No es secreto que desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha pedido ayuda a los cielos. En tiempos antiguos sobre todo, las decisiones de Estado siempre recaen en la palabra final de los dioses; los griegos, romanos y otomanos siempre consultaron oráculos y profetas para poder interpretarlos con exactitud, incluso varias prácticas ancestrales han alcanzado los tiempos modernos. Hoy en día lo hacemos por inercia, sin pensar, no cuestionamos de dónde viene tanto protocolo y ceremonia.

El mar inspira respeto, y es cuando nos ponemos en sus manos que logramos divisar lo pequeños que somos; en su gran vórtice, en medio de un desierto azul, contemplamos lo vasto que es el mundo y lo minúsculos que somos. Es en este momento de conciencia, donde nos inunda un sentimiento de gratitud, de esperanza y de plenitud. Nos mantiene con calma saber que hemos hecho las cosas bien desde el inicio.

 Por inicio nos referimos al momento en el que dejamos que el casco de un barco toque por primera vez el agua, que flote en lo que será su hogar por siempre; elegir un barco es elegir un compañero de vida, y como si de un humano se tratara, lo bautizamos, ¿pero de dónde viene este gesto?

 

 

Trazos del mundo antiguo

La ceremonia está ampliamente vinculada a tradiciones propias de los egipcios, romanos y griegos. Hoy en día, el bautizo de un barco marca una fecha importante para sus constructores y aquel que será su dueño, ya que es la primera vez que se pone el navío en el mar desde su construcción, al mismo tiempo que se le dará el nombre que llevará por siempre. Este ritual representa la determinación de si las decisiones tomadas respecto a su diseño son correctas; su simbolismo es importante desde un punto de vista práctico.

 Una de las ceremonias más comunes del presente consiste en romper una botella sobre la proa del barco, marcando así su inauguración oficial.

En el mundo antiguo, esta tradición tenía una connotación religiosa. Los griegos y romanos ponían sus vidas en las manos de los dioses marinos, sus sienes eran adornadas con ramas de olivo y vino tinto fluía libremente; este líquido era vertido sobre el barco a manera de bendición; esta práctica se fue incluyendo en varias creencias en distintos puntos del continente en los lanzamientos de barcos. De este modo se contaría con la bendición y la protección de los dioses.

 

Texto: Gloria Bassaure ± Foto: HOUSEOFCO / DIADEMA / boerl and kroff / krug