Un icónico símbolo nacional luchando por sobrevivir
La cordillera de Alborz y Zagros es el hogar del poderoso leopardo de Persia, el más grande y peculiar de su tipo. Poblaciones más pequeñas se pueden encontrar en Afganistán, Turkmenistán, Georgia, Turquía, y en el norte del Cáucaso Ruso. Ocasionalmente, el leopardo ha sido visto en Paquistán y Uzbekistán.
Se trata de una de las ocho reconocidas subespecies de leopardos; éste posee piernas más cortas pero un poderoso y robusto cuerpo. Su pelaje, que varía en color de un amarillo pálido a un dorado profundo, tiene un patrón único con rosetones negros en el lomo, los flancos, los hombros, y las caderas; así como manchas negras en la cabeza, la garganta, el pecho, y el vientre. El leopardo utiliza ampliamente su cola –que comprende del 60 al 75 por ciento de la longitud de la cabeza y el cuerpo– para mantener el equilibrio. Su cráneo es grande en proporción al resto de su cuerpo. Más aún, ha desarrollado una poderosa mandíbula para someter a presas más grandes.
La especie disfruta de una amplia dieta y es conocido por su habilidad de adaptarse a una limitada disponibilidad de presas; dependiendo de donde se encuentre, el leopardo puede ajustarse a lo que el terreno le ofrezca. En Irán, Armenia, y Turkmenistán, por ejemplo, cazan cabra bezoar, jabalí y oveja salvaje. Logran esto al posicionarse en puntos panorámicos como árboles y peñascos para localizar a la presa. Una vez que ésta ha sido identificada, la acecharán hasta estar lo suficientemente cerca para atacar.
El leopardo de Persia es conocido como un animal nocturno. Sin embargo, en áreas donde están presentes otros grandes depredadores y tigres, tienden a cazar de día. Y, a diferencia de los dos depredadores ya mencionados, este leopardo no suele preocuparse por esconder a su presa.
Altamente territoriales, el leopardo de Persia define sus límites de varias maneras: raspando la tierra, rociando orina, o marcando arboles con sus garras. Los machos tienden a ser solitarios, pero se les conoce por mantener un breve contacto con hembras después de aparearse. De este acto nacen en general de uno a cuatro cachorros después de un periodo de gestación de 90 a 105 días. Los cachorros se vuelven independientes después de 13-18 meses de haber nacido, y viven un promedio de 10 a 15 años, y en algunos casos hasta 20 años.
Un gran rango geográfico equivale a población muy baja, lamentablemente. Se estima que existen unos 1,300 leopardos de Persia en su hábitat natural en poblaciones cada vez más pequeñas y fragmentadas. Más aún, la presencia de humanos, la cual crece con cada año, se ha convertido en un foco rojo para la especie. En el suroeste de Asia, donde alguna vez sus poblaciones eran extensas, la práctica de cacería, la destrucción de su hábitat, y la falta de presa los han llevado casi a la extinción. El comercio de pieles en Afganistán, junto con la inestabilidad civil, ha exacerbado la difícil situación de estos felinos. El creciente número de ganado en Irán ha forzado a los locales a disparar e incluso envenenar a los leopardos.
El decenso en el número de las poblaciones de leopardo de Persia ha llegado al punto donde cae por debajo del umbral sostenible. Por ello, se ha clasificado como una especie En Peligro en la Lista Roja de la UICN. Sin la protección continua de la especie, el leopardo está en un verdadero peligro de extinguirse en la naturaleza. A pesar de los esfuerzos de Irán, Armenia, y Georgia, como recolectar información biológica, expandir zonas de protección, y el mantenimiento de su hábitat, se requiere de más trabajo para educar a la población sobre la situación del leopardo. En 2018, 112 leopardos se mantienen en cautiverio para incrementar sus números, mientras que algunos esfuerzos locales se han hecho en Turkmenistán para reintroducir parejas de machos y hembras a la naturaleza, con la esperanza de que sus crías aprendan técnicas de supervivencia para habitar y prosperar en estas zonas.
Texto: Andrés Ordorica ± Foto: PUCH CORINE / PX HERE / TIE PARK / NATIONAL GEOGRAPHIC / PNT / ASD