Gorila de Montaña
“Después de mirarlo con detenimiento, Peanuts se levantó y extendió su mano para rozar mis dedos con los suyos por un instante... Ese contacto figura entre los más memorables de mi vida.”
-Dian Fossey
A finales del año 2018, el mundo sonrió con la noticia de que la población de Gorilas de Montaña (Gorila beringei beringei), había aumentado por encima de los 1000 ejemplares. En 1978 solo existían 285 individuos.
De acuerdo a los datos de la de la organización Dian Fossey Gorilla Fund International, los Gorilas de Montaña no pueden reproducirse en cautiverio y son actualmente la única población de simios que está creciendo debido al éxito de conservación, producido por el trabajo en conjunto de los gobiernos de Ruanda, Uganda y la República Democrática de Congo; las autoridades de los Parques Nacionales y diversas fundaciones, organizaciones y activistas. La tercera parte de su población, se encuentra en los Parques Naturales de estos tres países.
Una expedición extraordinaria
El ingreso obtenido por el interés creciente en convivir con los Gorilas de Montaña asciende a 300 millones de USD anuales, aproximadamente. Quienes han tenido la experiencia de convivir con una familia de gorilas, describen que se comportan de forma inteligente y considerada si no sienten ningún tipo de agresión o de peligro. Los científicos afirman que los humanos compartimos con los gorilas entre el 88% y el 98% de los genes, además de la misma ascendencia evolutiva.
Los encuentros con los Gorilas de Montaña están restringidos a una hora, en pequeños grupos: 8 personas y un guía. Para lograr esta experiencia única, hay que subir entre 2300 m a 4500 m de altitud, en una travesía que puede durar hasta ocho horas de búsqueda, hasta localizar a la familia de gorilas que durante todo el rato seguirá con su vida comunitaria.
A primera hora los participantes son entrenados por los guías, quienes proporcionan información sobre las medidas de seguridad y de conducta. Ellos conocen la traducción del lenguaje de los gorilas, tanto no verbal como verbal, del que los científicos identifican, al menos, 25 sonidos diferentes.
Los Gorilas de Montaña viven rodeados de bambú que es su comida preferida. La familia nunca deja de moverse y los visitantes deben guardar al menos una distancia de 7 m y estar atentos para conservarla, moviéndose con pasos de lado a lado: nunca hacia delante o hacia atrás. Si un gorila mira fijamente hay que bajar la mirada. Está prohibido comer, beber o fumar a una distancia de 200 m de ellos.
Cabe la posibilidad de que el “macho alfa” exprese sus prerrogativas en un alarde de fuerza que puede llevarlo a que se abalance sobre el grupo de visitantes, pegándose en el pecho y emitiendo sonidos amenazantes. Si este es el caso, la instrucción es quedarse quietos y conservar la calma. La lista de cuidados preventivos es extensa, pero todo valdrá la pena si se produce un encuentro con estas magníficas criaturas. A pesar de su imponente envergadura, la ciencia los describe como los menos agresivos de todos los simios.
Aunque el objetivo es estar con el Gorila de espalda plateada, como también se le conoce, una escapada como ésta brinda el contacto directo con la grandeza, belleza, diversidad de especies y naturaleza de una tierra prodigiosa.
Gorilas en la Niebla
Han pasado más de 50 años, desde que una intrépida y especial mujer, decidió irse a la selva a vivir entre los Gorilas de Montaña para estudiarlos, defenderlos y salvaguardar su hábitat. Su decisión, puso en relieve una situación precaria.
La zoóloga Dian Fossey (1932-1985) junto a George Schaller, fueron quienes en primer lugar estudiaron a estos animales en su ambiente (http://gorillafund.org/). Ella escribió el libro “Gorilas en la Niebla”, a la vez biográfico y científico. Su existencia fue un desafío consciente, que cuestionó para siempre la validez de la pretensión humana de una supremacía sobre la naturaleza y el reino animal.
Su estrecha relación con los Gorilas fue llevada a la pantalla grande, donde fue interpretada por Sigourney Weaver. La película, fue rodada en los escenarios naturales del Parque Nacional de los Volcanes, en Ruanda, donde Dian Fossey es descrita en el epitafio de su tumba como “Nyiramachabelli”, en lengua kinyarwanda: “la mujer que vive sola en la montaña o la mujer que supo adaptarse al bosque”. Dian Fossey dio su propia vida por los gorilas. La fundación que lleva su nombre continúa su legado.
Texto: Maruchy Behmaras ± Foto: © Marian Galovic / NATURAL WORLD / EPETS / Alfons Rodríguez / ALFONSRODRIGUEZ / LANDS TOUR / PTN / CHRISTOPHER-CHURCHILL / RESFERFUNK / AS / © SIMON EEMAN