La antigüedad que vive en la calle San Rafael

Si lo que buscan es una experiencia enteramente tradicional, este lugar es un must. La opción culinaria de este restaurante es francamente inolvidable. La estructura es la de una antigua casa que pertenecía a un doctor filipino, famoso en toda la capital por ofrecer suntuosos banquetes a sus invitados.

El tour guiado por la antigua casona es hermoso y todo concluye en el patio de la casa, donde serán recibidos con tapas de queso bola y té helado.

La vajilla original de la casa sigue intacta y continúa sirviendo a sus comensales; en ella aún se pueden degustar platillos originales de los 1900s, que pese a ser enteramente filipinos, guardan elementos de la gastronomía española.

Algo imperdible es la “salsa monja”, un aderezo creado por las monjas españolas que llegaban a Filipinas, inventada con el propósito de dar más gusto a los platos tradicionales y cuya base de ajo y cebollas, es inconfundible. Si van a cenar a este restaurante, habrán muy distintas opciones, pero uno de los elementos imperdibles es la “sopa de oro” -hecha a base de calabaza-, o bien el filete de cerdo asado y el postre insignia: budín de Tita Moning.

Las recetas originales de este lugar son exclusivas, no hay forma de replicarlas y fueron usadas durante mucho tiempo por las familias más influyentes de Filipinas. Un claro ejemplo de esto es el “pandan”, un aderezo creado para dar un sabor más fuerte a refrescos y postres.

Texto: Maria Grajales ± Foto: STATICK / ASIM TF / FARM8 / GALLIVAN / ANGLAAM / DANIEL GO / INMOTION