Son el hogar más de una cuarta parte de toda la vida marina. Son alimento, sustento y protección costera para más de mil millones de personas. Son el pilar económico de más de 100 naciones y tienen un profundo significado cultural para los pueblos originarios de agua salada, que ven a los arrecifes de coral como parte de su familia y fuente de vida.
Lamentablemente, la “Gran Barrera de Coral” –2,600 km de longitud–, localizado en el noreste de Australia, se ha convertido en la imagen del cambio climático. Y esta es la razón: los pólipos de coral, los diminutos animales que forman los arrecifes, son increíblemente sensibles al aumento de la temperatura del océano.
Cuando están estresados por el calor, expulsan las algas que los nutren, dejando al descubierto sus esqueletos y volviéndose blancos, un fenómeno llamado blanqueamiento de los corales. Un coral blanqueado no ha muerto; está enfermo y hambriento. Pero morirá si las temperaturas permanecen demasiado altas durante demasiado tiempo.
Creímos que eran demasiado grandes e importantes para fallar. Sin embargo, hemos perdido la mitad de los arrecifes de coral del mundo. En 2024, el blanqueamiento de corales a nivel mundial alcanzó a 53 países y a todos los océanos de la Tierra. Para 2050, podríamos perder el 90% de los corales; y ya que los arrecifes de coral son uno de los ecosistemas más vulnerables al cambio climático, podríamos presenciar su extinción.
Debido a esto, muchas personas ya se han dado por vencidas. Creen que el problema es demasiado grande y que el progreso es demasiado lento. Pero yo no me he dado por vencida. Antes de trabajar en la Fundación de la Gran Barrera de Coral, trabajé en investigación médica y los paralelismos son sorprendentes. Si bien muchos tipos de cáncer no tienen cura, un diagnóstico de un cáncer ya no es una sentencia de muerte, debido a que las opciones de tratamiento van en aumento.
Esa es la mentalidad que debemos tener. Sí, necesitamos la cura: las soluciones específicas al cambio climático. Pero ahora mismo, los corales necesitan tratamientos para ganar tiempo. Aquí entra la restauración de arrecifes que existe desde la década de 1970, principalmente mediante la jardinería de corales. Es bastante sencillo: tomamos pequeños trozos de coral, los cultivamos en un vivero submarino y cuando son lo suficientemente grandes, los plantamos en un arrecife.
Si bien es una herramienta importante para la restauración de arrecifes, este enfoque es lento, costoso y muy difícil de escalar. Como resultado, se cree que cada año se plantan menos de 200,000 corales en los océanos del mundo y que muchos de ellos no sobrevivirán.
Durante los últimos cinco años, 350 científicos e ingenieros australianos han estado trabajando precisamente en una tecnología para que la restauración de los arrecifes sea más rápida, accesible e inteligente. Hemos logrado más avances en los últimos cinco años que en los 50 anteriores. Mediante un proceso automatizado, podemos producir millones de crías de coral, en lugar de miles.
Podemos aumentar la tolerancia al calor de estos corales de manera natural, para que se adapten al aumento de la temperatura de los océanos. También desarrollamos cunas de cerámica para el despliegue masivo, eliminando la necesidad de que los buzos siembren cada pieza de coral a mano.
Sin embargo, es una carrera contrarreloj y la clave para aumentar drásticamente nuestro impacto es implementar esta tecnología de manera altamente específica. Centraremos la restauración en los arrecifes que están más conectados a otros arrecifes mediante las corrientes naturales del océano. Al sembrar corales resistentes al calor en estos arrecifes altamente conectados, sus descendientes serán más fuertes y se esparcirán por todas partes.
Al utilizar este enfoque de precisión en todo el Pacífico, la restauración de tan solo el 3% de los arrecifes de coral impulsaría la recuperación del 50% de todo el ecosistema.
Se trataría de una restauración a una escala sin precedentes. Y lo hacemos de forma local. Empacamos estas tecnologías en microviveros de coral portátiles para que las comunidades costeras los hagan suyos y los operen. Se estima que la productividad de un solo microvivero será mayor que la todos los esfuerzos actuales de jardinería de corales en conjunto.
Para 2031, habremos sembrado 1.2 millones de corales resistentes al calor por año, unas 30 veces más de lo que se siembra en el Pacífico en la actualidad. Para 2040, nuestra ambición es aumentar 120 veces la restauración mundial de arrecifes.
Sabemos que la tecnología por sí sola no es suficiente. Para que su impacto sea real, esta tecnología debe estar en manos de quienes están en primera línea, de quienes mejor conocen los océanos. La comunidad woppaburra es la primera en responder para sanar su hogar marino, al combinar la innovación moderna con sus conocimientos ancestrales.
Para muchos arrecifes de coral, lamentablemente, ya es demasiado tarde. Sin embargo, para la mitad de los arrecifes del mundo, incluida la Gran Barrera de Coral y su hogar en el Pacífico, aún hay tiempo. Estos corales no se han dado por vencidos. Son resilientes. Pueden regenerarse. Si los corales no se han dado por vencidos, ¿cómo podríamos hacerlo nosotros? Ahora, la esperanza sin un plan, es solo un deseo.