En el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, de Washington, DC, se exhibe actualmente, y hasta agosto del 2007, la exposición Wolfgang Tillmans. La muestra ya se ha presentado en  el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago y en el Museo Hammer de Los Ángeles, y podremos verla en México, en el 2008, en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo. La exposición reúne unas 300 fotografías del artista alemán nacido en Remscheid en 1968.

En el eclecticismo de la obra fotográfica de Wolfgang Tillmans advertimos una a una las capas del sustrato de la experiencia como vital. Podríamos pensar que cada fotografía funciona como autorretrato, porque deja patente su paso por el mundo y su particular modo de mirar.

 

 

Sus fotografías son reflejo de una mirada profunda a la superficie, atienden a lo ordinario con una persistencia implacable. Destilan deseo y belleza por los poros contingentes de la piel del mundo. Las prácticas cotidianas, las de la sexualidad y el género, la subjetividad y los modos de vida de su generación son retratados por el objetivo de Tillmans en toda su intensidad.

Desafía constantemente las convenciones establecidas de la fotografía, incluyendo en su trabajo todo tipo de géneros: naturaleza muerta, arquitectura, paisaje, retrato y fotografía documental. Incluso, a partir de los años noventa, trabaja imágenes abstractas logradas sin el uso de la cámara. En su obra, los usos del montaje han reformado las prácticas del montaje tradicional, llevando la fotografía a los límites de la instalación.

En sus exhibiciones nos encontramos con formatos que van desde tamaño postal hasta fotografías de gran formato que cubren la extensión de una pared. Pocas imágenes llevan marco, la mayoría van pegadas a la pared con cinta adhesiva y clips, o simplemente son dispuestas horizontalmente sobre mesas.

Mediante este inusual uso del montaje logra establecer redes o tejidos de significación entre las fotografías, que divergen en sus lecturas según se alternen de una exhibición a la otra. Continuamente trabaja con todo su material fotográfico, imágenes de los inicios de su producción son colocadas junto a producción reciente, activando nuevas redes de sentido en su lectura.

 

 

Transcribo un fragmento del texto de la artista Julie Ault, extraído del catálogo de la exposición: “Una siempre creciente comunidad de imágenes es el repertorio dinámico, mediante el cual múltiples alianzas y yuxtaposiciones, pictóricas y simbólicas, se forman, desmontan y reforman, con el tiempo en sus instalaciones y publicaciones”.

Hay una directriz básica en la obra de Tillmans: el sentido de lo colectivo, de lo comunal, de lo democrático. Ninguna imagen prepondera sobre otra, el espectador decide dinámica y deliberadamente cómo enfrentarse con un conjunto de imágenes.

El despliegue de una hoja de papel que cae al suelo es retratado con la misma intensidad que una alberca, un desfile con implicaciones políticas o fotografías de los medios que documentan la guerra de Irak. A partir de la multiplicidad de imágenes y de la aleatoriedad con la que son colocadas unas junto a otras, Tillmans apela a la experiencia del espectador, a sus dispositivos de sentido.

La cotidianidad de sus naturalezas muertas comprenden desde eventos casuales, desde una mesa de cocina hasta ropa, en la que el drapeado y la disposición, casi gestual, atestigua la ausencia de quien la ha usado, y exhausto, la ha dejado caer sobre el barandal de la escalera. Ese gesto remite por sí mismo a la esencia de las cosas, y ello no implica su ser necesario sino su ser contingente, su uso y desgaste.

Tillmans es cronista de una generación de jóvenes alternativos. Rastreamos la belleza aun en lo anodino de los retratos, en que sus amigos sirven de modelos. Y, como en el caso de Nan Goldin, de portavoces de su generación. Cada imagen es un pasaje recogido de la experiencia personal que declara la particular manera de mirar y habitar el mundo de un auténtico recolector de belleza.

 

 

 

En las imágenes abstractas, provenientes de experimentos en el cuarto oscuro, ha prescindido por completo del uso de los negativos generados por la cámara. Colores deslavados y pigmentos que recorren puntuales el papel formando líneas y tejidos remiten al cuerpo y su visceralidad. Hemorragias cromáticas aluden a fibras de los músculos y cabellos, con una fuerza que el realismo de una fotografía del cuerpo no podría lograr.

El trabajo de Tillmans rompe con la jerarquía que establece el orden de las cosas, empezando por su trayectoria que comenzó en los años de 1990 y ha hibridado alternativamente el mundo del arte y de la moda.

Su trabajo ha sido expuesto en museos como: Kunsthalle, Zurich (1995), Reina Sofía, Madrid (2002), Tate Gallery, Londres (2003), que le otorgó el premio Turner en el 2000. Pero también ha sido publicado en revistas de moda como ID o The Face, sirviéndose de modelos como Kate Moss o el músico Moby.

 

 

 

Texto: Anarela Vargas ± Foto: Cortesía de Hirshhorn Museum and Sculpture Garden.