Si alguna vez pensamos que el champán solo estaba hecho para bodas, aniversarios o victorias deportivas, Maison Mumm demostró que la celebración no tiene límites… ni siquiera fuera de la atmósfera terrestre.

Una botella de Mumm Cordon Rouge Stellar se convirtió en el primer champán diseñado viajar por el espacio, despegando desde Florida a bordo de la Misión Axiom 4 (Ax-4). Tras casi tres semanas de órbita, regresó a la Tierra en perfecto estado, como si nada hubiera pasado… salvo que había viajado más allá de lo que cualquier botella burbujeante soñó alguna vez.

No fue un capricho improvisado. Este logro es el resultado de nueve años de investigación que comenzaron en 2017. Maison Mumm reunió a un equipo de mentes brillantes: el diseñador Octave de Gaulle y su firma SPADE, especialistas del CNES (la agencia espacial francesa) y el astronauta Jean-François Clervoy. Juntos no solo imaginaron un champán espacial, sino que lo hicieron realidad.

Tras prototipos, pruebas en gravedad cero y un rediseño extremo para cumplir con los protocolos de seguridad, la maison se alió con Axiom Space para lanzar el primer champán “listo para descorcharse entre las estrellas”.

Pero ¿cómo brindar en gravedad cero? Ahí entra la magia. La botella de diseño futurista, una media botella de vidrio encerrada en una carcasa de aluminio aeronáutico con cuello alargado y un mecanismo de acero inoxidable, fue diseñada para mantener el ritual del descorche, incluso flotando. La icónica cinta roja de Mumm que adorna este diseño la hacía más un instrumento científico que una botella.

El reto no fue solo tecnológico. También había que pensar en el gusto. En el espacio, el olfato y el paladar se atrofian, por lo que el maestro bodeguero Yann Munier ajustó la mezcla: mantuvo la frescura y potencia del Cordon Rouge clásico, pero intensificó sus aromas con una crianza prolongada y un licor de dosificación envejecido en roble. Así, cuando dentro de unos cinco meses se abra esta botella histórica, el primer brindis espacial tendrá el sello de la Tierra… y de la tradición.

Para César Giron, director ejecutivo de Maison Mumm, esta misión “es mucho más que un experimento: es llevar al espacio el símbolo mismo de la convivencia y el arte de vivir francés”. Y tiene razón: si alguna vez es colonizado Marte o son instalados hoteles en la Luna, no serán solo las tecnologías las que nos acompañen, sino también los rituales que nos convierten en humanos.

De hecho, el CNES lo considera una contribución clave al bienestar psicológico de las tripulaciones. Como dice Sébastien Barde, subdirector de Exploración del organismo: “Los rituales compartidos son esenciales para las misiones de larga duración”. Porque incluso allá arriba, en el vacío, celebrar juntos sigue siendo necesario.

Mumm ya había acompañado hazañas históricas –en 1904 estuvo en la primera expedición antártica francesa– y ahora hace historia otra vez: del Círculo Polar… a la órbita terrestre. Pronto, Yann Munier descorchará esa botella y brindará entre las estrellas.