el verano algunos individuos, muchos jóvenes, se trasladan de un lugar a otro, normalmente a lo largo de la costa marina, no es extraño verlo unos kilómetros tie- rra adentro, sobre todo si existen lagos.

Casi todos retornan a su colonia, pero cuando algu- nos de ellos encuentran un hábitat donde puedan sub- sistir se quedan y comienzan una nueva colonia. Claro, muchos perecen en el intento. Durante esta temporada de desplazamiento no es raro que algún individuo vuele río arriba llegando bien lejos en el Mississippi, el Colorado u otro río. No es una migración, más bien una expansión de la ubicación.

Durante las tormentas y temporales es muy usual que algunos se extravíen y terminen en lugares remotos, tanto tierra adentro como en mar abierto.

Esta especie estaba en peligro de extinción debido a la contaminación y pesticidas, pero actualmente se está empezando a recobrar la población. Aunque en México su población nunca estuvo en riesgo sí hubo algunos problemas y aún hoy hay lugares donde la contaminación aún los está afectando. 

 

 

Texto: Eduardo Lugo ± Foto: Eduardo Lugo