Entre diciembre a abril, las costas de Baja California reciben la visita del gigante de los océanos; la ballena gris.
El avistamiento de uno de los mamíferos más grandes del planeta, es uno de los espectáculos naturales más fabulosos del mundo. La migración de los cetáceos es una de las más largas del globo, al viajar desde Alaska hacia al sur, en un trayecto de más de 9,000 km. Su punto de partida son los fríos mares de Bering, Chukchi y Beaufort, con rumbo a la península de Baja California, para arribar a sus áreas de reproducción y crianza en las costas mexicanas.
Observar esta especie es una experiencia única, el estar escasos metros de ellas desde una embarcación, se admira el nado de un gigante amistoso de aproximadamente 30 toneladas y una longitud que puede llegar a los 15 m, mientras que sus crías, que nacen después de una gestación de 13 meses, pueden medir hasta 5 m.
Una de las características que la hacen única es su color grisáceo, con manchas blancas, con su acostumbrado desplazamiento lento, que permite verlas es aún mejor.
Un comportamiento característico de la especie son sus saltos y el descanso que hacen sobre un lado de su cuerpo mientras mueven la aleta pectoral en el aire. Suelen nadar en grupos de una a tres ballenas, pero se han llegado a observar algunos de hasta 18 individuos. La velocidad normal de nado es de entre 7 y 9 km/h.
Llegan a Bahía de Todos los Santos
Este encuentro natural puede disfrutarse en la localidad de la Bahía de Todos los Santos del municipio de Ensenada, en un tranquilo viaje de cuatro horas en mar abierto. Su hábitat en mares mexicanos se encuentra comprendido por la franja de la costa occidental de la península de Baja California, a una distancia no mayor de 10 km de la costa y a una profundidad menor de 100 m.
Las lagunas costeras, donde se concentran las hembras para parir y cuidar a sus crías, se caracterizan por ser muy someras, con un promedio de profundidad menor a 10 m y profundidades máximas de 20 a 30 m.